Amberes 1920, otra justa olímpica que siguió a una pandemia
Los deportistas olímpicos pelearán medallas de oro el año que viene en un mundo sacudido por una pandemia. Y no será la primera vez que esto sucede.
Un siglo antes de que los Juegos de Tokio fuesen postergados por el coronavirus, la justa se llevó a cabo en la ciudad belga de Amberes, poco después de la pandemia de influenza española.
Los juegos de 1920 debían simbolizar la recuperación de la Primera Guerra mundial, no una crisis de salud. Bélgica, campo de batalla del conflicto entre potencias, fue la sede y por primera vez ondeó la bandera con los aros olímpicos.
“Soltaron palomas, aunque no fueron necesariamente palomas de la paz porque habían sido usadas por los militares en la guerra”, dijo Roland Renson, historiador del deporte belga, a la Associated Press.
Aileen Riggin, clavadista estadounidense de 14 años que ganó una medalla de oro, simbolizó la guerra y la pandemia a la vez.
Riggin empezó a nadar en forma competitiva luego de contraer la influenza española y fue de gira durante la Primera Guerra Mundial tras ganar la medalla de oro en el trampolín de tres metros. Se llevó un casco alemán y unos proyectiles de recuerdo, pero tremenda sorpresa recibió al recoger una bota que estaba tirada en el piso.
“Tenía un pie adentro. La solté de inmediato”, relató.
El coronavirus impidió que Amberes festejase el centenario de la justa. Obligó a suspender una ceremonia programada para marzo en la que iban a estar el rey de Bélgica y el presidente del Comité Olímpico Internacional.
Alemania y sus aliados no compitieron en 1920, y tampoco lo hizo Rusia, ahora controlada por los bolcheviques. No fueron vetados, pero tampoco fueron invitados. A una patinadora artística se le prohibió usar música alemana en su programa.
Hubo algunos problemas financieros. Se ahorró dinero haciendo cosas como construir una piscina en una fosa cavada junto a las fortificaciones de la ciudad --Riggin y otros dijeron que detestaron el agua fría y oscura--, pero de todos modos los organizadores perdieron dinero y dejaron deudas impagas.
“Amberes nunca se regocijó con el legado olímpico por la debacle económica”, dijo Renson.
Se calcula que la postergación de los Juegos de Tokio hasta el año que viene les costará al menos 2.000 millones de dólares a los organizadores.
La influenza española se propagó por todo el mundo desde 1918 hasta comienzos de 1920. Se calcula que mató a 50 millones de personas, aunque es difícil estimar la cifra por la guerra y la pobreza.
El coronavirus se ensaña mayormente con los ancianos, pero la influenza afectó sobre todo a los jóvenes.
Se cree que siete atletas olímpicos fallecieron por esa pandemia, de acuerdo con estadísticas suministradas por el historiador olímpico y médico Bill Mallon.
Entre ellos figuraron tres veteranos de la guerra y Martin Sheridan, un policía neoyorquino nacido en Irlanda que ganó medallas de oro compitiendo por Estados Unidos en disco y bala en olimpiadas previas.
Mallon y otros investigadores identificaron 48 casos de COVID-19 entre deportistas olímpicos y 19 muertes.
Los Juegos de Amberes debían marcar un nuevo amanecer, pero se conservaron muchas de las tradiciones que venían de antes de la guerra.
Los deportistas debían ser amateurs, lo que implicó que a menudo las competencias eran mediocres, entre ricos. Los pobres se vieron marginados y muchos eventos llevaron poco público, con excepción del fútbol.
A los belgas les encantaba el ciclismo, pero ignoraron las pruebas olímpicas para seguir otras profesionales más emocionantes, de acuerdo con Renson. Algunas categorías de vela tuvieron un solo participante, por lo que a la tripulación le bastaba completar el recorrido para llevarse la medalla de oro.
Los tiempos, no obstante, estaban cambiando. Amberes representó el debut olímpico de Paavo Nurmi, cuyos métodos científicos para entrenar y plantear las carreras lo ayudaron a ganar nueve medallas de oro, incluidas tres en Amberes. El deporte empezaba a ser una ocupación a tiempo completo, a veces burlando las reglas del amateurismo.
“El equipo de remo de Estados Unidos estaba integrado por elementos de la Armada que se entrenaban todos los días. Era legítimo preguntarse si eran realmente amateurs”, dijo Renson. “El amateurismo era una forma de excluir a la clase trabajadora, así de simple. Paavo Nurmi no era un santo. Era un profesional total”.
En los juegos de 1920 se excluyó a muchas mujeres. Dos años después las mujeres montaron sus propios Juegos Olímpicos Femeninos. Esto presionó al COI a que aceptase la igualdad de género.
Pocos campeones olímpicos de 1920 son recordados hoy, pero los juegos marcaron una resurrección simbólica del deporte en medio de la adversidad.
“Organizaron los juegos en muy poco tiempo, aunque fueron bastante improvisados”, manifestó Renson. “Los tuvieron que hacer con los medios disponibles, que no abundaban en una ciudad muy golpeada por la guerra”.