El béisbol amateur se refugia en las calles en Santo Domingo

Un joven lanza una pelota durante una practica de béisbol este viernes en un parque en Santo Domingo (República Dominicana). Un batazo tras otro, las pelotas siguen volando en Santo Domingo, una de las principales capitales del béisbol del Caribe. Pero ahora, en tiempos de coronavirus, no vuelan la cerca del play sino que aterrizan en las carreteras o, de vez en cuando, en los faros de un automóvil. Y es que la pandemia ha obligado al béisbol amateur a buscar refugio en las calles, en los descampados, lejos de las canchas, cerradas hace ya dos meses. EFE/Orlando Barría
Un joven lanza una pelota durante una practica de béisbol este viernes en un parque en Santo Domingo (República Dominicana). Un batazo tras otro, las pelotas siguen volando en Santo Domingo, una de las principales capitales del béisbol del Caribe. Pero ahora, en tiempos de coronavirus, no vuelan la cerca del play sino que aterrizan en las carreteras o, de vez en cuando, en los faros de un automóvil. Y es que la pandemia ha obligado al béisbol amateur a buscar refugio en las calles, en los descampados, lejos de las canchas, cerradas hace ya dos meses. EFE/Orlando Barría
Jóvenes practican béisbol este viernes en un parque en Santo Domingo (República Dominicana). Un batazo tras otro, las pelotas siguen volando en Santo Domingo, una de las principales capitales del béisbol del Caribe. Pero ahora, en tiempos de coronavirus, no vuelan la cerca del play sino que aterrizan en las carreteras o, de vez en cuando, en los faros de un automóvil. Y es que la pandemia ha obligado al béisbol amateur a buscar refugio en las calles, en los descampados, lejos de las canchas, cerradas hace ya dos meses. EFE/Orlando Barría
Un joven recoge pelotas durante una practica de béisbol este viernes en un parque en Santo Domingo (República Dominicana). Un batazo tras otro, las pelotas siguen volando en Santo Domingo, una de las principales capitales del béisbol del Caribe. Pero ahora, en tiempos de coronavirus, no vuelan la cerca del play sino que aterrizan en las carreteras o, de vez en cuando, en los faros de un automóvil. Y es que la pandemia ha obligado al béisbol amateur a buscar refugio en las calles, en los descampados, lejos de las canchas, cerradas hace ya dos meses. EFE/Orlando Barría
Un joven dominicano participa en una práctica de béisbol en un parque en Santo Domingo, República Dominicana, el 8 de mayo de 2020. Durante la restricción debido a la pandemia COVID-19, los jugadores de béisbol de los aficionados dominicanos tomaron las calles, parques y otros sitios inusuales para jugar, mientras que el Los estadios se mantienen cerrados por la situación del coronavirus. EFE / Orlando Barria
Un joven dominicano participa en una práctica de béisbol en un parque en Santo Domingo, República Dominicana, 08 de mayo de 2020. Durante la restricción debida a la pandemia COVID-19, los jugadores de béisbol de los aficionados dominicanos tomaron las calles, parques y otros sitios inusuales para jugar, mientras que el Los estadios se mantienen cerrados por la situación del coronavirus. EFE / Orlando Barria
Un joven batea durante una practica de béisbol este viernes en un parque en Santo Domingo (República Dominicana). Un batazo tras otro, las pelotas siguen volando en Santo Domingo, una de las principales capitales del béisbol del Caribe. Pero ahora, en tiempos de coronavirus, no vuelan la cerca del play sino que aterrizan en las carreteras o, de vez en cuando, en los faros de un automóvil. Y es que la pandemia ha obligado al béisbol amateur a buscar refugio en las calles, en los descampados, lejos de las canchas, cerradas hace ya dos meses. EFE/Orlando Barría
Jóvenes van por una pelota durante una practica de béisbol este viernes en un parque en Santo Domingo (República Dominicana). Un batazo tras otro, las pelotas siguen volando en Santo Domingo, una de las principales capitales del béisbol del Caribe. Pero ahora, en tiempos de coronavirus, no vuelan la cerca del play sino que aterrizan en las carreteras o, de vez en cuando, en los faros de un automóvil. Y es que la pandemia ha obligado al béisbol amateur a buscar refugio en las calles, en los descampados, lejos de las canchas, cerradas hace ya dos meses. EFE/Orlando Barría