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Los límites del conocimiento en la economía

Tenemos ciertamente buena razón para creer que el desempleo indica que la estructura de precios relativos y salarios ha sido distorsionada..., y que para restablecer la igualdad entre la demanda y la oferta de mano de obra en todos los sectores serán necesarios cambios en los precios relativos y alguna transferencia de mano de obra entre sectores será necesaria. Pero cuando nos preguntan por evidencias cuantitativas sobre la estructura particular de precios y salarios que se requeriría para asegurar una venta continua y suave de los productos y servicios ofrecidos, tenemos que admitir que no poseemos tal información. F. A. Hayek, 1974

Al recibir el premio Nobel de Economía en 1974, Hayek pronunció un memorable discurso bajo el título de La Pretensión del Conocimiento, en donde planteó una crítica mordaz a la pretensión de los economistas de creer que tenían más conocimientos sobre la realidad económica de lo que era realmente posible tener. A pesar de que recibió dicho galardón, el economista austríaco consideraba innecesario un Premio Nobel para la economía; especialmente, porque no había razones para sentirse orgulloso por los avances de la economía, y porque con el nuevo estatus que el premio le daba a la profesión de que era una ciencia similar a la física muchos economistas tendieron a utilizar los procedimientos propios de la física para diseñar el recetario de política económica, que para esa época enfrentaba una grave crisis económica que combinaba el desempleo con inflación.

Hayek consideró que los errores de la política económica eran resultado de lo que él calificó como un razonamiento anticientífico cuando los economistas tratan de aplicar de una manera mecánica y acrítica hábitos de pensamientos que han sido formados en otras disciplinas, como en el caso de trasplantar los hábitos de la física a una disciplina que como la economía tenía como objeto el estudio de comportamientos humanos -en el campo económico- de alta complejidad. Este enfoque le significó a Hayek la reputación de que era opuesto a la utilización de las técnicas matemáticas en el análisis económico; algo que aprovechó para aclarar en su famoso discurso. Las matemáticas son herramientas importantes, pero tienen unos límites que frecuentemente los economistas se resisten a reconocer.

Uno de los fundadores modernos de la economía matemática -Wilfredo Pareto- es citado por Hayek para fortalecer su planteamiento. Pareto consideraba, de acuerdo con Hayek, que era absurdo tratar de llegar al cálculo de valores numéricos de los precios -para citar un caso-, pues era fruto de la vanidad pensar que se tenía todo el conocimiento de las variables y circunstancias que inciden en su determinación. Pero la ‘economía moderna’ ha desarrollado una obsesión con la utilización de las técnicas cuantitativas que en muchos casos carecen del sustento de una buena teoría económica, pero que sirven de excusa para utilizar procedimientos que en realidad tienen un falso valor científico.

El problema con la pretensión del conocimiento -en el sentido hayekiano- es que si los diseñadores de la política económica se empecinan en creer que tienen un conocimiento superior y completo del funcionamiento de la economía casi siempre llegan a la conclusión de que pueden ordenar a la economía de acuerdo con sus prejuicios, ignorando que el orden económico es el resultado de las acciones de individuos que -en las palabras de Hayek- generan consecuencias no intencionadas, lo que al final dificulta que los objetivos de una política económica puedan ser logrados como se esperaban. Un claro ejemplo es la relación entre demanda agregada y nivel de empleo. La macroeconomía dominante, enfatiza Hayek, recomienda que el remedio para el desempleo es el incremento de la demanda agregada, lo que ha llevado a decisiones de políticas económicas que han causado, de acuerdo con el laureado economista, a una masiva mal asignación de recursos en la economía.

Es por ello que pertenece a la esfera de la superstición económica creer que los salarios -parte importante de la demanda agregada- pueden establecerse mediante decretos administrativos, sin que la cura no resulte peor que la enfermedad. Lo primero es que nadie está en condiciones de determinar cuál es el salario de equilibrio en el mercado laboral, y, por lo tanto, no está en condiciones de saber cuáles son las magnitudes de las correcciones que deben hacerse. Lo segundo, porque las mediciones que sirven de referentes para hacer las correcciones salariales son, en el mejor de los casos, muy imperfectas. Y tercero, porque el PIB no es algo que pueda distribuirse a posteriori.

Los procesos en la economía transmiten una infinidad de informaciones que no pueden ser capturadas en su totalidad por ninguna mente en particular, por privilegiada que sea. De manera que reconocer esas limitaciones por parte de los diseñadores de la política económica es un punto de partida esencial a la hora de hacer recomendaciones de políticas que podrían trastornar el buen funcionamiento de la economía. En palabras de Hayek, el mercado es un mecanismo más eficiente para digerir las informaciones dispersas que cualquier otro mecanismo que el hombre deliberadamente pudiera de diseñar.

@pedrosilver31

Pedrosilver31@gmail.com

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