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El estudiante dominicano: auténtica expresión de la posmodernidad

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El estudiante dominicano: auténtica expresión de la posmodernidad
Domingo Caba Ramos.

“El Hombre Light carece de referentes, tiene un vacío moral y no es feliz, aun teniendo materialmente casi todo”.

(Enrique Rojas)

A partir del siglo XX el mundo comenzó a vivir o dio inicio a un nuevo proceso histórico identificado por filósofos, sociólogos, sicólogos y otros pensadores con el nombre de posmodernidad. Y entre las características sociosicológicas que tipifican este período merecen citarse las siguientes:


Las personas sólo quieren vivir o se interesan por el presente. El pasado y el futuro carecen de importancia.
Constante búsqueda de lo inmediato.
Proceso de pérdida de la personalidad individual.
Culto al cuerpo y a la liberación personal.
Disfrute desenfrenado de los placeres que presenta la vida.
Desaparición de todo tipo de idealismos.
Desaparición de la valoración del esfuerzo.
Pérdida de la fe en la razón y en la ciencia y, contradictoriamente, ciego culto a la tecnología.
Culto a lo fácil y rechazo a todo lo que implique sacrificio.
Pérdida progresiva de los valores.
Individualismo o pérdida progresiva de la solidaridad y la sensibilidad social.
Emerge con toda su fuerza el “Hombre Light”.
Pérdida de la ambición personal de autosuperación.
Enriquecimiento rápido y sin esfuerzos.

Es en ese contexto en el que necesariamente debemos situar a muchos de los estudiantes dominicanos que cursan estudios en los diferentes niveles de enseñanza, si en realidad deseamos comprender o descubrir las reales razones que lo llevan a comportarse de manera apática e irresponsable frente a sus compromisos académicos.

Para la mayoría de nuestros estudiantes, pensar parece ser un pecado mortal. Por eso olvidan o no realizan las tareas asignadas. Por eso todo lo copian o bajan de la red de Internet. El famoso “copia y pega”, que tantos daños ha producido en el mundo estudiantil, campea por sus fueros, y la “lecturofobia” se constituye en uno de los males que más afecta su progreso estudiantil.

Analizar, comparar y asociar ideas para extraer conclusiones constituye procesos del pensamiento lógico que brillan por su ausencia en las prácticas cotidianas del estudiante posmoderno. Como también escasean o se han convertido en verdaderos mitos, procesos como la conceptualización, la producción de conocimientos y la generación de ideas.

La red de Internet, en ese sentido, ha constituido para ellos la mejor tabla de salvación. Gracias a esta, los trabajos de investigación de no pocos alumnos de los niveles medio y superior, generalmente se reducen a la conjugación de los cuatro verbos mágicos: “copiar”, “pegar”, “imprimir” y “entregar”.

Lo antes expresado explica las bajas calificaciones que obtienen muchos estudiantes, en la universidad, por ejemplo, cuando en los exámenes se les solicita que expliquen, comparen, establezcan diferencias, etc. Y también explica por qué esos mismos estudiantes, durante las clases cotidianas, no son capaces de explicar un tema determinado si no se les permite leer el texto en el que se habla acerca de dicho tema.

Y lo que es más preocupante aún: el orgullo de ser el mejor del curso parece haberse extinguido o desaparecido por completo de su universo mental. A la mayoría le basta con aprobar al “ras” la asignatura, pero muy pocos hacen lo posible para lograr este limitado y académico propósito.

La tecnología mal empleada, el uso enfermizo de las redes sociales, del celular (“telefomanía”), el “chateo” y el “jangueo” (gozadera) sin límites consumen la mayor parte de su tiempo y se traducen en actividades que en orden de prioridad se imponen a cualquier tipo de compromiso escolar. Su visión de la vida en lo que a los estudios se refiere, parece resumirse en una frase de estoicos perfiles: “Yo tengo que pasar la materia; pero no voy a matarme estudiando. Si me va mal, le pido al maestro que me ayude con algunos puntos y ya...”

Así son, con sus naturales excepciones, nuestros estudiantes: fiel y auténtica expresión de una posmodernidad que les aconseja “no matarse mucho”, “cogerlo suave”, disfrutar el presente, no agradecer ni valorar los múltiples sacrificios en que incurren los padres para costearles sus estudios. Expresión de una postmodernidad que les aconseja, simple y sencillamente... “VIVIR LA VIDA”

El autor es profesor universitario de Lengua y Literatura

dcaba5@hotmail.com

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El autor es profesor universitario de Lengua y Literatura dcaba5@hotmail.com