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Contaminación
Contaminación

La rutina diaria de la mayoría de los dominicanos está llena de contaminación

Si se adoptan rutinas para disminuir o eliminar el uso de plásticos y desechos no reciclables, no solo cambiarán nuestras vidas, sino, también, las de las futuras generaciones

Son las 8:30 de la noche y Roxana tiene hambre. Va a su nevera, revisa si tiene algo preparado, pero esa ensalada de hace dos días no le apetece. Piensa un poco. Pone su cerebro a consultarlo con su estómago y el acuerdo es que quieren lasaña. Así que busca rápidamente el número de teléfono del delivery al que suele llamar en momentos como ese. Hace el pedido, espera 35 minutos y suena el timbre. Recibe su cena, agradece al repartidor y cuando abre el paquete se da cuenta que hay una cantidad exagerada de servilletas, varios juegos de cubiertos de plásticos y sorbetes para una sola persona, foam y varias fundas plásticas.

Ella se detiene a pensar un poco. Le pareció curioso que se haya utilizado todo ese material para una comida, y recordó un texto que llegó a su móvil en el que se alertaba de la contaminación desenfrenada de las playas a las que le gusta ir a pasar el rato los fines de semana. Pero el hambre pudo más y simplemente dejó de pensar.

Cuando se despertó al día siguiente, se fijó en la cantidad de plástico innecesario en su mesa, vio la hora, ya era tarde para ir al trabajo, así que agarró una de las fundas, metió todo lo que ya era basura ahí y la lanzó en el recipiente de desperdicios del edificio. Al hacerlo se preguntó ¿a dónde irá a parar todo esto?

Por varios días no pensó más en el tema. Hasta el viernes cuando fue con sus amigos de la oficina por unas cervezas a la bomba, cuando se la despacharon no entendió por qué siempre tapan las bebidas con servilletas y las colocan en fundas de papel. Una vez más recordó aquel mensaje con fotos de playas llenas de porquería.

Esa noche la pasó bien, se divirtió y drenó el cansancio de toda la semana. Sin embargo, se sintió un poco mal cuando vio que el carro de su mejor amiga tenía alrededor de seis botellitas de agua de plástico en el piso, algunas medio llenas.

El sábado se dio cuenta que no tenía nada para preparar de comer y se fue al mercado a comprar lo necesario para no tener que llamar nuevamente a un delivery, ahí tuvo otra señal y esta vez no la dejó pasar: le dieron una funda de plástico por cada dos productos que pagó. Se dio cuenta una vez más que era innecesario y, al llegar a casa, busco en su móvil aquel mensaje que ya tenía varios días rondando en su cabeza.

Ella leyó, investigó y su vida no volvió a ser la misma. Se enteró que no solo se trataba de sus playas favoritas, sino de las aguas de ríos, arroyos y mares de las principales ciudades de República Dominicana, donde llegan grandes cantidades de los desperdicios que se producen de forma innecesaria en la cotidianidad, porque son 400 toneladas diarias de basura las que salen solo de las localidades de Bávaro y Punta Cana, como consecuencia de un acelerado ritmo de consumo que amenaza con destruir a largo plazo los recursos naturales que llenan de riqueza y esplendor la zona.

También aprendió lo qué significa el término eutrofización, que no es más que un severo proceso de contaminación aguda que se presenta en los ríos Isabela, Ozama y Haina, que bordean la ciudad de Santo Domingo y que son recipientes de las aguas residuales y toda la basura que provienen de sus actividades urbanísticas.

En ese momento desafió una vez más a su memoria y recordó que ha visto en el este de Bávaro y Punta Cana algas verde-azules durante algunos períodos. Investigó y se enteró que éstas se desarrollan como consecuencia de la contaminación de materia orgánica proveniente de las descargas de desechos sólidos en sus aguas. Todo esto está afectando el desarrollo turístico pleno y de calidad.

Con tanta información que le confirmó que la experiencia de los últimos días con el derroche de plástico y otros materiales que solo amenazan el ecosistema, Roxana sabía que debía asumir cambios en su rutina de vida y la de quienes tiene a su alrededor y se pueden convertir en replicadores de esta nueva forma de ser más amigables con el ambiente, sobre todo porque muchos hablan de reciclar, pero la verdad es que del 14% de los envases de plástico que se reciclan en todo el mundo, solo 5% se conserva para su uso después de un largo y costoso proceso de clasificación y reprocesamiento.

Investigando en internet se encontró con empresas en la zona que son socialmente responsables. Llamó su atención AquaSuave, que propone que no se emplee botellas ni botellones plásticos, a través de la venta de sistemas de agua potable y ablandada, con lo que se mantiene la naturaleza eco amigable en República Dominicana.

También leyó sobre Ecoservices, la única empresa en el país de manejo de residuos certificada conjuntamente con ISO 9001 y 14001 en calidad y manejo ambiental, gracias a su labor con programas para el desarrollo sostenible de las empresas y el turismo a través del manejo de residuos sólidos y líquidos, el reciclaje y la efectiva disposición final, certificación y auditoría ambiental, venta de zafacones y productos biodegradables, energías renovables, valorización energética de residuos, biocombustibles, ahorro energético y mejora de producción limpia. Es un trabajo que se mide en números con la recolección de más de 300 toneladas de reciclables mensualmente y el salvamento de más de 150.000 árboles y miles de galones de agua y energía cada año.

Se enteró de proyectos novedosos y positivos como la Fundación Tortuga, en conjunto con Ecoservices, que brinda educación a niños y a la comunidad en general a través de charlas en empresas, escuelas, instituciones privadas y públicas, con el fin de crear conciencia y educación ambiental y poder revertir el daño.

Además, conoció que hoteles como Paradisus y Meliá República Dominicana, que tienen una política de no uso de plásticos de un solo uso, por lo que eliminaron los sorbetes y vasos plásticos, mientras que Downtown Mall colocó en sus pasillos contenedores de plástico, siendo los primeros y únicos en la zona en hacerlo. También destacó el trabajo de empresas pequeñas como Play House, que se encargan de hacer manualidades y crafts con materiales reciclables, buscando la solución a todo el desecho no biodegradable que se genera en la zona.

Roxana también se interesó en vender su vehículo y comprar uno eléctrico, pues este último disminuye las emisiones de CO2 y otros gases contaminantes, relevantes agentes que aceleran el cambio climático. Lo bueno de los vehículos de esta gama es que favorecen al ahorro económico y causan menos contaminación acústica, pues emplean motores mucho más silenciosos que los de gasolina.

Normas básicas asumidas

No usa sorbetes para ninguna de sus bebidas.

Utiliza bolsas reciclables.

Evita los chicles.

Reutiliza envases de vidrio.

Lleva con ella una botella de agua reutilizable no plástica

Dejó de usar rasuradoras de plástico desechables.

Lee las etiquetas con cuidado para no comprar productos para el cabello con petróleo o silicona.

Evita los globos en fiestas y celebraciones.

Si adaptamos nuestras rutinas como lo hizo Roxana, no solo cambiarán nuestras vidas, sino la de todos los que vivimos en Bávaro-Punta Cana y la de quienes vienen como turistas a nuestras hermosas playas, esas que no podrán ser disfrutadas más sino hacemos algo por ellas.

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