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Crisis venezolana
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Un concierto provocador

Los artistas tienen derecho a ser políticamente lo que les dicte su conciencia

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Un concierto provocador
Juan Luis Guerra durante su actuación en el concierto en Colombia (EFE)

No hay que crucificar a Juan Luis Guerra por su participación el viernes 22 de febrero en el concierto de Cúcuta, Colombia, junto a otros artistas, aunque ese elenco haya endosado su apoyo a los que planifican una invasión militar contra el pueblo venezolano, a los que quieren apoderase de sus riquezas minerales.

Era su derecho participar en ese concierto o en cualquier otro que se celebre a instancia de quienes creen hay que tomar por la fuerza a los pueblos para establecer regímenes favorables a ellos. Esa es una decisión que hay que respetar, aunque miles de sus seguidores no la compartan.

Lo que no puede negar Juan Luis Guerra es que con su actuación en un concierto auspiciado por Estados Unidos, Colombia y otros países asume una postura frente a un conflicto que divide a la comunidad internacional, es clarísimo que adopta una posición en apoyo a los que están provocando un baño de sangre en la tierra de Simón Bolívar.

Difiero en muchos aspectos del régimen de Nicolás Maduro, pero de ahí apoyar una invasión militar hay mucha distancia. Los dominicanos nunca olvidamos que en dos ocasiones las botas de la soldadesca estadounidense han pisado nuestro territorio.

El autor de “Ojalá que llueva Café” y de “La Guagua va en reversa” con su participación en el conflicto ha dicho al mundo que se une a la política diagramada en el Despacho Oval de la Casa Blanca, no solo contra el hoy inquilino del Palacio de Miraflores sino contra todo gobierno de signos contrario a EEUU en Latinoamérica.

Es extraño que los que hoy piden que se abran las fronteras y puertos venezolanos para que llegue la “ayuda humanitaria” son los que auspician un bloqueo contra el pueblo venezolano, ¡vaya ironía de la vida!”

Hay que consignar que la actuación del afamado artista dominicano en el citado concierto no menoscaba su calidad, como no se disminuyó la de Jorge Luis Borges, Ezra Pound o Mario Vargas Llosa con la postura política conservadora que han enarbolado. Tenemos que acostumbrarnos a aceptar como bueno y válido que es un derecho de los artistas ser políticamente lo que les dicte su conciencia.

Solo hay que decir como el gran César Vallejo: “Aparta de mí este cáliz”.

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