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Guerra de abril
Guerra de abril

Héroes anónimos de abril de 1965

Muchos se atribuyen hazañas en las cuales nadie los vio o se hicieron fotografías con fusiles en manos

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Héroes anónimos de abril de 1965

Los acontecimientos posteriores al 24 de abril de 1965 parieron héroes que alimentan la mitología popular.

Miles de combatientes estamparon a su paso hazañas que permanecen en el anonimato, ya que no les interesa el papel de vedette para pregonar lo que hicieron por la patria.

Otros se atribuyen hazañas en las cuales nadie los vio o se hicieron fotografías con fusiles en manos cuando en realidad eran unos cobardes.

Escuché hace varios años en un popular programa radial a Jottin Cury desmentir a un intelectual que se atribuía la autoría del último discurso que pronunció Francisco Alberto Caamaño en la Torre del Homenaje.

Hay quienes tienen colgados en las paredes de sus casas diplomas con el título de “Comandante”, que nadie le expidió.

Sin embargo, en el pueblo llano, siempre dispuesto a ofrendar su vida por las mejores causas no se produce exhibicionismo.

De niño en mi vieja Villa Francisca, barrio en el que crecí, cerca de la avenida Mella y colindante con los heroicos barrios de San Antón y Santa Bárbara, siempre escuché de personas mayores historias de hombres y mujeres cuyas únicas armas era la conciencia en firme, como dice Pedro Mir.

Ahora que se cumplen 54 cuatro años de aquellos acontecimientos me vienen a la memoria esos relatos.

Era común oír relatos de hechos en los que participaron Freddy el Bailarín, hijo de doña Fefa, Mico el Mocho, un hombre al cual la falta de una mano no impidió defender la soberanía nacional.

Pedro Cadena, Miguel el Loco y otros cuyos nombres no recuerdo hicieron verdaderas hazañas bajo el fuego cerrado de francotiradores ubicados en Molinos Dominicanos, algunos de estos inmortalizados por José Francisco Peña Gómez en su poema “Lloran las viejas campanas”.

Sobre todo en las decisivas batallas del 15 y 16 de junio de 1965, cuando el invasor fue impedido de tomar la Zona Constitucionalista.

Escuché relatos de que esa batalla fue campal. Desde laberínticos callejones se arrojaban piedras, rudimentarias bombas molotov y hasta latas llenas de excremento humano al paso de las tropas enemigas.

Nunca he olvidado uno de esos relatos que dice que en la esquina Félix María Ruíz (hoy México) con Juana Saltitopa dos o tres mujeres cubrieron con varias cubetas de mierda a un soldado invasor, su propósito no era matarlo, pero si humillarlo.

A esos hombres y mujeres que cayeron y combatieron en la heroica Villa Francisca nuestro reconocimiento en este nuevo aniversario de una de las más bellas páginas de la historia dominicana.

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