Despiden a Rafael Antonio Ortega González

SANTO DOMINGO. Cientos de amigos y familiares asistieron al velatorio del médico Rafael Antonio Ortega González (don Fellito) en la Funeraria Blandino de San Francisco de Macorís, el pasado viernes.
Su hijo mayor, Eméry Ortega Martínez, dio las gracias a los presentes, mientras que Manuel Mora Serrano pronunció el panegírico.
Mota dijo que Ortega González “había sido iniciador, presidente, director o parte activa de casi (por no decir todas, en un total de veintitrés) de las instituciones relacionadas con el desarrollo de su ciudad natal, y a favor de los desposeídos”.
En una comunicación de prensa, destacó que en los tres lugares donde se le veló la asistencia de público de todas las clases sociales fue masiva, incluso en el cortejo fúnebre, y que hubo guardias de honor en la Universidad Católica Nordestana (UCN), donde fue miembro fundador.
Panegírico pronunciado por Manuel Mora Serrano
Cuando murió la poeta Melba Marrero de Munné escribí “Yo vi la tarde amortajada de crisantemos y me dije: “Alguien que te amaba mucho Macorís ha muerto”, al saber la noticia de la muerte del doctor Rafael Ortega González recordé que su pueblo con una confianza familiar como el que se le tiene a alguien muy suyo y al mismo tiempo respetado, le llamaba Fellito o don Fellito Ortega sin decirle tú sino siempre usted, y más de medio siglo después repetí : “Alguien que te amaba mucho Macorís, ha muerto.”
Es probable y muy posible que todos amemos el solar nativo, pero los que tratamos de cerca y en la intimidad a Fellito Ortega sabemos que su amor por su ciudad y su municipio, por su provincia en general o su región o su país, tenía extremismos que le causaron al final de sus largos días sobre el planeta muchas satisfacciones y desengaños. Después de haber superado el siglo en la tranquilidad virgiliana de La Joya, frente a los cambios más morales que materiales solía decirnos: “¡Ay mi Macorís!”
Ha rendido la jornada de la vida después de vivirla y sufrirla por ciento cuatro años, un privilegio que pocos seres han disfrutado. Y dije sufrirla propiamente, su vida no fue siempre la de un exitoso sin problemas económicos. Venía de la pobreza y fue hijo de sus actos. Luchó con lo que tenía: Su extraordinaria tenacidad y su indiscutible talento.
Amaba tanto como dije a su Macorís que a pesar de ser la mano derecha en sus días de estudiante de un sabio como Francisco Moscoso Puello, en cuanto pudo volar con sus alas regresó a la sombra patricia de Quita Espuelas, a dar lo que había aprendido y a luchar no solo por la salud de sus macorisanos sino a preocuparse por el destino de los que más necesitaban.
No hay gran hombre sin una gran compañera que sea su cómplice en todo lo mejor y tuvo la suerte de haber escogido para que le acompañara en los duros años a una mujer del temple de doña Violeta Martínez Valor con la cual ha procreado una familia ejemplar en muchos aspectos, sobre todo en su amor por el estudio: Los siete son exitosos profesionales.
Fellito cuando logró el bachillerato fue maestro (no un simple profesor), destacando un signo característico suyo al hablar de tener la mano como si estuviera ante una pizarra. Sus siete hijos supieron de ese rigor del maestro por vocación que fue hasta su muerte, especialmente sus hijos mayores Emery, nombrado y Rafael Antonio, los mayores. Los demás fueron el citado Francisco Orlando, Gemel (o Yemel), Robert, Vindhia y Hayán José Ortega Martínez.
Fellito amaba las artes, las ciencias y las letras. Pronunció enjundiosos discursos y dejó páginas notables sobre sus conocimientos y experiencias que recogeremos. Editando “Lecciones sobre Medicina Forense y técnicas sexuales” que ha sido de uso en la facultad que lleva su nombre en dicha universidad.
Además de lo dicho, fue un sembrador amante de lo ecológico.
En la tumba de este munícipe benemérito dejaría este simple epitafio: “Aquí reposa Fellito Ortega un hombre que supo amar y servir a su familia y a su pueblo (1912-2016”.
Diario Libre
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