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Likes, "vistas" y mesalinas

De la radio a YouTube, la transformación de la comunicación y sus efectos

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Likes, vistas y mesalinas
El contenido digital está entre la libertad y la responsabilidad. (SHUTTERSTOCK)

Los medios de comunicación no solo se han "democratizado" con la irrupción del internet que permite a muchos transmitir sus programas a través de YouTube, sino que también propiciaron el nacimiento desde hace unos años de nuevas plataformas de emisión de contenidos que usted, desde su celular, puede escuchar y ver con tan solo acceder a esa aplicación. Una apertura que permite que cualquiera con dos pesos haga un programa sin parámetros ni medidas y cuantifique sus vistas o "views". Además, muchos programas radiales de larga data o de televisión se transmiten de manera tradicional y en formato online.

Aquel ejercicio de imaginación que ofrecía la radio, en el que solo escuchabas esas voces melodiosas y atractivas, es cosa del pasado, porque ya visualizas a sus protagonistas, si así lo deseas. Los programas que se cuelgan en YouTube, quedan ahí retenidos para el consumo masivo, sin tapujos ni filtros.  Sus productores decidieron colocar cámaras de vídeo en las cabinas radiales, grabar, cuantificar económicamente y calificar con "likes" (me gusta) la incidencia de algunos de éstos circos mediáticos.  Esa es la locura colectiva de hoy a nivel global:  dinero por vistas y el dedo hacia arriba.  

En realidad, da cierto pavor abrir YouTube y observar el despliegue de "programas radiales " de baja ralea, de contenidos enfermizos y personas mal llamadas "comunicadores" o autoproclamados por ellos mismos, sin un ápice de cultura, dicción, vocalización y mucho menos, de comportamiento.  Estas granjas radiales y televisivas, con mesalinas incluidas, muestran la variedad de una fauna humana carnavalesca, putrefacta e ignorante convertidos en "héroes o heroínas" por esos mismos "creadores" para venderlos a una gran parte de la ciudadanía ávida de sangre y circo.  Argumentan, desde sus más cavernícolas instintos: "eso es lo que vende" y sus adulones pagados aplauden como focas desbocadas.

Esas plataformas equipadas con moderno mobiliario no solo crean "ídolos de barro" sino que a esos mismos paladines se les entrega un micrófono para dar rienda suelta a su variopinto vocabulario, difamar alegremente y emitir ideas preconcebidas como según ellos y ellas se debe actuar.  Esos nuevos "héroes" de la podredumbre y la inmediatez descarnada dan los "números" como hablan ellos.  Es decir, que esos contenidos malsanos son vistos por miles y miles de personas. A sabiendas de que no aportan nada positivo a la sociedad en la que muchos en este país tienen un desarrollo intelectual de sexto grado de primaria.  Ellos no son los únicos culpables de esta debacle en la comunicación sino los dueños de emisora que vendieron sus frecuencias radiales al mejor postor o les arrendaron estos espacios.  Insisto, solo basta tener dinero para usted montarse una plataforma y cumpla con todo lo anteriormente citado, si lo único que desea es "dar los números" a cualquier precio.   

Atrás quedó, si es que estos lo tuvieron en algún momento, parecer o prepararse como algunas personalidades de antaño que sentaron verdadera clase y manejo de la comunicación ya sea radial o televisiva. Esos personajes que solo vendían preparación y modales para poder acceder a un micrófono.  Hubo contenido de altura, hoy solo "vende" el contenido pútrido en el que la narrativa dislocada, maledicencia e inclusive criminalidad, es carnaza para los buitres de audiencia.

Eso es lo que se puede observar hoy: creadores que apuestan a la chabacanería barata, insulsa, vacua y carente de todo tipo de respeto.

Por supuesto, siempre ha habido de todo desde que el mundo es mundo, pero no con tanta desfachatez.  Tampoco se trata de jugar al puritanismo sino más bien a las formas.  El decoro, respeto y profesionalismo que se debería tener cuando se habla de "comunicar" se pierde bajo el paraguas de la democracia mal utilizada que brinda la tecnología en manos inescrupulosas.  De usted depende elegir o seguir lo que sus sentidos necesitan.  Los tiempos cambiaron, es así, pero la calidad y el buen gusto en cualquier oficio no pasa nunca de moda.

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