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“Síndrome de Ulises”, el reto de un nuevo inicio social y familiar

Ser emigrante no es fácil, puede producir un gran estrés que se paga con la propia salud

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“Síndrome de Ulises”, el reto de un nuevo inicio social y familiar
Ana Herrero, doctora en psicología (FUENTE EXTERNA)

SANTO DOMINGO. Desde hace años el tema de la inmigración no ha tocado muy de cerca. República Dominicana ha incorporado a su sociedad personas de muy diversa procedencia de distintas parte de la geografía.

Las personas que deciden irse a vivir a otros países, casi siempre están expuestas a diversos cambios y dificultades. Sobre este particular, consultamos a la doctora Ana Herrero, quien afirmó que sociológicamente deben adaptarse a una cultura, estilo de vida, idioma, clima y comidas.

Asimismo, expresó que además deben ser rápidos en esta adaptación porque el sistema se lo exige; y muchas veces tienen que realizarlo sin una persona que les ayuden a comprender esta nueva cultura.

“Se ha tomado el nombre de Ulises para este síndrome de carga social, porque nos representa el drama que en la Odisea de Homero, Ulises tuvo que vivir al estar triste y apenado por querer regresar a su país y su casa”, recordó la experta.

Afrontar la nostalgia

En este proceso, la persona debe afrontar la nostalgia que produce la separación de su familia y amigos. “La migración supone una ruptura con las rutinas diarias y está acompañada de cambios significativos en el contexto social y familiar con el abandono y la creación de nuevos roles sociales. Ser emigrante no es fácil, puede producir un gran estrés que se paga con la propia salud”, indicó la doctora Herrero.

La tensión causada por la cantidad de decisiones que el inmigrante debe tomar en tiempo breve, culminan a menudo en síntomas físicos o somatizando el problema. A esto se le llama el Síndrome de Ulises, pues presentan un montón de síntomas que si el médico o especialista mental no se detiene a pensar en el contexto completo que en ese momento está viviendo el paciente, puede interpretar que tenga otro tipo de enfermedades.

Síntomas “Síndrome de Ulises”

Entre los síntomas están: depresión, ansiedad, insomnio, irritabilidad, confusión o pérdida de la memoria, tristeza, llanto, baja autoestima, la culpa, las preocupaciones, los dolores de cabeza o la fatiga.

Aunque en la mayoría de los casos, la emigración afecta significativamente a las personas, no todas reaccionan de la misma manera. La migración puede ser negativa o positiva dependiendo el sexo, la edad, la valoración cognitiva, las estrategias de afrontamiento y otros tipos de variables reguladoras que pueda tener la persona o el momento evolutivo en el que está.

También, es diferente si el cambio será para toda la vida o es por un tiempo determinado, como podría ser un contrato de trabajo, un plan de estudio, etc., lo cual se puede asociar con una temporada de viaje o una gran aventura.

Ni de aquí ni de allí

Cuando se llevan varios años fuera del país de origen, ocurren muchos cambios. Empiezas a no sentirte de tu país de origen, vas de vacaciones con muchas ilusiones pensando que todo va a estar como lo dejaste, pero a los 10 días estás recordando el país de acogida.

La familia te recibe con mucho cariño al principio, pero ellos deben continuar con sus rutinas y -tú ya no eres parte de ellas-. En el nuevo país, has ido cambiando y evolucionando con sus costumbres que sin darte cuenta van entrando en ti, pero tus familiares y amigos también han ido evolucionando y cambiando con sus costumbres, “sin querer comenzamos a hablar un idioma diferente, nos miramos de otra forma, pero no quiere decir que hayamos perdido el cariño de antaño, sino que vamos modificándonos de forma diferente y nos vamos sintiendo ni de aquí ni de allí”.

La especialista sigue aportando que vamos perdiendo un poco la ilusión de volver a encontrar a tu país en el mismo punto donde lo dejamos, pero no es así, está en otro punto y, nosotros no hemos participado de esa evolución.

Vamos teniendo el corazón partido. En ese momento, surge una profunda crisis existencial, en la que nos cuestionamos muchas cosas, es un punto crucial donde fríamente tenemos que tomar la decisión de partir o quedarnos para siempre. Esta vez es una decisión tomada de manera más fría, más realista, más cruel, que cuando viniste cargado de ilusiones y aventuras. Con esta decisión se rompen amarres, se suelta el barco.

Ayudar en la etapa de transición

La doctora Ana Herrero sugiere que cuando nos encontremos con una persona extranjera que tenga tiempo en nuestro país, debemos hacer un esfuerzo por brindarles un poco de tiempo y ayudarles a que esta etapa de transición pueda ser un poco más ligera.

“No sabemos cuándo nos pueda tocar a nosotros, pero con muy poco podemos ayudar a un ser humano a ambientarse en su nuevo entorno, y evitarles un montón de sinsabores y dificultades. Darle la bienvenida a nuestro país para que se sientan queridos, apreciados, ayudados. Tratemos al inmigrante como nos gustaría que nos trataran a nosotros en sus países. Seamos solidarios”, puntualizó.

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