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La Pasión más dulce

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La Pasión más dulce
Las vistosas procesiones forman parte importante de las festividades religiosas de la Semana Santa.
Contemplar la Pasión de Cristo saboreando un caramelo. Sólo existe en el mundo un lugar donde, desde hace cinco siglos, se reparten caramelos durante las procesiones de Semana Santa. Caramelos al uso, junto a otros, en forma de pastilla, de sabores tan remotos como la bergamota. Y, junto a esta antigua costumbre, pequeños dulces, huevos duros y hasta habas tiernas. Ese lugar es la ciudad de Murcia, al sur de España, por cuyas calles desfilan miles de nazarenos cada primavera. Sus túnicas se ensanchan a la altura de la cintura para contener tan preciados regalos.

La costumbre se remonta tantos siglos que nadie, a ciencia cierta, puede explicar su origen. Murcia está rodeada de una espléndida huerta, cuyos agricultores acudían a la ciudad para cargar con los pasos que representan diferentes episodios de la Pasión de Cristo. Aquellos portadores -conocidos en Murcia como estantes, igual que las varas que utilizan para desempeñar su trabajo- llevaban debajo de las túnicas sus almuerzos, que les permitían cargar sobre los hombros cientos de libras -lo que pesa cada trono o paso- durante varias horas. Además, como hortelanos generosos, compartían con los espectadores una parte de aquel suculento almuerzo. Y de ahí, según mantienen la mayoría de los autores, surge la costumbre de regalar caramelos.

No hay otra ciudad española en la que se celebre la Semana Santa como en Murcia, ni en la que los nazarenos repartan caramelos, monas y regalos, reviviendo aquellos tiempos pasados en los que, según otras versiones de la leyenda, los componentes de las cofradías repartían viandas para los más necesitados.

Religión, arte, costumbre y fe convierten las calles en un auténtico retablo barroco. Es una fiesta para los sentidos. El incienso y el perfume de las flores, de la albahaca y el jazmín que emana de la huerta próxima para engalanar los tronos, se mezcla con las bocinas, los tambores y las cornetas que ponen ritmo a los estantes mientras desfilan. Quince cofradías muestran durante diez días la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús; miles de murcianas y murcianos visten la túnica nazarena; las calles de la ciudad se llenan de gentes que participan en la más impresionante evangelización que imaginarse pudiera. Esta es la esencia nazarena del año pasado, la misma que se multiplica, crece y se transmite de padres a hijos, de abuelos a nietos, cual simiente nazarena que eleva a arte la representación plástica de la Pasión de Nuestro Señor.

Semana Santa en Murcia. La Pasión según Murcia. No existe otra ciudad en el mundo donde el aroma a azahar se mezcle, llegado ese tiempo de recuerdo y oración, con el aroma de los caramelos y las monas; no existe lugar en el mundo donde el terciopelo que cubre el tambor contraste con el látigo rabioso de quienes azotan al Señor, ni es posible hallar más contrastes que en las obras de Bussy y González Moreno, de Salzillo a Sánchez Lozano, de Roque López a Pepe Hernández... Semana Santa en Murcia. Semana de colores de cofradías. Del azul al rojo, del verde al blanco y al magenta, del colorao al negro, el morado... túnicas crujientes y descoloridas que evocan procesiones remotas.