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“Donde se vea una punta y un tutu... lo demás tiene que quitarse el sombrero”

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“Donde se vea una punta y un tutu... lo demás tiene que quitarse el sombrero”
El maestro Carreño en la jornada de capacitación. (FUENTE EXTERNA)

SANTO DOMINGO. Lázaro Carreño en Cuba es una leyenda. Fue partenaiere de Alicia Alonso, de Aurora Bosch, de Loipa Araujo, en la época de la prima ballerina assoluta y las cuatro joyas del Ballet Nacional de Cuba.

Desde hace años es considerado uno de los grandes maestros de la danza clásica en el mundo, y es el patriarca de una familia que ha dado varios grandes nombres en el ballet.

A los 12 años ya estaba rumbo a Rusia para formarse en la otrora Unión Soviética luego de obtener una beca. Fue allí donde se encendió la bujía inspiradora en la danza clásica, en la que jamás soñó alcanzaría el reconocimiento que logró en su país.

Hace más de dos semanas arribó al país atendiendo una invitación de coreógrafo Armando González, director del Ballet Clásico Nacional para impartir un taller que incluyó sesiones de trabajo en academias privadas.

La idea de González para que la compañía nacional retomará la escencia del ballet clásico fue la razón por la que lo invitó.

Aunque reconoce las diversas manifestaciones de la danza, el maestro Carreño, quien por largos años fue partenaire de la también primera bailerina y forjadora del Ballet Nacional de Cuba, Alicia Alonso, consideró como vital el estilo clásico.

“A todo lo que se le llegue a llamar clásico es porque perdura en el tiempo, el ballet clásico perdura desde sus inicios a pesar de otras opiniones, gustará toda la vida. Porque donde se vea una punta y un tutu... lo demás tiene que quitarse el sombrero, lo demás lo baila cualquiera, pero el clásico no”, apuntó con la autoridad que le han dado los múltiples reconocimientos por su calidad en la escena.

Una vida

Se formó profesionalmente en la escuela Agripina Vagánova de Leningrado, en donde recibió la enseñanza de reputados maestros.

Su calidad como intérprete lo llevó a escenarios como el American Ballet Theatre, en Estados Unidos; The Royal Ballet, en Londres y la Compañía Nacional de Danza de España, entre otros.

Recuerda con gratitud a Fernando y Alicia Alonso, Puschki, Mijail Lacobson, entre otras figuras.

“Si vuelvo a nacer vuelvo a ser bailarín, a pesar de... mi resumen de vida artística ha sido extenso, son muy pocos los grandes bailarines que han permanecido 30 años bailando como lo hice yo. He tenido mucha experiencia personal y profesional a partir del 1964 cuando llegué a Rusia sin saber el idioma. He sido un privilegiado, comenzando porque me gané una beca para llegar a la única y mejor escuela de danza del mundo, al igual que la escuela cubana de ballet que surgió tiempo después”, dijo el artista que hoy reside en España.

Su regreso a Cuba

Un año después de graduarse en Rusia es convocado por Alicia y Fernando Alonso para que transmitiera sus conocimientos a los bailarines cubanos. Estructuró un programa y poco a poco le puso su sello a la docencia.

Alicia Alonso era el referente artístico para ellos. “Para mí y para todos ella era el referente del ballet, porque cuando decidió crear el Ballet Nacional de Cuba ella era una figura reconocida a nivel mundial, para nosotros fue un orgullo bailar bajo su dirección. “Años después se me vino el mundo arriba cuando ella decidió que yo fuera su pareja porque ese momento nunca lo esperé, eso fue un orgullo para mí”, explicó el artista al recordar lo vital que ha sido la disciplina en su vida.

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