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Medio Ambiente

Los manatíes Lupita, Juana y Pepe redescubren la libertad

El pasado domingo 27 de junio fue un día histórico para la República Dominicana, la liberación de los tres manatíes Juana, Pepe y Lupita se hizo realidad. A las 10 de la mañana se iniciaba una emotiva ceremonia, en la que las lágrimas se mezclaban con el agua salada de la bahía artificial donde durante seis meses se preparó a los tres animales para que puedan tener una segunda oportunidad en libertad.

Este proyecto liderado por el Ministerio de Medio Ambiente, el Acuario Nacional y Fundemar, marca un hito en la conservación del manatí antillano, una especie en peligro crítico de extinción.

Cerca de las 11 de la mañana se cortaron los cables que sostenían la cerca de metal, y fueron retirados los tanques plásticos por técnicos y buzos para completar con esto la fase de adaptación a la vida silvestre de Juana, Pepe y Lupita.

Desde la orilla observaban con gran emoción Orlando Jorge Mera, ministro de Medio Ambiente; Jose Ramón Reyes, viceministro de Costeros y Marinos; Lina Lysenko, también del ministerio de Medio Ambiente; Rita Sellares, de Fundemar; técnicos, veterinarios, patrocinadores, voluntarios, medios de comunicación y otros tantos más.

Todos esperaban el momento en que los animales dejaran la bahía y se aventuraran a su nueva casa. Pero esta vez, nadie decide por ellos, por primera vez desde que fueron rescatados siendo muy pequeños, tienen la libertad de elegir adónde ir.

Las cámaras se apagaban y la gente se montaba en sus vehículos mientras los tres animales permanecían prácticamente inmóviles en este lugar, que ha sido su casa desde finales de diciembre. Del otro lado de la cerca hundida Rosita, una manatí juvenil, a la cual se la había visto curiosear por la zona desde temprano en la mañana, parecía esperar por ellos.

Cerca del mediodía Juanita exploraba el límite de la bahía y parecía que sería la primera en marcharse, mientras los pocos presentes que quedaban en el lugar esperaban ser testigos del primer manatí que dejara la zona, después de pocos minutos regresó al lado de Pepe y Juana.

Lupita siempre mostró ser la más inquieta, desde que llegaron a Bayahíbe fue la primera en explorar la zona y curioseaba en la cerca. De los tres es la que pudo tener más experiencia en la vida silvestre. Cuando fue rescatada en Luperón en 2018 ya estaba en capacidad de consumir sólidos. Como era de esperarse, fue la primera en dejar la bahía y aventurarse a explorar la zona. Permaneció primero en la playa del Hotel Hilton, donde a más de un turista sacó un susto al mezclarse con los bañistas. Al mismo tiempo, personal de Fudemar le daba seguimiento.

Mientras tanto, Rosita aparecía de nuevo y decidió entrar a la bahía para conocer a Juana y Pepe, que seguían en el mismo lugar.

24 horas después

Es lunes y Juana, Pepe y ahora Rosita, permanecen en la bahía. Saben dónde encontrar el agua dulce y les siguen ofreciendo comida mientras los cuidadores se la van colocando cada vez más afuera de la bahía a la vez que van reduciendo la cantidad. Lupita, mientras tanto, decide seguir moviéndose al este. Se le ve entrar lentamente a la bahía del pueblo de Bayahíbe, causando gran algarabía entre los presentes. Su transmisor la delata y personal de Fundemar la mantiene vigilada.

A las tres de la tarde desaparece, mientras Rita Sellares junto a Rachel Plekaniec, de Fundemar, pone a prueba la antena receptora y el transmisor de radiofrecuencia que Lupita tiene en la cola. La señal es débil y marca hacia mar adentro. Un poco de preocupación se dibuja en el rostro de los presentes. Algunos botes de turismo no están respetando la velocidad mínima permitida en la zona para proteger a los manatíes de la zona y los recién liberados.

Deciden subir al Calipso, el bote de Fundemar y hacer la búsqueda de Lupita. El temor de que se desoriente y nade mar adentro representa un peligro para estos animales. Están a merced de los botes que viajan a gran velocidad en la zona permitida, además de no haber fuentes de agua dulce y comida por la profundidad.

Al principio la señal pareciera ser confusa, es la primera vez que se usa la tecnología, mientras la señal va y viene. Es normal porque cuando el animal se hunde deja de transmitir.

Dos horas más tarde de búsqueda y la señal marca que está más al este de Bayahíbe, y mientras el Calipso navega parecía que estaba muy cerca de la orilla. Diferentes botes navegan muy por arriba de los nudos permitidos, justo donde el receptor indica que puede estar Lupita. Al ver el bote de Fundemar, algunos bajan la velocidad y a otros hay que hacerles señales. Los pulsos del transmisor suenan con fuerza y de pronto Rita Sellares dice: “Miren la antena ahí, ay tan bella mi amor”. Lupita está tranquila a un par de metros de la costa arrecifal, frente a uno de los hoteles de la zona. Rachel se lanza al agua para asegurarse de que está bien. El encuentro dura poco, apenas le da tiempo de revisarla, no tiene golpes ni rasguños evidentes. Lupita se hunde de nuevo, desaparece de la vista y del receptor de radio.

Minutos más tarde aparece la señal de nuevo, sigue su camino hacia el este. Hace una parada muy cerca a la playa, frente al emblemático faro de Dominicus. Los turistas observan extrañados el transmisor moviéndose lentamente paralelo a la costa. Rachel hace un último chequeo de Lupita mientras el sol cae y es momento de dejarla ir. Desde un muelle se prepara una boda y los presentes hacen una pausa para ver a Lupita cruzando por debajo de ellos con toda calma, mientras toman fotos y video, preguntan si es uno de los manatíes liberados.

Concluye con éxito el primer monitoreo de esta fase del programa de reintroducción. Es tal vez la parte más complicada de todo el proceso. Los tres animales se enfrentan a un mundo desconocido donde se pondrá a prueba el proceso. Deben aprender a sortear peligros, buscar agua y comida. Los botes siguen siendo una de las grandes amenazas, aunque hay capitanes que respetan las medidas, se pudo observar otros tantos que no. Resta a las autoridades competentes imponer el orden, porque no solo corren peligro los manatíes, también los bañistas y buzos que frecuentan la zona.

El martes, el GPS de Lupita marcó temprano que sigue su camino hacia el este, en dirección a la Isla Saona, mientras en el grupo de Whatsapp del proyecto Rita escribe: “Ahora no se ve ningún manatí en la bahía. Rachel va a volar el drone”. Lupita se aleja más hacia el este, mientras Pepe y Juana dejan la bahía acercándose más al pueblo de Bayahíbe.

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