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Joven dominicana, venciendo barreras y sumando logros en Estados Unidos

Alice Bélgica Banks Acosta, de 19 años, puede hoy mirar hacia atrás y recordar con agradecimiento todo el sufrimiento que para ella representaron los primeros años de su adolescencia, pues asegura que aquellos momentos amargos la moldearon y la dotaron de la fortaleza que exhibe.

A sus 13 años emigró a los Estados Unidos bajo la promesa que le hicieron sus padres de que se iban en busca de un mejor estilo de vida y de las oportunidades que no le ofrecía su natal República Dominicana. Sus dos hermanitos y una maleta cargada de ilusiones acompañaron a la espigada niña, de pelo lacio y ojos color marrón oscuro hacia aquel destino donde pensaba que todo sería color de rosa.

Sus primeros días fueron alegres, tanto como si se trataba de unas vacaciones. Sin embargo, su experiencia empezó a tornarse gris cuando le tocó enfrentarse a una cultura e idioma totalmente desconocidos.

Para la adolescente, oriunda de Gurabo, provincia Santiago, lo más traumático fue poder comunicarse. En el distrito Hazleton, Pensilvania, pocos hablaban español y sus conocimientos del idioma inglés solo le alcanzaban para decir “hola” y preguntar “¿cómo estás?”, situación por la que también atravesaba su familia.

“Muchas veces vemos los Estados Unidos como el país de las oportunidades, el país de las grandes cosas, pero allá también se pasa trabajo. No todo es color de rosas, no todo es un arcoíris. Se pasan muchas situaciones difíciles”.

Alice Bélgica cuenta que siempre ha sido muy conversadora. “Me gusta expresarme, tenía opiniones, tenía comentarios, tenía historias, pero no podía comunicarme”. Tampoco podía entender las instrucciones de sus maestros cuando ingresó a la escuela, donde se sentía como en otro planeta.

Solía mirar a su alrededor para identificar cuáles eran sus compañeros bilingües. No entendía nada. No sabía cuándo tenía tareas, cuándo tenía un examen, no sabía qué estaba pasando en el momento. Y así transcurrió su primer año escolar, tiempo que le tomó comprender el idioma, aunque todavía no podía hablarlo con propiedad.

Mientras lidiaba con barreras propias de la inmigración y trataba de hacer caso omiso al bullying que recibía de parte de sus compañeros, Alice se puso como meta ser una estudiante sobresaliente. Pero su confianza en sí misma y sus deseos de salir adelante se vieron quebrantados el día que le expresó a uno de sus maestros que quería hacer el bachillerato en la academia de ciencias. “Ese maestro me dijo que yo no podía, que esa academia estaba diseñada para otro tipo de estudiantes, y que si yo lograba llegar no lo iba a soportar y me iba a salir”.

Aquel momento la marcó y lo describe como una de las decepciones más grandes que ha tenido en la vida, pero a la vez, significó su mayor impulso.

Alice exhorta a la juventud a que confíe en sí misma y no tenga miedo de intentarlo. “Tanto las metas grandes como las pequeñas se inician de la misma manera: dando un primer paso”.

Alice Bélgica se convirtió en la primera hispana de su escuela en ingresar a un programa de niños superdotados en el distrito Hazleton, pero además ingresó a la academia y finalizó el bachillerato con un índice de 99.1.

“Me sentí mal porque los maestros son aquellas personas que están supuestas a apoyarnos y motivarnos. Pero, con los logros que tuve durante esos cuatro años en la academia de ciencias le demostré que sí se puede. Yo volví a hablar con ese profesor y hoy en día está más que orgulloso”, cuenta Alice con la sonrisa que le da la alegría de haberlo logrado.

Ahora, Alice ingresará a la Universidad de Scranton, en Pensilvania, a estudiar finanzas. Afirma que los números son su pasión, lo que heredó de su padre, a quien define como su mayor influencia.

Sus altas calificaciones la hicieron merecedora de una beca que le otorgó el Ministerio de la Juventud, a través del Consulado Dominicano en Nueva York, para que curse sus estudios superiores en una universidad de los Estados Unidos.

“Todo tiene su tiempo y para mi este es el tiempo de prepararme y enfocarme en mi futuro. Muchas veces uno se pierde de actividades sociales, pero las prioridades van primero, mi educación para mi está en primera fila y ya vendrá tiempo para todo lo demás”.

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Periodista en Diario Libre.