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Editorial

La prisa del dominicano

Nadie ha podido dar una explicación convincente de por qué el dominicano tiene tanta prisa.

Si conduce un automóvil, quiere estar primero en la fila, se roba las luces de tránsito para cruzar la calle primero, y quedar varado en el próximo tapón y maneja en zig zag, porque no puede detenerse ante ningún obstáculo. Parecería que los vehículos conducidos por dominicanos no están provistos de freno.

La misma prisa la tienen en la economía. Al dominicano le pica el dinero: quiere gastarlo desde que cae en sus manos, y por eso tiene urgencia de obtener más a cualquier precio. Esa es la razón porque la que no puede esperar el desarrollo de un negocio. Lo suyo es pa’seguida, y aunque tenga una buena posición en el país, emigra porque en “los países” se logra todo más rápido.

Sin embargo, los gobernantes y empresarios más exitosos en nuestro país son los que han demostrado paciencia y han sabido esperar. Desde Balaguer hasta Danilo, la lección es que la vida hay que llevarla “a pasito lento” para saborear sus frutos. Esa paciencia es lo que explica el éxito de monseñor Agripino Núñez Collado.