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El voluntario abandona a sus seres queridos para asistir a los demás

Nunca los llaman, pero siempre están a tiempo y listos para ayudar

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El voluntario abandona a sus seres queridos para asistir a los demás
Los voluntarios tienen vocación de servicio. (EDDY VITTINI)

El voluntario es el integrante de los equipos de rescate que en ocasiones deja a su familia sola para asistir o salvar la vida de otros, que en la generalidad de los casos ni siquiera conoce. Muchos de estos llevan decenas de años en esta labor de asistencia a personas en emergencia o que salen a vacacionar.

Calificados por el director de la Defensa Civil como “personas fuera de serie”, los voluntarios reciben la admiración de la población y de su propia familia. Eso los hace sentirse bien.

En esta Semana Santa, más de 14 mil voluntarios estarán desde hoy en las calles, balnearios y playas salvando vidas y bienes de cientos de miles de personas que salen a vacacionar.

Al voluntario no hay que llamarlo, ellos mismos se presentan desde que se enteran que ha surgido alguna tragedia inesperada o que se acerca algún huracán o como ahora, el asueto de la Semana Santa.

Cada una de estas personas lleva en la sangre el servir a los que lo necesitan a cambio de nada, nunca esperan nada a cambio de su trabajo.

Wascar Pérez lleva 18 años sirviendo a la Defensa Civil como voluntario y confiesa que es la mejor labor que puede desarrollar un ser humano.

Dice que lo que lo motivó a ser voluntario fue ver cómo uno de sus profesores, allá en Loma de Cabrera, maneja un grupo de jóvenes llamados “Defensa Civil Junior”, y que el trabajo de este grupo era ocuparse de la limpieza de un balneario que hay allí llamado El Salto.

Ataviados con su uniforme color naranja, botas y cascos o su gorra, los voluntarios dejan en múltiples ocasiones a sus familias solas para salir a dar asistencia a quienes lo nocesiten.

Dice Wascar que el mayor apoyo que tiene es el de su esposa e hijos y que una vez llega a su casa, sus pequeños se ponen su ropa en señal de apoyo a su labor.

Para Francisco Peña, quien lleva 24 años sirviendo como voluntario, es una labor que se mide por el trabajo desinteresado destinado a los más vulnerables.

Dice que no necesita que lo llamen, siempre escucha el llamado de su corazón y es suficiente con que se presenten dificultades en la población para salir en su auxilio.

Peña dice que su trabajo de voluntario de la Defensa Civil es fascinante y lo llena de orgullo, “porque es algo que lo llevo en la sangre, me corre por las venas y me siento comprometido con la gente que más necesita se atendida cuando hay desastres”.

Precisamente la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible reconoce, de manera explícita, a los grupos voluntarios como partes interesadas para apoyar la implementación de base de los 17 Objetivos.

Tanto Wascar como Francisco, sin importar la hora, la distancia y si es Nochebuena, Navidad, Año Nuevo o Semana Santa, han tomado la decisión de servir voluntariamente al país, ejcutando el mayor sacrificio: dejar a sus familias para salvar a otros.

Estos voluntarios de la Defensa Civil están lejos de sus casas durante las festividades, en los tiempos de emergencias y en cualquier hora del día que ocurra algún evento y que puedan necesitarles y la mayoría no participa de cenas navideñas o fin de año, porque han abrazado servir, de manera desinteresada, a quien lo necesite.

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