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El secuestro del ahorro

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El secuestro del ahorro

Antonio decidió ir al banco por la mañana. Pronto saldría de vacaciones con Lucía y los muchachos y quería ver sus opciones para financiar los RD$100,000 del viaje que planificaron en su hogar. Llegó a la sucursal y se sentó frente a su oficial.

"Mire amigo -le dice Antonio- ayúdeme a ver cuál es la mejor forma de yo cuadrar. Pensé en utilizar la tarjeta de crédito que tengo con ustedes, pero a ese costo (98%) no me hace sentido. ¿Qué otras opciones tengo?"

El oficial digita unos números en la pantalla de su computadora y sonríe, luego de ver los productos que su cliente tiene en la institución desde hace varios años.

"Don Antonio -razonó el banquero-, veo que usted es buen cliente y buena paga. Una alternativa es que saque un préstamo de consumo sin garantía. Ahora mismo, en vez del 98% de la tarjeta, este se lo podemos prestar al 28%. Toda una ganga, por motivos de una feria que tenemos para nuestros clientes".

Molesto, Antonio le responde que un 28% es demasiado alto: "¡Pero cómo va a ser! Si yo tengo una libreta con ustedes y por unos RD$125,000 que tenemos ahí lo que me pagan es solo un 1% al año. ¿No hay algo más económico?"

Esperando que Antonio le hablara de su libreta, una idea prendió cual bombillo en la cabeza del oficial. ¡Bien! -proclamó- tengo una forma de prestarle para sus vacaciones y a la mejor tasa del mercado: sólo un 9%.

Perplejo, Antonio reaccionó: "¡Un 9%! Pero… ¿Esa tasa es anual? Es decir, menos del 1% mensual. ¿En serio? El banquero asiente complacido. Y el cliente retoma la palabra: "Eso suena más razonable. ¿Y qué papeles te tendría que firmar? ¿Cuál sería la garantía? ¿El truco? Porque para bajar del 98% de la tarjeta de crédito a sólo un 9%, como que no entiendo."

"Es bien sencillo, querido don Antonio -dice el banquero con voz melosa-, usted tiene ahora esos RD$125,000 en la cuenta que ha logrado acumular con mucho esfuerzo. Para que no se descapitalice y pierda esos ahorros ¿qué le parece si se los ponemos a trabajar?"

Como hombre laborioso, a Antonio le gustó la fórmula que escuchó: "Usted pone la libreta en garantía. Yo le sigo pagando el interés y sólo le cobraremos un margen de 8%. Usted me va pagando en cuotas los RD$100,000 (en 24 meses, para llevarlo suave) y al final de ese plazo seguirá capitalizado, pues tendrá sus ahorros intactos."

¿Qué le parece? -concluye satisfecho el banquero, orondo con su demostración de innovación financiera que dejó a Antonio algo atónito y hasta confundido. "¿No será esto demasiado bueno para ser verdad? ¡Un 9% anual!", dijo la voz interior del depositante.

La duda y confusión de Antonio

Don Antonio está muy tentado a aceptar la oferta del préstamo con garantía del ahorro al 9%. Más allá de los números, psicológicamente la idea le cuadra.

Ahorrar esos RD$125,000 iniciales no fue una tarea fácil. Aunque era la idea original, gastarlos en un viaje lo haría sentir "descapitalizado", como que perdió lo que con tanto esfuerzo acumuló.

Le gusta también la idea de que le seguirá generando el interés (aunque sólo sea 1%) y que la tasa del préstamo en sí será tan baja (9%). Comparado con el préstamo de consumo al 28% o la tarjeta al 98%, toda una ganga.

Además, Antonio, mal que bien, confía en su banquero. Aunque joven, maneja la computadora muy ágilmente, tira números de forma impresionante y tiene seguridad en lo que dice.

El banco promociona este tipo de financiamiento con un anuncio de un cerdito del ahorro entristecido porque su dueño lo va a "sacrificar".

Tenía sentido cuando el banquero le repitió la idea del anuncio del cerdito: "Don Antonio, usted acumuló esos ahorros con mucho esfuerzo. Mejor no los retire, que luego se le hará más difícil volver a conseguirlos."

Quizás el banco tenga razón, quizás sí se le complicará volver a juntar estos RD$125,000. Aunque lo hizo una vez, ¿no será más difícil hacerlo de nuevo?

Con esa inseguridad creada, Antonio casi firma cuando le insisten: "El papeleo del préstamo es mínimo. De una vez le desembolso ese préstamo al 9%. ¿Qué me dice?"

La consulta obligatoria

Antes de cerrar el negocio, Antonio quiso consultar con Lucía, su hábil esposa que, aunque se dedica a atender a los niños, conoce de bancos, pues trabajó en uno años atrás. Ella lo escuchó atentamente, con lápiz, papel y calculadora a mano, solos durante la sobremesa del almuerzo.

¡Miraaaa Antonio! - le advirtió ella al final - ¿Y tú te vas a dejar llevar de ese muchacho? Ese negocio no cuadra, pero por ningún lado. A lo que más se asemeja es a una casa de empeño.

Como si nosotros mismos fuéramos a pedir que nos secuestren nuestro dinerito y que luego paguemos para que nos lo devuelvan. Y agregó con severidad: "¿Pero y cómo a ti se te ocurre que para usar el producto del sudor tuyo y mío le vamos a pagar un 9% a esos señores? Para obligarnos a ahorrar el 80% que nos prestarán, al banco ese le vamos a terminar pagando de nuestro propio dinero RD$8,333 en intereses ¿Tú sabes cuánto nos van a pagar ellos a nosotros por el 100%? Solo RD$2,524. ¿Y es que el dinero de ellos (que ni de ellos es) vale más que el nuestro?"

"Antonio, ese dinero en la libreta, ¿no era para estas vacaciones? ¿Cuál es el miedo de destinarlo al propósito que teníamos con él?"

"¿O es que tú te crees que vas a evitar descapitalizarnos si se lo empeñamos al banco? Eso es igualito a que si lo hubiésemos gastado, pues ellos no van a liberar esos fondos hasta que no le paguemos el préstamo. ¡Olvídate de eso!" -aseveró la ex - banquera-.

"Lucía, vieja, y entonces ¿qué hacemos? -preguntó Antonio con un dejo de desamparo-. Fácil, -dijo Lucía resuelta- no es verdad que le vamos a pagar a nadie para usar nuestro dinero.

Mira lo que vamos a hacer… saquemos los RD$100,000 para el viaje. Para eso ahorramos. No te preocupes, que lo vamos a volver a ahorrar para el próximo viaje en dos años.

¿Qué cómo? Igual que como lo hicimos ahora, pero más inteligentemente. Si nos íbamos con lo del préstamo garantizado con el ahorro, nos tocaba una cuota mensual de RD$4,500 en promedio, pero pagándosela al banco.

Ahora vamos a pagar ese dinero, pero a nosotros mismos. De la cuenta de tu nómina, vamos a poner que se haga una transferencia automática de RD$4,500 todos los meses. Cada quincena ni veremos ese dinero, irá directo para una cuenta de ahorros. Como en esa cuenta no pagan nada, cada tres meses yo misma voy a pasar por el banco para ir juntando el dinero en un plazo fijo, que nos pagan hasta un 6%."

Viejo, así nos vamos a ahorrar los RD$8,333 que antes le tocaba al banco. Al final, nos iban a devolver la cuenta de ahorro con solo RD$127,630.

Ahora, como lo estamos invirtiendo mejor, ¿tú sabes cuánto juntaremos entre la libreta y el plazo fijo? Más de RD$142,000 y pagando la misma cuota que antes, pero a nosotros.

¿Y qué haría yo sin ti? -pregunta Antonio a su esposa. Y matiza: "Ahorita mismo voy para el banco, a decirles que muchas gracias, que ese dinero es para nosotros usarlo y que con eso de empeñar nuestro ahorro sólo ganan ellos."

En forma de susurro terminó diciendo: "También le voy a decir que la única banquera en esta casa eres tú, ahora y siempre."

"¡Gracias, vieja!"

@Argentarium / arg@betametrix.com

Con mucho esfuerzo lo lograste. No retires tus ahorros, será más difícil volver a conseguirlo..."

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