La recuperación de arrecifes corales de Jamaica

Un bote se dirige al mar al amanecer desde el pueblo pesquero de White River, en Jamaica, el jueves 14 de febrero de 2019. Hace dos años, pescadores de White River se aliaron con empresas locales como los hoteles para formar una asociación y negociar los límites de una zona libre de pesca que se extiende dos millas a lo largo de la costa, donde los peces pueden crecer y alcanzar la edad reproductiva antes de ser capturados. (AP Foto/David Goldman)
El piloto y guarda del Santuario Marino White River Everton Simpson sale al amanecer al mar a patrullar contra la pesca en White River, Jamaica, el martes 12 de febrero de 2019. Simpson fue pescador con arpón e instructor de buceo, entre otras cosas, y comenzó a trabajar como “jardinero de corales” hace dos años, en el marco de un esfuerzo por revivir los arrecifes de Jamaica a punto de la extinción. (AP Foto/David Goldman)
Belinda Morrow, presidenta de la Asociación Marina White River, a la izquierda, se aferra a Charmaine Webber, de la Fundación Medioambiental de Jamaica, al cabecear el bote cuando el buzo Raymond Bailey, a la derecha, se lanza el agua para plantar corales en un arrecife del protegido Santuario Marino White River en Ocho Ríos, Jamaica, el martes 12 de febrero de 2019. (AP Foto/David Goldman)
Belinda Morrow, presidenta de la Asociación Marina White River, utiliza una caja con un cristal en el fondo para mirar bajo el agua desde un bote mientras se plantan corales en un arrecife del Santuario Marine White River en Ocho Ríos, Jamaica, el martes 12 de febrero de 2019. “Todos dependemos del océano”, dijo Morrow. “Si no tenemos arrecifes saludables y un ambiente marino bueno y saludable, saldremos perdiendo. Buena parte del país depende del mar”. (AP Foto/David Goldman)
De izquierda a derecha, Morris Gause, Nigel Simpson y Andre Ramator miran desde el borde de un muelle para ver los peces en el Santuario Marino de Oracabessa, en Oracabessa Bay, Jamaica, el martes 12 de febrero de 2019. Para la mayoría de la gente, lo que ven, y el motivo por el que la gente se ha convencido es que al bajar a la playa y mirar al agua ves peces que conoces, dijo el director del santuario Inilek Wilmot. (AP Foto/David Goldman)
El buzo Lenford DaCosta limpia líneas de corales cuerno de ciervo dentro del Santuario Marino Oracabessa, el martes 12 de febrero de 2019, en Oracabessa, Jamaica. En Jamaica se han abierto más de una docena de viveros de corales y santuarios marinos en la última década, respaldados por pequeñas donaciones de fundaciones, negocios locales como hoteles y escuelas de buceo, y el gobierno jamaiquino. (AP Foto/David J. Phillip)
El buzo Everton Simpson desenreda líneas de coral cuerno de ciervo en un vibero de corales en el Santuario Marino White Fish, el lunes 11 de febrero de 2019 en Ocho Ríos, Jamaica. En el lecho marino, pequeños fragmentos de corales cuelgan de sogas, como medias al sol. Simpson y otros buzos cuidan esta especie de vivero submarino como los jardineros cuidan sus plantas, sacando lenta y trabajosamente los caracoles y los gusanos que se alimentan del coral inmaduro. (AP Foto/David J. Phillip)
El buzo Everton Simpson sostiene un puñado de coral cosechado en un vivero de corales para colocarlo en el Santuario Marino White River, el martes 12 de febrero de 2019 en Ocho Ríos, Jamaica. Cuando cada unidad tiene el tamaño de una mano humana, Simpson las coloca en su caja y las “trasplanta” a un arrecife, un proceso equivalente a plantar separadamente cada hebra de pasto en la tierra. Incluso los corales de más rápido crecimiento ganan unos pocos centímetros (pulgadas) por año. Y no es posible esparcir semillas sin más. (AP Foto/David J. Phillip)
Varios tarpones dan vueltas en torno al pescador Oswald Coombs mientras limpia sus capturas en la playa del prueblo pesquero de Oracabessa Bay, Jamaica, el miércoles 13 de febrero de 2019. Los peces y los corales tienen una relación de dependencia mutua. Los peces dependen de su estructura para evitar peligros y depositar sus huevos, y también se comen a los rivales de los corales. (AP Foto/David Goldman)
El buzo Everton Simpson coloca corales cuerno de ciervo cosechados de un vivero de coral dentro del santuario White River el martes 12 de febrero de 2019, en Ocho Ríos, Jamaica. Simpson usa hilo de pesca para atar racimos de coral cuerno de ciervo a afloramientos rocosos, un recurso temporal, hasta que el esqueleto de caliza del coral crezca y se adhiera a la roca. El objetivo es apuntalar el crecimiento de un arrecife de corales. Por ahora, está funcionando. (AP Foto/David Goldman)
El pescador Anthony Person, a la izquierda, se queja a los guardiar del Santuario Marino Boscobel de que los botes de turistas están dañando sus trampas para peces, durante una patrulla a pie de los guardias por la comunidad en Boscobel, Jamaica, el miércoles 13 de febrero de 2019. La mayoría de los pescadores mayores y más estbalecidos, que poseen barcos y tienden líneas y trampas, han terminado aceptando la zona libre de capturas. Pero no todo el mundo está de acuerdo. (AP Foto/David Goldman)
El pescador convertido en buzo y patrullero del Santuario Marino Oracabessa Ian Dawson busca peces mientras pesca con arpón fuera de la zona de capturas prohibidas en Oracabessa, Jamaica, el jueves 14 de febrero de 2019. Pesco para comer. Y ahora mismo estoy criando peces, criando peces en el santuario, señaló Dawson, que ahora solo pesca en su tiempo libre cuando no trabaja en la zona vedada del santuario. Si no añades, no puedes sacar. Sencillo. (AP Foto/David Goldman)
El pescador convertido en patrullero e instructor de buceo del Santuario Marino Oracabessa Ian Dawson bucea con un arpón fuera de la zona de capturas prohibidas del santuario en Oracabessa, Jamaica, el jueves 14 de febrero de 2019. Fue muy triste, porque lo cambia todo, dijo Dawson sobre haber visto morir a arrecifes de coral. Cambia la forma de vida de los pescadores. Se perdieron muchos empleos. Conforme desaparecían los peces, desaparecía el trabajo. (AP Foto/David Goldman)
El buzo Lenford DaCosta limpia líneas de coral en un vivero submarino dentro del Santuario Marino de Oracabessa, el martes 12 de febrero de 2019 en Oracabessa, Jamaica. Los peces y el coral tienen una relación simbiótica. Los peces dependen de la estructura de los arrecifes para evitar el peligro y poner huevos, y también se comen a los rivales de los corales. (AP Foto/David J. Phillip)
Un vendedor ofrece agua de coco en una zona comercial popular para turistas y cruceros en Ocho Ríos, Jamaica, el viernes 15 de febrero de 2019. Los arrecifes de corales de Jamaica fueron alguna vez famosos en todo el mundo, con sus estructuras doradas y coloridos peces que deslumbraron a Cristóbal Colón y Ian Fleming, quien escribió la mayoría de las novelas de James Bond en la costa norte de la isla en los años 50 y 60. (AP Foto/David Goldman)
El patrullero del Santuario Marino White River Everton Simpson, en el centro, y unos pescadores locales se impulsan por aguas poco profundas para salir al mar en White River, Jamaica, el martes 12 de febrero de 2019. Simpson ha vivido y pescado toda su vida en la población. En los últimos años se ha convencido de que debe proteger los arrecifes de coral que atraen peces tropicales y establecer límites a la pesca para garantizar que el mar no se vacía demasiado rápido. (AP Foto/David Goldman)
El pescador Damian Brown ayuda a su hija Mishaunda, de 9 años, con sus tareas, mientras sus hijos Damian Jr., de 3 años; Dre, de 4, y su hija Paris, de 1, ven la televisión en su casa de Stewart Town, Jamaica, el jueves 14 de febrero de 2019. A Brown le han descubierto dos veces pescando en una zona prohibida y ahora pesca de noche con arpón, lo que es ilegal, para compensar los ingresos perdidos por las restricciones del santuario. Estaba bien antes de que se hiciera el santuario. Era bueno, dijo Brown. Ahora no gano dinero del mar como antes. (AP Foto/David Goldman)
Jerlene Layne, gerente del Santuario Marino Boscobel, patrulla a pie por Stewart Town, Jamaica, el miércoles 13 de febrero de 2019. Parte del trabajo de Layne es hablar con pescadores locales y escuchar sus preocupaciones sobre la zona libre de pesca del santuario. Lo que me encanta de mi trabajo es la oportunidad de devolver algo al medio ambiente protegiéndolo, dijo Layne. (AP Foto/David Goldman)
Jerlene Layne, a la izquierda, gerente del Santuario Marino de Boscobel, habla con un infractor reincidente, el pescador Damian Brown, mientras patrulla a pie por la comunicad en Stewart Town, Jamaica, el miércoles 13 de febrero de 2019. Layne fue atacada una vez por un hombre al que reprochó que pescara de forma ilegal en el santuario. La opinión pública puede variar, dijo. Si me echo atrás en esto, ¿qué clase de mensaje envío? Hay que creer en algo. (AP Foto/David Goldman)
Un niño espera a que le corten el pelo tras la escuela, mientras se pone el sol en la localidad costera de Oracabessa, Jamaica, el viernes 15 de febrero de 2019. Oracabessa fue el primer esfuerzo local para revivir los arrecifes de coral jamaiquinos. Su estrategia de reclutar a pescadores locales como patrulleros se convirtió en un modelo para otras regiones. El santuario también trabaja con los niños de la zona, enseñándoles la importancia de mantener la playa limpia. (AP Foto/David Goldman)
El pescador con arpón Rick Walker, de 35 años, vende sus capturas a un cliente en el mercado de pescado de White River, Jamaica, el martes 12 de febrero de 2019. Walker recuerda que al comienzo la gente decía “nos quieren quitar nuestro sustento”.Dos años después, Walker dice que puede ver los beneficios. “Es más fácil pescar pargos y barracudas”, admite. “Al menos mis nietos podrán ver algunos peces”. (AP Foto/David Goldman)
Harold Bloomfield se lava al atardecer tras un largo día limpiando pescado en White River, el jueves 14 de febrero de 2019. La delicada tarea de cuidar los corales es solo una parte de la restauración de los arrecifes, y pese a ser laboriosa, es en realidad la más directa. Convencer a pescadores de que limiten dónde y cuándo pescan y controlar el creciente vertido de basura al océano son desafíos más complejos. (AP Foto/David Goldman)
Una barbería se llena al atardecer en Oracabessa, Jamaica, el viernes 15 de febrero de 2019. La población jamaiquina creció mucho entre las décadas de 1950 y 1990, disparando la demanda de pescado. La intensa sobrepesca produjo entonces un descenso en las capturas, dañó el ecosistema del arrecife y obligó a los pescadores a trabajar más para atrapar peces más pequeños. (AP Foto/David Goldman)
Nicholas Bingham, a la izquierda, coge su arpón al salir de la casa de Gary Gooden, a la derecha, mientras se preparan para cazar con arpón de noche, lo que está prohibido, en Stewart Town, Jamaica, el viernes 15 de febrero de 2019. Bingham and Gooden dicen que tienen que recurrir a la pesca ilegal con arpón por la noche para compensar los ingresos perdidos por las restricciones del santuario. Algunos peces duermen en al arrecife por la noche, lo que los hace más fáciles de atrapar que de día. (AP Foto/David Goldman)
Nicholas Bingham pesca con arpón de noche, una práctica prohibida, en Stewart Town, Jamaica, el viernes 15 de febrero de 2019. Bingham dice que tienen que recurrir a la pesca ilegal con arpón por la noche para compensar los ingresos perdidos por las restricciones del santuario. Si lo atrapan podría sufrir una multa, ver confiscado su equipo o incluso ir a prisión. (AP Foto/David Goldman)
Nicholas Bingham entra en el agua para pescar de noche con arpón, una práctica prohibida, en Stewart Town, Jamaica, el viernes 15 de febrero de 2019. Bingham dicen que tiene que recurrir a la pesca ilegal con arpón por la noche para compensar los ingresos perdidos por las restricciones del santuario marino. Desde que nací, pescar es todo lo que hago. Es con lo que me gano el pan, dijo Bingham. No hay muchos otros empleos. ¿Qué voy a hacer, coger un arma?. (AP Foto/David Goldman)
El patrullero del Santuario Marino White River Mark Lobban enciende una linterna sobre el arrecife protegido mientras recorre la zona de exclusión de pesca buscando a furtivos en Ocho Ríos, Jamaica, el viernes 15 de febrero de 2019. La mayoría de los pescadores de edad, más establecidos, dueños de sus embarcaciones y que tienden sedales y cajas de alambre, han terminado aceptando la zona vedada. Algunos pescadores más jóvenes sí lo hacen, generalmente gente pobre sin muchas opciones para sobrevivir. (AP Foto/David Goldman)