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Los lisiados de San Francisco de Macorís

Sólo entre abril y diciembre de 2003, 22 jóvenes fueron heridos de bala por la Policía Nacional, muchos de ellos han quedado mutilados para siempre

[b]Historia DL.[/b]

SAN FRANCISCO DE MACORÍS. Tienen entre 18 y 30 años, son varones, de barrios humildes y algunos han participado en hechos delictivos. Ellos son las víctimas. Los que aprietan el gatillo también se conocen en San Francisco de Macorís como "Los Cirujanos", "Los Parte-patas" o "El escuadrón de la muerte". Son efectivos de la Policía Nacional que se dedican a impartir justicia sin pasar por el juzgado. Patrullan por la ciudad en una guagua blanca, sin identificación policial. En la mayoría de los casos actúan cuando cae la tarde. Ellos se han erigido en juez y parte, según denuncia la Comisión Duarte para la Defensa de los Derechos Humanos.

[b]Luis Miguel Vargas, 19 años, ocho balazos, una pierna amputada y la otra lesionada[/b]

Luis Miguel Vargas estudiaba tercero de bachillerato. Ahora, pasa las horas en una silla de ruedas. Luis Miguel Vargas (más conocido como Peluca) nunca olvidará el pasado 2 de noviembre. Eran las 6:00 de la tarde. Conversaba con dos amigos cuando una patrulla de la Policía de San Francisco de Macorís le obligó a subirse a una camioneta blanca.

Le increparon que participaba en huelgas, que se dedicaba a quemar gomas. Le llevaron hasta el parquecito de Los Mártires, después hasta un campo conocido como Las Cejas. Allí detuvieron el vehículo. "Llamaron a uno de los tenientes, Guancho (Juan Antonio Estévez), me dijo que no quería nada conmigo, que sólo quería que le ubicara a otro muchacho para agarrarlo. Pensaba que si le daba la información, me dejaría ir". Luis Miguel se desmontó, Guancho le agarró por los hombros y le empujó: le disparó cinco tiros en la pierna derecha y tres en la izquierda. Según denuncia el joven, le tiraron de la camioneta, cayó inconsciente. Finalmente, le llevaron hasta el hospital San Vicente de Paul.

Luis Miguel Vargas reconoce que una vez fue sometido a la justicia, que le acusaron de robar una "passola", pero que ya estaba "limpio", que no tenía ficha policial.

La conversación de Luis Miguel está repleta de silencios. Dice que no tiene fuerzas para emprender ninguna acción legal, tampoco recursos. Agrega que sólo le gustaría que se hiciera justicia, pero que "aquí no hay justicia".

A sus 19 años, Luis Miguel Vargas quiere continuar con sus estudios. Mientras tanto, vive con su esposa, con su hijo de año y medio. "Y con otro… con otro por llegar".

[b]Sandy Santana, 28 años, cuatro balazos, las dos piernas amputadas[/b]

Sandy Santana lo reconoce: "No soy ningún santo". Hace casi nueve años, fue condenado por homicidio. Cumplió su pena. Desde entonces, trabajaba en la capital como cobrador de guaguas y sólo en contadas ocasiones había regresado a su localidad natal, San Francisco de Macorís. La última Semana Santa hizo una excepción: decidió pasarla con su familia en esa ciudad.

No entendió nada cuando vio que cuatro policías salían de una guagua blanca, en la calle Duvergé. Él se encontraba "en unos rezos". Los policías le dijeron que subiera a la guagua, que estaba preso. Le pusieron las esposas. "Cuando vi que dejaron atrás la calle del cuartel, les pregunté que a dónde se dirigían, que qué iban a hacer conmigo".

Le llevaron a un campo, "camino a Las Cejas". Le tiraron al suelo. "Comenzaron a darme cartuchazos, como si fuera un animal. Dos en cada pierna". Después le subieron a la guagua, "para que me desangrara". Lo llevaron al hospital San Vicente de Paul.

Y Sandy continúa: "Yo antes tenía problemas, pero eso fue en el pasado, yo tengo dos niños, yo duré mucho tiempo sin venir a mi ciudad y cuando vengo… me reciben con esto".

[b]La lista continúa[/b]

Marcos Mosquea Corniel, 23 años.

Francisco María Paulino, 18 años.

Julio César Lorenzo Peralta, 21 años.

Rubén Darío Veras, 23 años.

Víctor Brito, 16 años.

Carlos M. Rosario.

Oscar de la Cruz Hernández.

Ramón Antonio Frías.

Luis M. Martínez.

José Luis Almánzar.

Franklin Ramírez García.

Santos Pérez Mena.

Información de la Comisión Duarte para la Defensa de los Derechos Humanos.

[b]El general responde[/b]

"Hechos aislados"

"Estos son hechos aislados. Todos los heridos tienen antecedentes y todos son reincidentes en hechos criminales"

Por qué a las piernas

"Se dispara a las piernas para no dañar los órganos vitales"

Guaguas blancas

"Las guaguas blancas son vehículos de patrullas exclusivamente para dar respuesta a la cantidad de delitos que cometen los ciudadanos desaprensivos o antisociales"

Cuándo disparan

"La Policía actúa reactivamente cuando es atacada a tiros, pero no es el caso de nuestra Dirección Regional"

[b]José Ramón Díaz, 24 años, un cartuchazo, impedido[/b]

José Ramón Díaz era carpintero de profesión. Desde hace unos meses, no se puede mover de su cama en un barrio humilde de San Francisco de Macorís.

La historia se repite. Pero, esta vez, con multitud de testigos. Eran las 7:00 de la noche. "Estaba parado en la Calle 8, llegó el escuadrón de la muerte, me subieron a la guagua blanca, hicieron que me desmontara y me dieron un cartuchazo, ahí delante de toda la gente".

José Ramón señala que fue por celos, que uno de los policías del escuadrón le celaba "por una mujer que él tenía". "Siempre me habían amenazado; lo tuyo te llega, me decían".

Afirma que hasta su casa se han acercado policías para abrir una investigación, pero que él no ha querido hablar con ninguno de ellos. "¿Y para qué? Si ellos andan libres por aquí, como si nada hubiera ocurrido, como si San Francisco fuera de ellos. ¿Y para qué?", repite con desconfianza.

[b]Eddy Santos Bonilla, 33 años, un balazo, lesionado[/b]

Ocurrió a plena luz del día. Eddy Santos Bonilla estaba trabajando en una construcción. "El escuadrón me agarró, no sé por qué motivo. Eran las 11:30 de la mañana. Era la guagua blanca, el escuadrón de la muerte, le llaman".

Fue el 4 de noviembre del año pasado. Le dispararon en una pierna, desde entonces no se puede mover de la cama. Admite que una vez estuvo preso por homicidio, que duró cuatro años encarcelado, que él ya había cumplido su pena con la justicia.

"Un desastre, un desastre, eso es lo que me han hecho", denuncia con la voz apagada, mientras se recuesta en la cama.