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Escuelas que apuestan por la educación inclusiva y la diversidad

Son modelos que nacen en el nivel inicial

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Escuelas que apuestan por la educación inclusiva y la diversidad
La inclusión es una práctica que transforma vidas. (FUENTE EXTERNA)

En un sistema educativo donde la inclusión todavía enfrenta resistencia, dos centros educativos privados de nivel inicial y preescolar apuestan por un modelo que coloca al niño con todas sus diferencias en el centro del proceso. 

Piolín Comunidad Escolar y My Little Angels Daycare & Preschool, ambos colegios regulares, han desarrollado programas de inclusión para niños con autismo y otras condiciones del neurodesarrollo, demostrando que la educación inclusiva no es solo posible, sino transformadora cuando existe compromiso, preparación y trabajo en equipo.

Piolín Comunidad Escolar nació en 1996, pero su proceso de inclusión formal comenzó en 2006, con la llegada de Karen Heinsen, educadora especializada en educación temprana y dirección de centros. Desde entonces, el colegio asumió un enfoque integral que involucra a docentes, familias y profesionales de la salud.

Heinsen explica que el aumento de niños dentro del espectro autista fue el detonante para crear un programa inclusivo, respetuoso, amoroso y comprometido con el desarrollo integral del niño. "Estos niños tienen un sistema operativo distinto, pero son niños maravillosos. La inteligencia no está en cuestión", afirma.

Uno de los pilares del modelo de Piolín es la detección temprana. No esperan períodos evaluativos formales para alertar a las familias. "Si en un campamento observo algo que amerite atención, llamo. Con tiempo y prevención, todo tiene otro sabor y otro matiz", sostiene la directora.

Los resultados, asegura, han sido profundamente gratificantes: niños que iniciaron sin lenguaje verbal y hoy leen discursos en sus graduaciones. "Eso para mí es un regalo de Dios", expresa.

Un trabajo en equipo

En Piolín, la inclusión no recae solo en el aula. Es un esfuerzo conjunto entre escuela, familia y equipo multiprofesional. Psicólogos, terapeutas y padres trabajan alineados, entendiendo que la constancia es clave para que los niños puedan integrarse con éxito a una escuela regular.

Uno de los grandes desafíos, según Heinsen, es la negación inicial de algunas familias ante las alertas del desarrollo. 

El centro trabaja con grupos reducidos, entre 12 y 15 niños por aula, y prioriza un acompañamiento cercano. Además, replantea conceptos tradicionales: el término maestra sombra ha quedado atrás. "Nosotras creemos en maestras luz, maestras de apoyo", explica.

La inclusión también se refleja en la dinámica social. Los niños neurotípicos aprenden a respetar, cuidar y valorar a sus compañeros. "No educamos desde la pena, educamos desde la confianza y la exigencia", puntualiza Heinsen.

Con 20 años de trayectoria, My Little Angels Daycare & Preschool, dirigido por Dayana Fernández, inició su programa de inclusión hace aproximadamente siete años, como respuesta al rechazo sistemático que sufrían niños neurodivergentes en centros educativos regulares.

Fernández diseñó el programa Covat, basado en la estimulación sensorial: kinestésica, olfativa, visual, auditiva y gustativa. "No se trata solo de que el niño aprenda a leer o escribir. Para llegar ahí hay que trabajar muchas otras áreas", explica.

El enfoque es individualizado y se adapta a la edad mental del niño, no solo a su edad cronológica. Las actividades curriculares se ajustan sin desvincular al niño de la temática general del aula, garantizando su exposición constante al entorno escolar.

En los casos de apoyo severo, los niños inician en un programa terapéutico con psicólogos especializados, donde cada profesional maneja hasta cuatro casos. El objetivo es estructurarlos y prepararlos para su futura integración al aula.

A diferencia de otros centros, Fernández no utiliza maestras acompañantes permanentes. Considera que una estimulación intensiva y bien dirigida favorece una transición más rápida hacia la autonomía.

El modelo de My Little Angels integra de forma activa el componente médico, nutricional y familiar. "El niño es un sistema. Casa, colegio y terapia tienen que estar alineados", enfatiza.

"La diversidad es que te inviten a la fiesta, pero la inclusión es que te saquen a bailar"

Esta frase, compartida por Dayana, resume la filosofía que guía a ambos centros: no basta con abrir las puertas, hay que garantizar que cada niño sea parte real de la experiencia educativa.

Historias como las de Piolín Comunidad Escolar y My Little Angels demuestran que con fe y acción, la inclusión deja de ser un discurso y se convierte en una práctica que transforma vidas.

Diagnósticos responsables y expectativas realistas

Fernández hace un llamado a la prudencia en los diagnósticos. Advierte que no toda dificultad del desarrollo es autismo o TDAH, y que muchas veces se trata de trastornos del procesamiento sensorial o del lenguaje.

"La intervención no puede esperar, pero el diagnóstico debe manejarse con responsabilidad", señala.Para la directora, la satisfacción no tiene comparación. Ver niños avanzar, integrarse, comunicarse y funcionar de manera independiente es la esencia del proyecto. Destaca también el nivel de empatía que se genera en la comunidad escolar, incluso entre los propios niños.

"Ellos ayudan, cuidan, acompañan, y nadie se los enseña. Es instintivo", relata.Ambas educadoras coinciden en que la inclusión va más allá de aceptar al niño en el aula. Implica participación activa, adaptación, respeto y acompañamiento constante.

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La comunicación social para mí no es solo una carrera, es una forma de darle voz a quienes no la tienen.