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Aves del Caribe en la Patagonia argentina

SANTO DOMINGO. Paso diciembre en la costa atlántica Argentina, que recién festeja la llegada de un verano todavía muy frío y ventoso para un animal tropical como yo. Ya el lugar está lleno de turistas internos que vienen atraídos por un balneario en la costa que ellos llaman "playa", supongo que por un error de analogía, pero que mis prejuicios caribeños no me permiten disfrutar.

En una mañana que para mí no tiene nada de estival, salgo con mi hijo Arturo a observar aves. Al poco tiempo tengo que pedirle excusas por haber subestimado sus habilidades como observador de aves. Vive desde hace un año en la zona y me insistía en que había visto un ave casi idéntica a nuestro Ruiseñor (Mimus polyglottos), tanto en la forma del cuerpo (patas y cola largas) como en su comportamiento: forma de caminar y desplegar las alas; forma de volar y conducta territorial altamente agresiva.

Aunque sabía que esta familia (Mimidae) está ampliamente distribuida en el continente americano, desde la zona septentrional de Norteamérica hasta el norte de Suramérica, incluyendo Centro América y el Caribe, nunca pensé encontrarla tan al sur como la Patagonia. Cuando vi el primer ejemplar en un jardín (al igual que el nuestro se adapta muy bien a las áreas urbanas), no me cupo la menor duda que pertenecía al mismo género que el Ruiseñor. Camina con pasos entrecortados al tiempo que abre las alas y sube y baja la cola, mientras busca insectos y gusanitos en el suelo; salvo que el Ruiseñor Patagónico (Calandria Gris) tiene una línea negra que le cruza los ojos y una franja blanca por encima de éstos. Para que la certeza del vínculo entre ambas especies resultara más evidente, días después otro ejemplar dio muestras de que tiene tan mal carácter como su pariente caribeño. Un perro que osó invadir su territorio en un solar baldío, tuvo que huir antes sus envestidas temerarias.

Otra agradable sorpresa fue hallar un miembro de la familia de las palomas (Columbidae) del género Zenaida, que en nuestra isla tiene 3 representantes; las llamadas tórtolas o rolones y que en esta región llaman Paloma Torcaza (Zenaida auriculata). Es muy parecida a nuestro Rolón Rabilargo (Zenaida macroura), salvo que la especie argentina no tiene la cola puntiaguda. Existe también en la región una Torcacita (Columbina picui) del mismo género que nuestra Rolita (Columbina passerina)

Pero la sorpresa mayor fue encontrarme por estos lares con la Cigüita de Constanza (Zonotrichia capensis), la misma especie que habita en esa región montañosa de nuestro país, pero que no está reportada en ninguna otra isla del Caribe zoogeográfico. Sabía de su existencia en Suramérica y México, pero nunca sospeché que su rango de distribución austral se extendiera hasta las proximidades de Tierra del Fuego. Es un ave común en toda la zona, sobre todo en la "costanera", hermosa palabra que describe la franja de vegetación próxima al mar y que es un lugar común en la literatura rioplatense. guerrero.simon @gmail.com