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Santo Domingo empieza a mirar hacia la resiliencia urbana

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Santo Domingo empieza a mirar hacia la resiliencia urbana
Las inundaciones urbanas son el primer factor de riesgo de una ciudad cruzada por los ríos Ozama e Isabela. (MARVIN DEL CID)

65%

De la población de Santo Domingo Este está expuesta a inundaciones, y el 37% a tsunamis, dice estudio.

SANTO DOMINGO. La resiliencia, concepto que engloba la capacidad de las personas para adaptarse y reponerse a situaciones adversas, empieza a ser materia común entre los que tienen la responsabilidad de trazar políticas urbanísticas de las ciudades del país.

Alcaldes y directores de planeamiento de las alcaldías del Gran Santo Domingo ya incluyen la resiliencia urbana como eje transversal de sus políticas de planificación y desarrollo y en Santiago de los Caballeros se diseñó un plan de acción, unos y otros, conscientes de las amenazas que tienen que enfrentar en sus demarcaciones.

Pero la capacidad de resiliencia en estas y las demás demarcaciones del país dependerá de la disposición que tengan las autoridades para ordenar sus territorios, una materia que sigue pendiente en la mayoría de los municipios. También de la coordinación que logren los gobiernos local y central para planificar el desarrollo.

Sus cimientos sobre fallas geológicas activas y su ubicación en la ruta de los huracanes que se forman en el Atlántico y el Mar Caribe, hacen de República Dominicana un país vulnerable a desastres. El Índice de Riesgo Climático Global 2018 (IRC), que realiza Germanwatch, le coloca entre los diez países más vulnerables al cambio climático.

Solo en el Distrito Nacional se han identificado más de 20 sectores y barrios vulnerables a inundaciones, debido a las crecidas que generan los ríos Isabela y Ozama con sus cañadas y arroyos que penetran al entorno citadino, situación que se agrava con la dispersión de residuos sólidos que obstruyen el sistema de drenaje.

En Santo Domingo Este, una “Estimación Rápida del Riesgo de Desastres” que preparó el cabildo junto a la Unión Europea determinó que “el incremento del caudal de los ríos que forman su cuenca no solo produce desbordes e inundaciones sino también erosión fluvial y caídas de los taludes laterales, afectando viviendas, cortando accesos viales y los terrenos de cultivo en sus márgenes”.

En esa demarcación existen 21,155 hogares ubicados a menos de medio kilómetro de un río o cañada, que representan alrededor del 12% de los 174,017 hogares que hay en el municipio.

La Defensa Civil Dominicana tiene identificados 86 sectores vulnerables en el Gran Santo Domingo, 17 en Santo Domingo Este, 13 en Santo Domingo Oeste, 21 en Santo Domingo Norte, seis en Boca Chica, 12 en San Antonio de Guerra, ocho en Los Alcarrizos y nueve en Pedro Brand. Las principales amenazas en cada municipio son el desbordamiento de los ríos y la falta de drenaje pluvial.

Enfrentar esas amenazas requiere diseñar políticas en los aspectos sociales, económicos y urbanísticos.

Ordenar el territorio

En la alcaldía del Distrito están inmersos en la elaboración del Plan de Ordenamiento Territorial como parte de los trabajos que comenzaron hace tres años en el marco del programa de Planificación para la Adaptación que realizaron con el apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).

El plan de ordenamiento, que se encuentra en fase final de formulación, incluye el enfoque de adaptación climática y, de manera transversal, el tema de la resiliencia, explica Mónika Sánchez, coordinadora técnica de Planeamiento Urbano del ADN.

“Se hizo un análisis de vulnerabilidad que identificó los principales estresores climáticos que afectan el DN y, a partir de ese análisis, hemos ido trabajando junto con el diagnóstico territorial del DN y los demás procesos de formulación y se han identificado una serie de acciones”, comenta.

Una de esas acciones fue la clasificación del suelo, que les permitió identificar zonas no urbanizables en la ciudad, pero que tienen asentamientos humanos. Reubicarlos o no tendrá que ser resultado de una política del Gobierno central, aclara.

Otra acción que se prevé es el fortalecimiento de la infraestructura verde de la ciudad, un tema que –indica- se enfoca en los parques y jardines como estrategia para mejorar algunas vulnerabilidades, tales como el disponer de superficies más permeables para los procesos de urbanización, a la vez que sirve para hacer frente al incremento de las temperaturas y posibles olas de calor.

El Distrito Nacional, ubicado en la costa Sur del país, tiene una extensión territorial de 91.58 km², rodeado en tres de sus cuatro extremos por cuerpos de agua. Al sur lo limita el Mar Caribe; al este el río Ozama; al norte el río Isabela y al oeste los municipios Los Alcarrizos y Santo Domingo Oeste. De acuerdo con la Oficina Nacional de Estadística (ONE), 70 barrios y 257 sub-barrios conforman el Distrito.

“Todos los sectores y servicios fundamentales para el desarrollo del Distrito Nacional son vulnerables al clima, por lo que la incorporación de medidas de adaptación en los instrumentos del Plan Municipal de Ordenamiento Territorial (PMOT) es fundamental”, plantea un documento redactado por el cabildo con el auspicio de la USAID.

Otra demarcación que hace esfuerzos por organizar su territorio es Santo Domingo Este. La vicealcaldesa Jacinta Estévez se ufana en señalar que es el único municipio en la Plataforma Mundial sobre Gestión de Riesgo y de que el año pasado fue presentado para su incorporación en la campaña mundial de Ciudades Resilientes.

También celebra que puedan contar, a la fecha, con un Plan Municipal sobre Gestión de Riesgo y Resiliencia y tener formado un comité municipal que trabaja, entre otras cosas, en programas de descongestión visual, poda de árboles, limpieza de imbornales y cañadas y una mesa de salud para control de enfermedades.

El plan de ordenamiento, todavía en ejecución, parte de un estudio diagnóstico que identificó las zonas vulnerables en el municipio y sirvió de base para disponer que en algunas barriadas ya no se permitan nuevas construcciones. Otras ni siquiera deben ser habitadas debido al grado de amenaza que enfrentan.

Javier Bueno, intendente del Cuerpo de Bomberos del municipio, y el Pedro Santana Marte, director regional Ozama de la Defensa Civil, mencionan sectores como La Barquita Vieja, El Dique y Las Lilas, entre otros asentamientos informales en las riberas del Ozama que sufren de inundaciones frecuentes y que no deben ser habitados. También refiere a Brisas del Este y otras cinco barriadas localizadas en Los Farallones, donde los vientos fuertes afectan severamente las viviendas, sobre todo aquellas que tiene techos de zinc.

El Plan Municipal de Reducción de Riesgos ante Desastres de Santo Domingo Este resalta que “el análisis de exposición establece que los sectores de Villa Duarte, Los Mameyes, Los Tres Brazos y El Tamarindo representan un importante nivel de riesgo. Una estimación general de la cantidad de población en un escenario pesimista refleja que el 65% de la población está expuesta a inundaciones, 37% a tsunamis, 26% a terremotos y 12% a deslizamientos”.

El intendente de los Bomberos entiende que para algunos de esos sectores la solución es la reubicación y pone de ejemplo a Brisas del Este que, además de las ráfagas de viento, tienen dificultad de acceso para darle respuestas ante una emergencia.

Como en las demás demarcaciones, movilizar personas establecidas por años en zonas vulnerables, traspasa la capacidad de respuesta y planificación de los municipios y las acciones quedan a expensas del Gobierno Central para poder desarrollarse.

Bueno cita el caso de la Barquita, donde el Gobierno movilizó 1,787 familias (según cifras oficiales) de la margen del Ozama y las reubicó en el proyecto habitacional La Nueva Barquita, en Santo Domingo Norte. También el proyecto Domingo Savio que anunció el presidente Danilo Medina para reubicar a unas 1,300 familias de las zonas de inundaciones del Distrito Nacional.

En lo que concierne al cabildo, Marte señala las normativas de construcción que tienen en algunos sectores, como el Ensanche Ozama, donde no se permiten construcciones de más de 50 niveles, debido a las condiciones de suelo, y Villa Faro, dónde se limitó la altura a no más de cinco niveles porque sus calles son muy estrechas y un aumento de la densidad poblacional afectaría la movilidad.

Santiago, una de 100 Ciudades Resilientes

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Infografía
Vista de la ciudad de Santiago. (MARVIN DEL CID)

Santiago forma parte de 100 Ciudades Resilientes, una red que auspicia la Fundación Rockfeller y que promueve el fortalecimiento de las capacidades municipales para enfrentar los desafíos físicos, económicos y sociales del siglo. La fundación apoya en aspectos técnicos a las ciudades que planifiquen su desarrollo.

La lista de ciudades, entre las que se encuentran Italia, Boston, Barcelona, Buenos Aires, México City, Atlanta, Dallas, Dakar, Cali y Chicago, es resultado de una revisión de más de 1,000 propuestas, siendo seleccionadas aquellas que presentaron “alcaldes innovadores, que son catalizador reciente del cambio, tienen historia de creación de asociaciones y tienen capacidad de trabajar con una gama de partes interesadas”, explica la fundación en su página web.

Aunque Santiago lleva varios años con la Fundación Rockfeller, fue a finales de 2017 cuando empezó a trabajar su estrategia tras la selección de una directora de Resiliencia, un puesto que sostiene la fundación y que recayó, por concurso, en la arquitecta María Isabel Serrano.

El estudio diagnóstico que sirve de base a la estrategia determinó que en Santiago crecían la inequidad social, la dispersión de servicios y los grandes desafíos naturales y humanos. En el documento Estrategia de Resiliencia se plantea que la economía depende considerablemente de la industria y el comercio como base del desarrollo económico de la zona, pero que esos sectores “contribuyen directa o indirectamente al detrimento de la infraestructura verde urbana, sea por la cercanía, los modos de producción, el manejo de materia prima, el desecho de residuos o la demanda de mano de obra barata que emigra desde zonas rurales para ubicarse en las zonas de mayor riesgo natural”.

También se identificó que Santiago tiene alto riesgo frente a tormentas severas, brotes de enfermedades, terremoto, inundaciones de agua de lluvia y enfermedades crónicas, y riesgo medio ante sequías, inundaciones fluviales, fallos de infraestructura crítica, deslaves e incendios.

Para enfrentarlas, la municipalidad señaló 500 acciones que luego se consolidaron en 45 bajo una sombrilla de cuatro perfiles y 10 metas.

“Lo importante de esto es que, cada una de las estrategias fueron vistas desde la factibilidad y viabilidad de cumplimiento de las acciones”, comenta Hilda Ovalles, directora técnica del cabildo de Santiago.

“Por ejemplo, si íbamos a trabajar el tema residuos sólidos, nos preguntábamos cuáles instituciones van a apoyar esa estrategia, tenemos presupuesto para el cumplimiento de las mismas, con cuáles instituciones contamos para poder dar cumplimiento en la parte presupuestaria. O sea, fueron vinculadas a una técnica para que cada grupo que participó pudiera buscar cuáles son las problemáticas y de qué forma buscarle solución”.

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