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Mujer: homenaje y justificación

Cuando se trata de la mujer, con apologías y pretendidos elogios, se termina por deshumanizarla. Por Simón Guerrero 

Apenas nueve días después de la celebración del nacimiento de la Patria (27 de Febrero), se celebra el Día Internacional de la Mujer. En el caso de la Patria, corremos el riesgo de perdernos en la simbología trivial y terminar sustituyendo a la patria real por sus iconos. Cuando se trata de la mujer, la distorsión puede ser aún más grave, pues a fuerza de apologías y pretendidos elogios, terminamos deshumanizándola, cosificándola, convirtiéndola en un falso ídolo, que reemplaza a la mujer de carne y huesos que sigue siendo una ciudadana de segunda categoría (en el mejor de los casos) en la mayoría de las sociedades, víctima permanente de discriminación en áreas tan importantes como la educación y el trabajo remunerado. Como señalara el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, ¨Aunque se está cerrando la brecha de género en la educación, existen diferencias muy grandes dentro de los países y entre ellos, y son demasiadas las niñas a quienes se les niega el acceso a los estudios o los terminan con pocas aptitudes y menos oportunidades.¨

Si tomamos en cuenta que esta fecha se celebró por primera vez en 1911 y que los santos varones del Concilio de Trento descubrieron, hace ya más de cuatro siglos (se decidió por un voto), que las mujeres también tenían alma, no es tanto lo que hemos avanzado en materia de igualdad de género. Aún los llamados ¨países desarrollados¨, que se nos pintan siempre como modelos de civilizada convivencia, están muy lejos de alcanzar ese objetivo. En la trilogía Millenium, del sueco Stieg Larsson (considerada ya por muchos la novela europea más importante en lo que va de siglo), ese ¨corazón autobiográfico que late en toda obra de ficción¨ nos revela un mundo sórdido de abusos de poder, acoso sexual y tráfico de seres humanos. Para que no nos quede duda de su preocupación por la discriminación de género, el autor introduce en el tercer volumen un epígrafe contundente, sobre el importante papel jugado por las mujeres guerreras (e ignorado por los historiadores) en la historia de la humanidad.

En el Día Internacional de la Mujer se escuchan por radio y televisión y se lee en la prensa, exhortaciones a respetar los derechos de las mujeres que suenan sinceras y bienintencionadas. Se destaca su abnegación y su sacrificio; su dulzura, dedicación y fidelidad. Por momentos parecería que hablan de un peluche, ´a lost puppy¨ ávido de protección y de cariño. Lo peligroso de esta práctica es que deshumaniza a la mujer, convirtiéndola en una muñequita frágil y desvalida; su transformación por esta vía en un objeto, aunque sea de lujo, justifica y facilita la perpetuación de la injusticia.

Al ser cosificadas, las mujeres tienen que reunir un sinnúmero de cualidades para ser dignas del pleno ejercicio de sus ¨derechos humanos¨. Deben ser madres y esposas dulces, abnegadas y, tan tiernas, que si fueran maíz, con ellas sólo se podría hacer ¨majarete¨. Mientras a los hombres nos basta con ser tales para disfrutar esos derechos a plenitud, las mujeres tienen que hacer algo para merecerlos. No estoy negando los derechos complementarios de los que gozan las mujeres por su condición de madres, pero ese es un valor adicional, no un requisito.

Es increíble que haya que aclarar, a esta altura del siglo, que los derechos de las mujeres están garantizados por su simple condición de seres humanos, al margen de su estatus reproductivo, sus rasgos de personalidad o sus preferencias sexuales.

guerrero.simon@gmail.com