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Nuestra fuerza está dentro de nosotros

Una de las cosas más tristes de la vida es ver a personas que con adversidades pierden sus ideales, su ambición se hunde, la energía se agota y el entusiasmo se enfría porque han perdido la esperanza. No hay cualidad que requiera más vigilancia que la custodia de nosotros mismos. Cuando la energía decae nuestra conducta y nuestro lenguaje se van deteriorando. Esto nos hace desaliñados en el vestir, descuidados en nuestra manera de comportarnos y perdemos hasta el amor propio. Si nuestra fuerza no se mantiene viva, si tiende a decaer, debemos alimentarla y fortalecerla. Por lo tanto, debemos visualizar lo que queremos ser, tenerlo presente constantemente e intentar alcanzarlo con todas nuestras fuerzas.

Importante, para hacer crecer esa fuerza que está siempre de nosotros, es ponernos en acción. Es preciso saber que el fracaso y la adversidad, que en muchos aparecen, dominan nuestras vidas y por eso hay que tener planes y proyectos. “Si tienes un limón, haz una limonada”. ¿Cómo puedes convertir ese limón en una limonada? Se sabe que hay veces que estamos tan desanimados que creemos que no hay la menor esperanza de convertir nuestros limones en una dulce limonada. Pero hay que intentarlo. Aún no consigamos el éxito, el solo intento hará que miremos hacia adelante, reemplazar los sentimientos negativos por otros positivos y estaremos tan ocupados que ya no habrá tiempo para lamentarnos de lo que nos ha pasado porque se irán para siempre.

Dicen los psicólogos que la pereza es un fracaso mental; la falta de iniciativa es una falta de coraje; la mayoría de las veces el estado de miedo es imaginario; que mientras estemos irradiando dudas y desánimos, seremos unos fracasados; que la única forma de ascender es visualizar lo que queremos ser. Que miremos los fracasos como escollos temporales que no nos disuadirán de perseguir nuestras aspiraciones. Dicen también que la vida es un gimnasio, y nadie que se siente en una silla a contemplar las barras paralelas y otros aparatos, desarrollará jamás su musculatura. Y no es raro que una decepción importante haga que nuestra moral se hunda y sea un duro golpe. Todo ser humano ha tenido fracasos, pero aprender de él convierte un limón amargo en una dulce limonada.

Yo, sin ser psicóloga, pero siguiendo sus enseñanzas, les sugiero sentarse en una cómoda mecedora en el jardín o en el balcón tomándose un cafecito o una cervecita bien fría y meditar, y también pensar que la fuerza está dentro de nuestro cuerpo y es la que resuelve todo.