Bailando toda la mañana de ayer

Desde que me levanto me tomo mi cafecito para que se me endulce la mente, pongo la radio para escuchar buena musiquita, me siento con la computadora para leer DL, veo lo que ponen amigos y amigas en Facebook (algunas cosas las borro porque son indeseables y me traen enfermos vueltos una porquería y eso me da tristeza. Imagínese usted, los problemas proporcionados al levantarse), pero ayer, pasadas la primeras horas de mi despertar, puse un CD en que el cantante era Vinicio Franco y aquello me llevó a bailar merengues. Es tan agradable ese CD que me levantó los pies, me movió las caderas y puse mis brazos como si bailara con un amigo de siempre.

No sé si Vinicio Franco vive todavía. Ojalá que así sea. Siempre fue para mí un cantante que al escuchar su voz me hacía feliz. Si ha muerto, continúa en mis recuerdos, en mi corazón y en mi alma. Y al escucharlo ahora, en un CD que publicó el Banco de Reservas, me llevó a hacer un “bailao”, acompañándolo con mi voz (que no es para cantar) y bailé hasta terminar en una mecedora. Si usted, amigo, amiga, que me leen siempre, escucha Gallito Pinto (de Isidro Flores), Alevántate (de Antonio Abreu), La Pela de Juana (de Medardo Guzmán y Héctor Díaz), Dolores (de Héctor Díaz), Leña (de Luis Alberti), La Maricutana (de Radhamés Reyes Alfau), La Chiva Blanca (de Pedro Mendoza) y otras tantas que hay en ese CD, hará lo mismo que yo, bailará, bailará, bailará, hasta caer rendido.

El que me trajo recuerdos de mi niñez, mejor dicho de mi primera juventud, fue Siña Juanica: “Hay Siña Juanica, de poi Dios, Siña Juanica, se me muere ei niño y no tengo medicina, tengo el gallo bolo y la puica bolanchina, poi cuatro clavao se lo doy Siña Juanica... Una curandera que hay en ei batei, dice que lo bañe con rompe-saraguey... para continuai con ei infelí lo voy a curai con ajitití...” Ese merengue de Félix López, en la voz de Vinicio Franco, es un lugar para recordar un pasado en que esos merengues adquirían luz en La Voz Dominicana.

Bailando, cantando de voz en cuello y recordando lo vivido, fui muy feliz. Pero al contárselo a un amigo me dijo que mejor escribiera de la politiquería que hay en nuestro país, y casi lo insulté. Pues mire usted, dejar a un lado, bajo la basura y el agua sucia todo lo negativo que hay al por mayor en todos nuestros pueblos, es mejor escuchar a Vinicio Franco cantando merengues pues es como una medicina que nos devuelve la salud y nos envuelve en la alegría. Continuaré escuchado merengues antiguos, esos que fueron y continúan siendo tan bonitos.

Ligia Minaya