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La población iraní, entre malas noticias y un día a día deprimente

Estos últimos meses, Irán ha sufrido una oleada de protestas por el alza del precio de la gasolina, reprimida con dureza

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La población iraní, entre malas noticias y un día a día deprimente
Un artesano trabaja en su taller del barrio de Molavi, en el sur de Teherán, el 9 de febrero de 2020. (AFP / ATTA KENARE)

Los habitantes de Teherán viven un día a día deprimente, tras una serie de acontecimientos traumatizantes que han agravado el pesimismo y las dificultades económicas de su país, sometido a duras sanciones internacionales.

En el norte de la capital y en un soleado día que a lo lejos hace brillar la nieve de las majestuosas montañas, un grupo de muchachas se cambia las ideas en las tiendas del barrio residencial de Tajrish.

Eluden sutilmente los códigos vestimentarios impuestos en el país, con sus cortos abrigos, sofisticado maquillaje y velos que dejan libre una cada vez mayor porción de cabello.

Rana, estudiante de biología de 20 años, se queja: “La situación aquí es imprevisible y la vida es muy dura. Tenemos contaminación, una población descontenta, precios altos”, dice a la AFP, antes de quejarse del “aislamiento de Irán”.

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Infografía
Rana, una estudiante de biología iraní de 20 años, camina por el barrio adinerado de Tajrish, en Teherán, el 9 de febrero de 2020. (AFP / ATTA KENARE)

Estos últimos meses, Irán ha sufrido una oleada de protestas por el alza del precio de la gasolina, reprimida con dureza. Luego, en enero, Estados Unidos mató en Irak al poderoso general iraní Qasem Soleimani. Y el 11 de enero, las fuerzas armadas iraníes admitieron --tras varios días de denegación, que indignó a la población-- haber abatido por “error” tres días antes un avión comercial ucraniano provocando 176 muertes.

Rana se dice “triste” por esta tragedia, que traumatizó a toda la población estudiantil del país.

Un poco más lejos, Pegah Golami, ingeniera de 25 años, hace compras “tres días antes de su boda”, con un elegante abrigo y botas de ante. “La situación económica del país es muy difícil, en especial para los jóvenes”, dice.

“Todos mis amigos han decidido irse del país, y eso me apena (...) Yo prefiero quedarme y construir mi patria”, agrega.

De pronto se escuchan notas de violín. Un músico callejero intenta hacerse escuchar en medio del tráfico. Bahram Sobhani, electricista de 47 años, avanza lentamente, mal afeitado, casi totalmente desdentado.

- “Sobrevivir” -

“Es difícil encontrar trabajo (...). Gano justo lo necesario para sobrevivir”, dice. Y añade, resignado: “Las sanciones nos afectan a los iraníes, pero debemos tolerarlas, no nos queda otra opción”.

Tras haberse retirado unilateralmente del acuerdo nuclear iraní en mayo de 2018, Estados Unidos restableció progresivamente sanciones económicas contra Irán, asfixiando así su economía.

La situación afecta de lleno a Mohamadreza Khademi, de 37 años, vicepresidente de la sociedad Delham Tabesh, que tuvo que despedir a 20 de sus 30 empleados.

Su compañía, especializada en tecnología inteligente, tuvo inicios muy prometedores en 2013. Pero, con las sanciones, el coste de los productos para sus clientes se ha triplicado, con lo que son ahora inaccesibles.

“El fin de 2018 fue catastrófico, y 2019 se anuncia muy malo”, asegura. Ha tenido que reducir sus importaciones de 760.000 euros a menos de 100.000.

“Tengo mucha rabia contra Donald Trump”, el presidente de Estados Unidos, asegura.

- “Seguridad” -

El pesimismo reina también en el otro extremo de la ciudad, repleta de atascos monstruosos.

En el barrio de Molavi (sur), los altos edificios dejan lugar a pequeños inmuebles en mal estado, y luego, en su corazón histórico, a un dédalo de callejuelas y tiendas, cuyos artesanos perpetúan oficios venidos de otros tiempos.

Mehdi Golzadeh, de 36 años, trabaja en la importación de productos de China y Corea. “Con esta situación económica, no se puede importar nada, e Irán no suministra” lo que se necesita, asegura en una tienda de alimentos del barrio.

“Esto es muy difícil. Estoy soltero. Con estos escasos ingresos no puedo formar una familia. Me siento desesperado”, agrega.

El jefe de la tienda, Akbar Gharibvand, de 50 años, afirma que sus ingresos le dan “apenas para sobrevivir”. “La situación se ha agravado, sobre todo para las clases más pobres”.

Sin embargo, para él, Irán “no es un mal país”. Se considera afortunado si se compara con sus vecinos: “en Irak, en Afganistán o en Pakistán, hay muertos todos los días. Nosotros, al menos, tenemos seguridad”.

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