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Avión malasio
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Blaine Gibson, el abogado que halló restos del avión accidentado de Malaysia Airlines

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Blaine Gibson, el abogado que halló restos del avión accidentado de Malaysia Airlines
Vista del investigador amateur encontró los primeros fragmentos del Boeing 777 del vuelo de Malaysia Airlines. (FOTO CORTESÍA BLAINE GIBSON)

La desaparición del vuelo MH370 de Malaysia Airlines es hasta el momento el mayor misterio de la historia de la aviación y más de cinco años después, sigue generando todo tipo de versiones, desde un accidente hasta un secuestro, un ataque terrorista o teorías conspirativas.

La búsqueda para encontrar el Boeing 777, que se esfumó el 8 de marzo de 2014 en el Océano Índico tras despegar de Kuala Lumpur, fue la más larga que se ha hecho jamás. Apenas algunos restos del avión fueron hallados en la costa de África, pero ninguno de los 239 pasajeros fue encontrado.

Además de las autoridades, un abogado estadounidense, investigador amateur, ha sido pieza clave en la investigación para determinar qué pasó vuelo MH370 y es el único hombre que salió a buscar pruebas de la destrucción de la nave, y las encontró.

Blaine Alan Gibson halló los primeros fragmentos del Boeing 777, lo que permitió consolidar la hipótesis principal sobre la tragedia, que ha sido un objeto de especulación global, porque, simplemente, un avión de esas dimensiones no puede desvanecerse en el aire en una era de constante comunicación electrónica.

Un reportaje publicado por Infobae detalla que, tras seguir el camino que los restos de la nave podrían haber tomado desde el sudeste asiático tras un impacto en el océano Índico, Gibson encontró las pruebas que terminaron con las esperanzas de los pasajeros y la tripulación de aquel vuelo del 8 de marzo de 2014.

El informe final de la investigación sobre el accidente reiteró la afirmación de Malasia de que la aeronave fue desviada deliberadamente y voló durante más de siete horas después de cortar la comunicación. No obstante, apuntó, la causa de la desaparición no puede determinarse todavía.

Durante su búsqueda, Gibson perdió a su amigo Zahid Raza, quien fue asesinado a tiros en la capital de Madagascar, cuando trasladaba restos del avión de Malaysia Airlines, situación por la que ha continuado su rastreo de escombros con un perfil mucho más bajo que antes. Existe —eso cree él— una conexión entre el malhadado vuelo MH370 y el homicidio que, dos años más tarde, no se ha resuelto.

Había acordado con Raza, el cónsul honorario malayo en Antananarivo, un mecanismo formal para trasladar los escombros a Malasia. Sabía que no todo el mundo compartía su entusiasmo de Indiana Jones: había recibido amenazas de muerte. El asesinato de su amigo cuando se disponía a completar el envío de seis piezas hizo que las tomara en serio.

Además, en noviembre dio con un segmento de piso que contenía letras y números correspondientes al Boeing 777; varios meses antes había entregado, con Grace Nathan, una joven abogada que perdió a su madre en el vuelo, otras cinco piezas, para gran incomodidad del ministro de transporte malayo, Anthony Loke. Pero tomó algunas precauciones.

“Actualmente evita revelar su ubicación o sus planes de viaje, y por razones similares evita emplear el correo electrónico y rara vez habla por teléfono”, contó The Atlantic, que lo entrevistó para una nota definitiva sobre la desaparición del MH370. “Le gustan Skype y WhatsApp porque están encriptados. Con frecuencia cambia sus tarjetas SIM. Cree que a veces lo siguen y lo fotografían”.

Blaine Alan Gibson se define como “aventurero, explorador, buscador de la verdad”, y como Indiana Jones, el famoso personaje, usa un sombrero flexible de ala ancha, un fedora o borsalino.

Habían pasado ya 16 meses desde la desaparición del vuelo 370. Entonces Gibson conoció la noticia que segó las últimas esperanzas de los familiares de los pasajeros: en Réunion, una isla francesa, un equipo municipal de limpieza encontró en la playa un fragmento de alerón de un avión. El primer examen arrojó que había pertenecido a un Boeing 777; la identificación del número de serie confirmó que se trataba de la nave desaparecida de Malaysian Airlines.

Después de hablar con el equipo que había hecho el hallazgo, en Réunion, Gibson voló a Australia y pidió consejo a dos oceanógrafos, Charitha Pattiaratchi, de la Universidad de Australia Occidental en Perth, y David Griffin, quien trabajaba para un centro que participaba en la investigación más importante que se hizo sobre el caso: mientras que las dos que hizo Malasia fueron malversadas por los obstáculos que el mismo gobierno ponía, más interesado en que el tema se terminara que en que se aclarase, la de Australia (que involucró operaciones marítimas y submarinas, expertos en aviación, datos de radares y satélites, oceanógrafos, ingenieros y otros científicos) fue rigurosa, y aunque al cabo de tres años y USD 160 millones se cerró sin resultados, marcó un hito.

A mediados de 2016 Gibson se dirigió al noreste de Madagascar. Sólo el primer día de rastreo halló tres restos del vuelo de Malaysian Airlines.

Días más tarde encontró otras dos; una semana después, otras tres. Y así ha sido desde entonces.

Del total de restos del MH370 que se recuperaron hasta el momento, Gibson descubrió aproximadamente la tercera parte. Y quedan muchos otros fragmentos que el investigador amateur aportó a las autoridades, que todavía se analiza si pertenecieron al avión.

Sobre el accidente

En primer lugar, la desaparición del MH370 fue un acto intencional. “Es imposible que la trayectoria de vuelo que se ha establecido, en combinación con el silencio de radio y electrónico, haya sido causada por cualquier combinación de falla de sistemas y error humano. Fallo informático, colapso del sistema de control, zonas de ráfagas y clima violento, hielo, impacto de rayo, impacto de ave, meteorito, ceniza volcánica, falla mecánica, falla de sensores, falla de instrumentos, falla de radio, falla eléctrica, fuego, humo, descompresión por explosión, explosión de la carga, confusión del piloto, emergencia médica, bomba, guerra o intervención divina: ninguno de estos factores puede explicar la trayectoria del vuelo”, explicó el artículo de The Atlantic.

El control de la nave se hizo desde la cabina de mando, en el periodo entre el anuncio de la altitud que hizo el piloto Zaharie, a la 1:01, y la desaparición de la nave de los radares, a la 1:21. Uno de los pilotos debía estar incapacitado, muerto o fuera de la cabina de mando; el piloto automático se había apagado.

Eso permitió que, manualmente, la persona que llevó a los pasajeros del MH370 a la muerte hiciera una maniobra específica: un giro extremo hacia el sudoeste al mismo tiempo que ascendía a 40.000 pies (12.200 metros) de altitud. Las máscaras de oxígeno de la cabina de control funcionan a cualquier altura y durante horas; en cambio, las de la cabina de pasajeros son para 15 minutos de uso durante los descensos de emergencia a altitudes por debajo de los 13.000 pies. A 40.000 pies sirven para poco.

Clavados a los asientos por el efecto del ascenso veloz, los pasajeros y la tripulación habrán sentido mareos mientras caían las máscaras de oxígeno, y en el caos de lo que parecía una emergencia controlable, mientras los aeronavegantes sacaban las unidades móviles de oxígeno e intentaban avanzar por los pasillos, todos habrán comenzado a desmayarse, y luego, a morir suavemente. En la cabina de control, la persona al timón sólo habrá tenido que colocarse una de las cuatro máscaras con reservas de oxígeno prolongadas.

A continuación se cerró deliberadamente el sistema eléctrico, lo cual cortó temporalmente la comunicación con el satélite. En algún momento de las seis horas que siguieron, mientras el Boeing avanzaba en la oscuridad previa al amanecer, se restableció, también por acción de alguien en la cabina de control.

La explicación más plausible es que Zaharie secuestró el vuelo, mató a los pasajeros y se estrelló contra la superficie del océano.

La trayectoria del avión que confirmaron los hallazgos de Gibson coinciden con una que Zaharie practicó en el simulador de vuelo de su casa: un recorrido hacia el norte cerca de Indonesia seguido por una extensa navegación hacia el sur que terminaba cuando se quedaba sin combustible sobre el océano Índico.

Gibson continúa su búsqueda con la esperanza de encontrar algo parecido.

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