Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Herramientas
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Buena vida

Casa La Blanca en Palmar de Ocoa

Con más de treinta años de construida, esta casa a orillas de la playa todavía preserva su esencia.

Con más de treinta años y con la alternancia de varios propietarios, esta casa a orillas de la playa de Palmar de Ocoa vio desaparecer parte de su infraestructura y presenció un sinfín de remodelaciones... Eso sí, sin perder su esencia original.

 Aunque al llegar allí no se lee ningún letrero que rece: "La Blanca", es muy fácil de identificar por su color entre las múltiples casas colaterales a la bahía del Palmar de Ocoa. De hecho, en 2004, cuando la familia propietaria pasó a habitarla, La Blanca ya era nívea. "Esta casa siempre fue blanca, desde que la erigieron hace tres décadas o más. El día que la conocí pensé inmediatamente en bautizarla, como suelo hacerlo con todos mis proyectos, y ella se agenció su nombre por sí sola", explica la arquitecta Olga Alba.

Aunque la idea original de su dueño consistía en demoler completamente la infraestructura, la arquitecta vio en aquella: la oportunidad ideal para enfrentar un gran desafío profesional, siendo sus opciones remodelar La Blanca o empezarla desde cero.

Sin embargo, Alba se sintió más retada ante la prerrogativa de reformarla, pues esto implicaba más creatividad y se trataba de conocer al dedillo los detalles de cada espacio, según apunta la arquitecta. Pero el reto para ella apenas empezaba: con la implantación de un estilo rudimentario en las casas adyacentes y con la presencia de un sinnúmero de desniveles interiores, el proceso se tornaba complicado, mas no imposible.

Así, decidió derribar algunos techos y paredes, y rehacerlos otra vez, tratando de preservar la distribución original y plenamente consciente del gran tiempo que su familia pasaría en aquella residencia veraniega.


La Blanca sobre la marcha

Esta obra de 425 metros cuadrados de construcción comenzó como remodelación, y evolucionó al punto de convertirse en una infraestructura prácticamente nueva. Allí, la arquitecta Olga Alba procuró aprovechar al máximo el terreno (de 1,200 metros cuadrados) sobre el que está cimentada esta edificación de dos niveles, prodigándoles visibilidad hacia la Bahía de Ocoa, tanto a la cocina, al comedor y a las áreas sociales, como al estudio y a las habitaciones principales (hay seis dormitorios en total: cuatro en el nivel superior y dos en el inferior, todos con sus respectivos baños).

 


En esta casa la combinación de estilos (entre lo mediterráneo, lo tropical y lo moderno), aúna lo ya existente con las nuevas implementaciones a cargo de su arquitecta y propietaria. En la entrada principal se percibe un pergolado, flanqueado por dos almendros, por palmas, orquídeas y helechos, donde la vegetación y la madera se fusionan como un solo ente, aligerando la construcción, y dando paso a una puerta de madera maple (con dos pulgadas de grosor) donde se incrusta una claraboya que proviene de una embarcación francesa. Esta última forma parte de uno de los innumerables elementos decorativos de origen marítimo, específicamente de yates, que se pueden encontrar en cualquier rincón de esta casa.

 


Ya en la sala, al igual que en la fachada y en la decoración interior de la mayoría de las áreas, es notable la presencia del azul, en todas las gamas de la paleta cromática, pues es el color por excelencia de la arquitecta, que en este proyecto también fungió como interiorista. "El azul conecta al mar con la tierra y lo atrae, por eso lo integré en todas sus tonalidades", aduce Alba, quien también colocó detalles en rojo, que siempre invitan a mirar.

En esta área ya se percibe el uso del travertino envejecido en los pisos, porque al ser el Palmar de Ocoa una zona árida y caliente, este material refresca el ambiente, aunque en otras áreas, incluyendo los baños, se implementó la coralina. En el caso de los zócalos de madera, ellos tuvieron la responsabilidad de enmarcar cada una de las estancias.

Desde esta sala se disfruta a distancia de la Bahía de Ocoa y de las montañas azuanas, sucede igual desde el comedor y la cocina. La arquitecta Olga Alba, como amante de la gastronomía, interconectó a la cocina con el comedor y les confirió un estilo americanizado; el azul turquesa también se apoderó de esta zona compartida, como también lo hicieron los accesorios alusivos al interior de un yate.

En apenas dos años, quedó más que demostrado que las necesidades de la familia Contreras Alba están totalmente cubiertas con el rediseño de esta casa. Las habitaciones de los cuatro niños están en el primer piso, al igual que la cocina-comedor (como el rincón predilecto de Alba); mientras que el dormitorio matrimonial y el estudio (el lugar favorito del anfitrión) están arriba, demostrando así que en La Blanca cada quien cuenta con su área particular.

Así, viernes tras viernes, los propietarios de esta casa desean retornar adonde el sol es ardiente; la arena, negra; y las montañas y el mar, marcos de la Bahía, que hacen del Palmar de Ocoa un paraíso sin igual... Y de La Blanca, "Un refugio al que siempre quieres venir, pero del que nunca quieres irte".