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Las penas de las niñas

 ¿Qué lleva a una menor de edad a dejar morir a su hijo recién nacido? ¿Por qué una adolescente se hace cómplice de una violación sexual? ¿Qué explica que una muchacha mate a su novio? Clara, Rafaela y Virginia tenían entre 14 y 17 años cuando fueron juzgadas por alguno de estos delitos. Hoy cuentan sus historias desde el Instituto Preparatorio de Niñas de Santo Domingo, donde cumplen sus respectivas sanciones.

* Los nombres de las menores han sido cambiados para proteger su identidad.  

Eran horas de la tarde del 12 de marzo de 2009. Clara sintió un fuerte dolor abdominal, y avisó a su esposo que iba al monte. La conducta no tenía nada de sospechosa: en la finca donde habitaba junto a su familia, la ausencia de instalaciones sanitarias obligaba a los moradores a buscar un espacio en la naturaleza para hacer sus necesidades.

Los minutos transcurrieron y el tiempo se hizo largo. En un arroyuelo cercano a la vivienda, Clara entraba en trabajo de parto. Nadie oyó nada. Nadie vio nada. Nadie supo que previamente, la muchacha de 17 años se había introducido óvulos vaginales que la llevaron a dar a luz cerca de las cuatro de la tarde.

Hasta el día de hoy, la justicia no sabe por qué lo hizo. Por qué, con 38 semanas de gestación y tras cinco meses de seguimiento médico a su embarazo, Clara dejó abandonado a su suerte al niño recién nacido sobre la tierra húmeda de Villa Altagracia.

***

Rafaela tenía 14 años cuando mató a Darío, de 33. Ese 29 de julio de 2011 la adolescente subió hasta la tercera planta donde el cabo de policía vivía en Altagracia de Herrera. Llevaban dos años de relación.

Nadie sabe exactamente lo que pasó en esa habitación. "La verdad de lo que ocurrió solo la tienen ellos dos", dice Miledys Domínguez, la fiscal que investigó el caso. Lo único cierto es que a las 20:15 horas, ella sacó el revólver de Darío de la gaveta, y le disparó en el tórax.

***

Virginia lleva un año y 9 meses recluida en el instituto. "Me cantaron tres años y medio", dice. De las tres protagonistas de esta historia, es la que más se rebela a lo que le ha pasado. Su historia también es la que más ha cambiado si se coteja con la versión que quedó registrada en el expediente de su causa.

Se le acusa de complicidad en la violación de su pequeña vecina, entonces de 13 años.

23 de abril de 2009. Olga llegó a casa cuando el sol había caído, y su madre supo de inmediato que algo había pasado: la niña estaba sucia, golpeada y en evidente estado de intoxicación. Forzada por las preguntas, confesó que había ido al río junto a Virginia y dos hombres mayores de edad. Ahí la forzaron a beber alcohol y fumar marihuana. Más tarde, contó, los hombres -el hermano y el novio de Virginia- la violaron bajo la asistencia de la vecina, que la empujó, golpeó y agarró por el cabello.

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Milagros Núñez lleva 26 años a cargo del Instituto Preparatorio de Niñas de Santo Domingo, el único centro para adolescentes de sexo femenino del país. Cuenta que, antes, los delitos eran de menor gravedad: "robos y riñas leves". "Ahora vienen por haber causado lesiones permanentes, por homicidio y tráfico de droga -una causa que antes no teníamos", detalla.

¿Qué ha pasado? "Los padres no están trabajando con sus hijos", acusa la directora. "Es el mismo problema que hace unos años atrás, pero en una sociedad que está llena de violencia. Entonces los casos están mas graves".

Las adolescentes que llegan al centro, a diferencia de los varones, por lo general tienen algo de educación. "Cuando yo llegué, las adolescentes eran analfabetas. Ahora las que entran son hasta bachilleres. El curso más bajito que tengo en este momento es séptimo".

—Uno tiende a pensar que si tienen más educación, van a delinquir menos. ¿Qué es lo que pasa?
Es por el mismo desorden familiar. La mayoría de ellas vive con abuelas o tías. Pocas viven con mamá y papá. Son hijas de madres jóvenes que, temiendo violación del padrastro, las dejan con la abuela. Después esa muchachita no quiere volver con la madre porque con la abuela tiene más libertad. Y están inmersas en barrios marginales donde todo es violencia y se determina con agresión.

¿Qué características tienen las agresiones que cometen las adolescentes?
Mayormente no son planificadas. Son circunstanciales, del momento. Llegó, se le presentó y sucedió. Porque muchas de ellas vemos que llegan a arrepentimiento: "Yo no sabía que eso iba a suceder", "Si yo hubiera sabido yo no lo hago", dicen.

Los delitos de las niñas
Del total de las 31 niñas recluidas a la fecha en el Instituto, las causas son las siguientes:

Golpes y heridas17
Homicidio (incluye infanticidio)8
Robo3
Implicación o intento de homicidio3
Implicación en violación1
 

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Clara es una figura huesuda que se recorta a contraluz. Con su metro ochenta, clavícula delineada y un leve acné en el rostro, parece una preadolescente que creció muy rápido. Tiene, sin embargo, 20 años. Habla bajo, con un hilo de voz que se quiebra de tanto en tanto.

"Yo pensaba que tenía cinco meses de embarazo, no sabía que estaba de término. No me había hecho una sonografía todavía", cuenta desde el instituto. "El niño como que se me desprendió, pero yo no vi nada". Desangrándose, llegó a casa. Sin mayores preguntas, la llevaron de urgencia al hospital, donde la hemorragia la mantuvo interna tres días. 

Alertados por el mismo centro de salud, la fiscalía mandó a investigar sobre el paradero del niño. El mismo día, en horas en que ya había oscurecido, lo encontraron. Grande -la ficha médica no recoge peso ni talla-, tenía la boca carcomida por las hormigas. Se determinó que la causa de muerte había sido un paro cardiorrespiratorio causado por la hipotermia del abandono.

***

A Celeste Reyes, procuradora de Niños, Niñas y Adolescentes de San Cristóbal, no le gusta especular. A ella le tocó ver la apelación del caso de Clara, a la que se le ratificaron los cinco años por infanticidio que se le impuso en primera instancia.

"Creo que la razón fue que tenía problemas con la pareja y con su madre. No había apoyo de la familia para el embarazo, ni del padre de la criatura", dice ante la pregunta obligada. Clara había abandonado el primer curso de bachillerato al enterarse de su embarazo, y mantenía entonces una relación de ires y venires con el padre del niño.

Si ella hubiera querido abortar, ¿por qué esperó hasta el final?
En realidad no sé. Ella todo el tiempo mantuvo que no tenía intención de abortar, y que los óvulos se los indicó el médico. Pero nosotros investigamos y el doctor jamás se los recetó. Además, ella misma se cortó el cordón umbilical [ella aseguró que se había cortado solo]. O sea, que estaba todo preparado, porque si no hubiera pedido ayuda.

¿No es extraño que una muchacha que quiere abortar le dé seguimiento al embarazo?
Sí, es un poco extraño. A nosotros sí nos pareció raro que ella estuviera visitando el médico y posteriormente hiciera eso.

¿No puede haber sido producto de la depresión? Dos días antes se había ahorcado su hermano.
No sé decir, porque eso no salió a relucir nunca aquí en la corte. No le hicieron evaluación psicológica, porque cuando ocurrió eso no había equipo multidisciplinario en Villa Altagracia.

***

Yorqui Bretón tiene una estrecha relación con las adolescentes. Hace diez años que esta psicóloga trabaja en el instituto, donde ayuda a las muchachas a retomar sus vidas. El centro busca reinsertarlas en la sociedad, y para eso las obliga a asistir a clases, talleres, asumir responsabilidades domésticas y participar en terapias grupales.

"Yo no sé cómo vamos a solucionar esto, pero tenemos que orientar a los padres a que a los muchachos hay que cuidarlos", dice. "Falta control. La mayoría de los padres tienen a los hijos sueltos en la calle, pero también pasa que tienen una situación económica difícil que hace que los niños estén solos".

Por lo mismo, y al igual que todos los entrevistados que trabajan con jóvenes en conflicto con la ley, se opone al aumento de las penas. "Lo que tenemos que trabajar son las causas y la familia. Y darles más oportunidades a estas muchachas. A pesar de que cometen sus errores, siguen siendo niñas. ¿Qué vamos a hacer con una muchacha 15 años presa? ¿Dónde la van a mandar? En Najayo aprenden más cosas negativas y no hay forma de reducación".

¿Se rehabilitan las adolescentes? "Aquí no hay reincidencias. Yo he visto solo dos en 10 años. Cuando llegan aquí han dejado la escuela, pero acá la retoman. Después de que salen, buscan algo que hacer. A cada rato vienen aquí a visitar o nos llaman. Que están en la escuela, en un curso... Algunas quedan muy pegadas y ligadas a uno. Ven esto como algo familiar, se sienten bien. Ese es el objetivo, pero que sea en su familia, en su casa, que puedan vivir lo mismo que aquí, que es lo que les hace falta."

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Rafaela está cursando segundo de bachillerato. "Aquí estoy muy bien, recuperando los años que perdí de clases", cuenta. "Nunca le puse mucha atención a mis estudios, no me interesaba en hacer cursos ni nada por el estilo. Lo mío era fiesta, fiesta, fiesta".

Su versión de lo que sucedió con su novio se llama defensa personal. "Él quería tener relaciones a la mala conmigo y yo no quería porque él ya no me interesaba", dice. Estaba cansada de que él tuviera otras mujeres. Miledys Domínguez, la fiscal que investigó el caso, cuenta que los vecinos nunca oyeron una discusión entre ellos: "Yo entiendo que esto fue un crimen pasional".

Recuerda lo que ocurrió tras la detención: "Cuando le pusimos la primera medida cautelar, la familia de ella no estaba. Después fue apareciendo un tío, pero en un principio la mamá no fue". El padre nunca apareció. "Mi papá se alejó cuando yo tenía 9 años. Lo de él era maltrato y maltrato, por eso me fui de la casa", cuenta Rafaela.

Y se le caen las lágrimas.

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A Virginia le queda por cumplir la mitad de su sanción. Las pruebas que se presentaron en el juicio concluyeron que Olga había sido agredida, aunque no se realizó ningún examen de ADN. "Es muy difícil contar con esa prueba porque es muy costosa", explica Ángela Frías, la fiscal de Bonao que llevó el caso. "La Procuraduría la implementó hace poco, pero en ese entonces los jueces valoraron los testimonios y otras pruebas".

Por esas vueltas de la vida, tanto el hermano como el novio de Virgina están libres. El primero pagó una fianza de 50 mil pesos, y el segundo (de entonces 30 años), de 200 mil.

"Ellos [los que me juzgaron] creen que me hicieron una maldad, pero en realidad me hicieron un bien porque nadie sabe qué cosa peor me iba a pasar en la calle", desafía Virgina. Ha retomado la escuela que había abandonado por tres años, y ya no usa drogas. "Cuando salga quiero seguir estudiando. Yo quiero estudiar ingeniería o arquitectura, pero me dicen que es muy caro, así es que voy a ver si tomo educación".

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