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Un cuarto de siglo después, la Biosfera 2 sigue viva

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Un cuarto de siglo después, la Biosfera 2 sigue viva
Turistas observan el “océano” de la Biosfera 2 el 31 de julio del 2015. Veinticinco años después de que el proyecto inicial fuese descrito como un fracaso, la instalación hace importantes aportes a los estudios del medio ambiente. (AP)

ORACLE, Arizona, EEUU. Vivieron dos años y 20 minutos bajos los vidrios de una Tierra en miniatura, con un océano, bosques, un desierto, pasturas y manglares. El aire y el agua eran reciclados y cultivaron batatas, arroz y otros alimentos necesarios para sobrevivir.

Fueron invitadas unas 1.500 personas y hubo 200 periodistas cuando los ocho habitantes originales de la Biosfera 2 salieron de su terrario hace un cuarto de siglo en dos grupos que no se hablaban entre sí, consecuencia de las tensiones que surgen al compartir un espacio reducido y de disputas sobre cómo había que manejar el proyecto. Sus detractores dijeron que el experimento, que costó 150 millones de dólares, había sido un fracaso porque hubo que bombear oxígeno a lo que se suponía era un sistema totalmente autónomo.

Las disputas continuaron por meses y el millonario Edward P. Bass, que financió el proyecto, contrató al ejecutivo bancario Stephen Bannon --quien más tarde sería el principal estratega de Donald Trump-- para que evitase la ruina.

Hoy la Biosfera 2 es algo distinto, un sitio en la Universidad de Arizona donde investigadores del mundo entero pueden estudiar de todo, desde los efectos de la acidificación de los océanos en los arrecifes hasta las formas de asegurar el suministro de alimentos.

“Todo empezó como un gran experimento y fue transformado a base de ingenio en algo totalmente distinto, que está siendo útil”, expresó Jeffrey S. Dukes, director del Centro Perdue de Investigación del Cambio Climático. “Y es una instalación muy linda para visitar”.

Joaquín Ruiz, geólogo que dirige el proyecto en el desierto de Sonora, unos 48 kilómetros (30 millas) al noreste de Tucson, dijo que el ambiente controlado de la Biosfera 2 permite a los investigadores hacer experimentos que no podrían realizar afuera “porque no quieres tener que enfrentar circunstancias no buscadas”.

Esto quiere decir, por ejemplo, que los investigadores del Instituto Mundial para la Seguridad del Agua de la Universidad de Saskatchewan, Canadá, no tienen que preocuparse de dañar el medio ambiente al estudiar cómo las plantas de la pequeña selva ajustan su consumo de agua.

La renovación

El diminuto océano está siendo renovado para que investigadores de todos lados puedan seguir realizando experimentos en unos pequeños arrecifes sin dañar los arrecifes del Pacífico. Una subvención de 550.000 dólares de la Universidad Johns Hopkins ayuda a los científicos a ensayar teorías acerca del movimiento del agua en tres laderas conocidas como el Observatorio de la Evolución del Paisaje, un gigantesco laboratorio sobre las ciencias de la Tierra.

La universidad se hizo cargo del manejo de la Biosfera I a mediados del 2007 y en junio del 2011 anunció la adquisición de toda la estructura rodeada de vidrio que abarca una hectárea y tiene una altura de hasta 23 metros (75 pies) en algunas partes, así como de los edificios y los terrenos a su alrededor.

El ecólogo independiente Christopher Field, director del Instituto Stanford Woods para el Medio Ambiente, dice que la Biosfera 2 es útil para la ciencia en su forma actual.

“Hay que distinguirla de lo que fue originalmente para ver su valor hoy”, expresó Field, acotando que instalaciones con un medio ambiente controlado como el de la Bisofera “pueden ser una gran ayuda para comprender la forma en que funciona el mundo”.

“Es una pieza importante en nuestras herramientas para comprender el cambio climático”, señaló.

El biólogo John Adams, subdirector de la Biosfera 2, es parte del proyecto desde 1995. “Siempre fue algo audaz, ambicioso”, manifestó.

Indicó que actualmente hay 55 personas trabajando en el lugar, incluidos 30 investigadores. Bass donó 30 millones de dólares a la Biosfera 2 el año pasado y es parte de su junta asesora.

El proyecto fue ideado por el ecólogo de sistemas John Allen y Bass lo financió. Cuatro hombres y cuatro mujeres se instalaron en la Biosfera el 26 de septiembre de 1991.

La misión de un segundo grupo fue interrumpida antes de tiempo porque Bass destituyó a Allen y otros líderes del proyecto en abril de 1994, poniendo a Bannon a cargo. Bannon estuvo al frente del proyecto dos años, hasta que la Universidad de Columbia se hizo cargo y desistió de usar una estructura hermética para instalar un sistema que permitía el paso del aire y manipular los niveles de dióxido de carbono para estudiar el calentamiento global.

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