Con los dedos de una mano

Nos quejamos del empobrecimiento de nuestro vocabulario. No crean que me refiero a esas palabras domingueras que casi nunca ponemos en práctica, sino a palabras de diario, a palabras de andar por casa. ¿Han notado que cada vez menos gente sabe cómo se llaman los dedos? Sí, los humildes e imprescindibles dedos de los pies y de las manos. Ahí tienen un ejemplo insuperable de empobrecimiento.

Meñique (que procede de menino ‘niño’, sí como Las meninas de Velázquez) significa muy pequeño y se aplica al dedo situado en el lado exterior de la mano o del pie. Tenemos, pues, cuatro meñiques. Al meñique se le llama también dedo auricular, recordando la desagradable costumbre de usarlo para escarbarse en la oreja.

Pulgares solo son dos, en el lado interior de cada mano. Si nos referimos al dedo del lado interior del pie lo llamamos dedo gordo, apelativo este que comparte con los pulgares.

Meñique y dedo gordo son los únicos del pie con nombre particular; los otros se conforman con un segundo, tercer o cuarto dedo del pie.

Al lado del pulgar está el índice, cuyo nombre recuerda su función: nos sirve para señalar. De ahí que también se denomine dedo mostrador o dedo saludador. Al lado del meñique está el anular, que suele llevar el anillo.

En el centro de la mano está el dedo más largo, que relacionamos con el corazón: dedo corazón, dedo del corazón o dedo cordial. Por su posición lo denominamos dedo de en medio. Yo siempre lo he llamado mayor, pero, para mi sorpresa, no he encontrado registrada esta acepción en el DRAE. Habrá que seguir averiguando.

Aprendamos estas denominaciones, como solíamos hacer, y que no se diga que los que las conocen se pueden contar con los dedos de una mano.

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María José Rincón