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Romper el ciclo de violencia: educar y acompañar

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Romper el ciclo de violencia: educar y acompañar
“No es solo la articulación de la penalización, de la intervención cuando ya se comete el delito, sino de prevención y para eso tenemos que hablar de educación”, dice Heidy Camilo Hilario, psicóloga y terapeuta

SANTO DOMINGO. El sueño de familia de Yohennis Ramírez empezó como muchos otros: conoció a un joven, se enamoró, tuvieron un noviazgo y se casaron. Las fisuras empezaron a verse poco a poco, y a pesar de su esfuerzo por mantener las piezas unidas (“ponía toda mi energía e intentaba superarlo todo”) llegó el cataclismo.

Manipulación y peleas. Reconciliación. Luego, agresión física. Más peleas, más golpes, más reconciliaciones. Siete años, tres hijos. Orden de alejamiento. Él, borracho y armado, destrozando los vidrios de su vehículo. Una agresión que la puso en peligro.

Yohennis logró romper el ciclo. “La palabra clave, buscar ayuda”. Pero llegar a ese paso significó todo un camino que no siempre es fácil de transitar, y que depende de apoyos externos de los que muchas mujeres carecen.

Primero, entender

“Cuando viene a llegar el primer golpe hace rato que la violencia psicológica, económica, emocional, la verbal y la sexual están instauradas”, apunta la psicóloga y terapeuta especialista en violencia de género, Heidy Camilo Hilario.

Y este escenario no se construye de repente, sino de una manera sutil, sostenido en un sistema machista en que participan todos. “Tenemos agresores porque el sistema educa para ser agresores, pero en eso participan hombres y mujeres”.

Apunta que con frases como “quien te quiere te cela” y “quien te ama a veces te hará sufrir” se va normalizando la violencia. “Bueno es que los hombres tiene un carácter fuerte y el hombre tiene que ser fuerte”. Eso es construcción de género y le dice al hombre que ser fuerte para dominarme a mí que soy mujer”, señala.

Sentimientos y ciclo

La especialista apunta tres sentimientos que aceitan el ciclo de la violencia, que es ese círculo en que las agresiones sistemáticas van atrapando a la mujer agredida: culpa, pena, miedo y vergüenza.

Explica que el agresor culpabiliza a su pareja de sus reacciones y justifica sus enojos y agresiones con alegatos de traumas e “historias tristes” que provocan sentimientos de pena.

Yohennis lo recuerda en su caso. “Pensaba que él era víctima de un problema, que con ayuda cambiaría y sí creí que era mi deber apoyarlo, esforzarme y luchar por el matrimonio”.

Instalado el “discurso acusador y manipulativo, en que la mujer termina cediendo inclusive por cansancio”, señala la psicóloga Camilo Hilario, el ciclo se estructura: tensión, explosión y luna de miel.

Llama la atención ante la creencia de que el agresor sea un dependiente emocional.

“La dependencia emocional tiene una característica de personalidad y quien es dependiente emocional va a serlo con las amistades, con la pareja, con el terapeuta, con el pastor, con el sacerdote, con la familia”. Y señala, “el agresor tiene una clara visión de a quien le agrade, cuándo le agrede, en qué momento le agrede y cuáles son las técnicas que va a utilizar para llevar el maltrato”.

Sobre la víctima expone que entrar en ese circulo no se debe a que tenga baja autoestima. “Es lo contrario. Desde esa visión propia, de que mi amor podrá rescatarlo, hacer que lo que esté mal pueda ser solucionado. No es baja autoestima.

¿Cómo romper el ciclo?

Camilo Hilaro indica la necesidad de no dejar sola a la mujer que es víctima de violencia, de hacerle ver que se está para ayudarla.

“Como acompañante uno le habla de lo que uno ve, le manda artículos, libros, le dice que si quiere buscar ayuda uno le acompaña, no es para que lo deje, sino para cualquier decisión que tome sea consciente para que ese sentimiento de tristeza lo trabajes”, explica la terapeuta.

Dice que se debe tener cuidado en ponerla en riesgo, siendo invasivos, pero sí tratar de que no quede aislada, una técnica utilizada por los agresores. “Por lo menos una llamada diaria, un mensaje por Whatsapp, de vez en cuando ir, mira aquí estamos”. Y agrega que es prudente tener claves en caso de peligro real.

“Poner en marcación rápida el teléfono de una vecina de confianza que sepa la situación, y que cuando le marques sepa que tiene que llamar a la policía. Nadie tiene que saberlo”.

Llama a tener paciencia ante la víctima, pues existirá en cada una un proceso distinto. “Es desgastante para el acompañante, porque la víctima vuelve, se va, se arrepiente. Eso pasa, y el otro se desespera. No, está en su proceso, es un paso a la vez. A veces medio paso a la vez, pero ese acompañamiento es importante y hacerle ver al agresor que ella cuenta con alguien”.

Entender, igualmente que muchas víctimas están dentro del síndrome de indefensión aprendida, que consiste en que la mujer agredida, ante los constantes maltratos y amenazas, entiende que ya no hay nada que hacer, que está atrapada y que aunque lo intente no podrá salir de esa situación.

Durante ese proceso es posible que la víctima se convenza de buscar apoyo psicológica, que también le ayudará a entender su panorama.

“Empezamos a identificar los signo de violencia, los actos, los episodios, las técnicas coercitivas que ese agresor utiliza para que la mujer lo pueda visibilizar, que tipo de agresor es, cuáles son su características, empezamos a construir el ciclo de la violencia para que ella pueda identificar las acciones de él en cada fase y las emociones y conductas de él”, expone la terapeuta.

Yohennis recuerda su propia experiencia.

“Convencida de que no había forma de que ese matrimonio terminara bien, sabiendo que yo no amaba a esa persona, que era infeliz, que me había perdido y no entendía por qué no lo terminaba, porque seguía ahí, busqué una psicóloga. Ella no me dijo que hacer, ella solo tomo mis propios relatos, todos como piezas de un rompe cabeza, lo armó, lo puso todo en su lugar, les dio los nombres correctos y me lo mostro. Vi el cuadro más terrorífico de toda mi vida”.

Un segundo elemento, indica la psicóloga Camilo Hilario, es la de fortalecer su apoyo familiar y social.

“La victima lo deja y vas a encontrar tres tías, tres madrinas y 15 amigas que le van a decir “¡Ay, pero es el papá de tus hijos, tú vas a dejar tus hijos sin padre!”. Todo eso se tiene que trabajar, como poner límites a todo el que vaya opinar donde no debe, pero desde lo asertivo no desde lo reactivo, o sea, no desde la rabia, sino desde me estoy defendiendo, desde mis derechos humanos. Porque el tema de la violencia a la mujer es de derechos humanos”.

Una salida compleja pero posible

Ante la explicación de cómo salir del este círculo de violencia, que se puede creer que es un camino fácil de transitar, Camilo Hilario advierte que la situación es compleja.

“Trabajar violencia es complejo, porque tienes que abarcar la estructura de la personalidad de la víctima, desde el sistema de creencia de la víctima, del que operó del agresor a la víctima, la psicología del agresor, el sistema social en que la víctima se desenvolvía. No es tan simple como sentarme con la paciente y decirle. “¡No ombe, deja eso! Suelta es tiguere en banda”.

Señala que cuando culpamos a la mujer agredida de su situación también nos convertimos en un verdugo para ellas. “La víctima no elige ser víctima y todo el que oyes con el discurso que ella se quedó, ella se lo buscó, está haciendo lo mismo que el hizo porque el también la culpó de las veces que él la agredió”.

“Has de lo vivido tu fortaleza”

Para Yohennis Ramírez, quien cerró su pesadilla hace más de cinco años, lo más importante luego de vivir un proceso de rompimiento de un círculo de violencia en rehacerse y aprender de lo vivido.

“Para mí lo más importante es jamás aceptarse víctima. Si identifican que están haciendo abusada, no adaptarse como si ese es un destino merecido”.

Invita a buscar ayuda de un especialista en el área de psicología, y si es necesario de un siquiatra.

Advierte sobre los victimarios. “Aprendan que los victimarios son fríos, calculadores, las conocen bien. Nada es casualidad. Te darán flores, luego te pegan, pero te darán flores otra vez como disculpa por haberte pegado. Ellos juegan con tus emociones con absoluta conciencia”.

Y, finalmente, anima a renacer con paciencia y autoconocimiento. “Una cosa a la vez, identifica el problema, busca ayuda, la palabra clave es buscar ayuda, desintoxícate, cúrate, vive tu duelo, aprende de todo eso, reinvéntate, haz de lo vivo tu fortaleza”.

Para buscar ayuda en caso de violencia: Centro de Atención a Sobrevivientes de Violencia. Calle Hostos 350 esq. Luperón, Ciudad Colonial, Santo Domingo. Teléfonos: 809-221-7785 /7782 y 809-682-3251

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