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La flora y los bosques dominicanos

Al celebrarse hoy 5 de junio, el día mundial del Medio Ambiente, consideramos importante hacer algunas reflexiones sobre la historia y la situación actual de los bosques y la flora de la República Dominicana. La Isla Española, y en particular la República Dominicana está caracterizada por poseer una gran diversidad de especies de plantas, las cuales sobrepasan las 6,000 y alrededor de 36% de ellas son endémicas; esto quiere decir que en condiciones naturales solo crece en esta parte del mundo.

Esta riqueza florística está distribuida en los variados tipos de ambientes que posee el país, desde las áridas regiones Noroeste y Suroeste hasta las frías montañas de la Cordillera Central, por encima de los 3,000 metros sobre el nivel del mar en el Pico Duarte y las altas elevaciones de la Sierra de Bahoruco.

Cada uno de estos ecosistemas de manera particular posee especies de plantas que le son exclusivas, constituyendo lo que los biólogos llaman especies de distribución restringida debido al poco territorio que ocupan para vivir. Allí se originaron, y allí han permanecido por miles de años, hasta que en muchos casos llegó el hombre y dañó su hábitat colocando a muchas de ellas bajo amenaza de extinción.

En un análisis que realizaron los botánicos del Jardín Botánico Nacional "Dr. Rafael María Moscoso", fueron identificadas más de 500 especies de plantas nativas y endémicas que hoy se encuentran bajo algún grado de amenaza de extinción debido a los impactos provocados por las actividades humanas como son: agricultura, ganadería, corte de madera, leña, carbón, expansión urbana y minería, entre otras. Esta lista de especies está propuesta para ser incluida como un anexo de la Ley de Biodiversidad que deberá ser conocida próximamente por las cámaras legislativas, pero como muchas cosas en nuestro país, esta ley ha estado dormida por largo tiempo en manos de quienes tienen la responsabilidad de impulsar la protección y el manejo sostenible de nuestros bosques.

La foresta dominicana fue una importante fuente de riqueza económica desde la época de la colonia, de ella se extrajeron millones de troncos de árboles para procesar y exportar sus maderas preciosas a Europa y luego a los Estados Unidos de Norteamérica. Nuestros abuelos y padres no pensaron que las reservas de madera eran limitadas y no hicieron un aprovechamiento racional y sostenible, con lo cual al paso de varios siglos agotaron dichas reservas, y hoy nuestro país se ha visto en la imperiosa necesidad de gastar más de 200 millones de dólares anuales para importar madera.

Con la destrucción de los bosques, también se han destruido las poblaciones de muchas especies importantes de nuestra flora, pues los bosques y la flora están íntimamente ligados, un manejo correcto del primero garantiza la supervivencia de la segunda.

La legislación, las instituciones y la conservación

En el año 2000 se promulgó la Ley General sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales (Ley 64-00). Esta ley en su capítulo VI, Artículo 157 establece que "el manejo y uso de los bosques y suelos forestales debe ser sostenible", así mismo en su Artículo 156 plantea de manera clara que "se prohíbe la destrucción de los bosques nativos." Los mandatos de esta ley en gran medida han sido aplicados muy poco, sin importar el gobierno de turno; cada día vemos más destrucción de nuestros bosques y en consecuencia la desaparición de nuestra flora, incluyendo las especies nativas y endémicas.

El pasado mes de marzo hicimos una denuncia sobre la desaparición de una importante población de la Rosa de Bayahibe, Pereskia quisqueyana, especie en peligro crítico de extinción. Cada día vemos la venta de miles de troncos de helecho macho en la carretera Santo Domingo – Santiago, esta especie está protegida. Así mismo en la carretera Baní – Ocoa y la línea Noroeste se venden grandes cantidades de melón espinos, Melocactus lemairei, especie también amenazada de extinción. Como estos ejemplos podemos citar muchos más, pero no vamos a cansar al lector con algo que ya conoce, lo hacemos para destacar la necesidad de continuar esforzándonos para lograr la protección y el manejo sostenible de nuestros bosques y con ello la flora.

Creemos que la conciencia ambiental está creciendo en el país y esto se expresa en la preocupación de nuestros ciudadanos ante cualquier daño que se produce en su entorno, ya sea en el arbolado, en las aguas o el aire que le circunda. Ese interés de la ciudadanía debe recibir apoyo de quienes tenemos la responsabilidad de cuidar y manejar de manera sostenible los bosques y la flora dominicana. O