Otra tesis sobre el origen de Moca
A principios del siglo XIX, lo que ocurrió fue una refundación del poblado de Moca, no su fundación, afirma el autor

SANTO DOMINGO. El origen de Moca es una nebulosa, más densa aún a partir del descubrimiento accidental en 2007 de una treintena de cadáveres en el perímetro del parque Duarte de esa ciudad, y cuya antigüedad se cifra, conforme pruebas de carbono 14, en 1640, una fecha muy temprana para algunos para remontar a ella su fundación. ¿Pero es dable considerar el surgimiento de Moca en el siglo XVII? Julio Jaime Julia, en su obra "Notas para la historia de Moca" (Editora Universitaria, UASD, 1985), concluye en que "ha sido imposible a los coleccionistas de noticias históricas determinar la fecha del año de fundación de nuestro pueblo, así como los apellidos de las familias que lo fundaron, pues no se conoce ninguna referencia escrita de aquellos tiempos iniciales de la municipalidad mocana" (p.15).
En el interés de ilustrar este aserto, Julia refiere las distintas versiones que sobre el nacimiento de esa población han suscrito diversos autores. De estos, Elías Jiménez diferencia dos emplazamientos: uno primigenio, en Estancia Nueva, "donde existía un caserío y una ermita" (Marino Tejada precisa que se localizaba en Los Derramaderos, Estancia Nueva, (p.33), y un segundo, "desde la mitad del año 1700" en el "Alto de la Ferrera", capellanía de terreno en el sitio de San Luis que tomó ese nombre a partir del establecimiento en el lugar del matrimonio de Mariquita Ferreras y Lorenzo García (El Musú) (p.33). Partiendo de esta tesis, puede colegirse que el resto de los autores que sitúan el origen de Moca en la segunda mitad del siglo XVIII atienden a su segundo fundo y no al primero. En este grupo cabría encasillar a Gumersindo Belliard, para quien la refundación ocurriría "en la segunda mitad del siglo 18, quizás hacia 1780", cuando operó el traslado desde la sección La Ermita, en la margen derecha del arroyo Moca, a consecuencia de una plaga de hormigas (p.34); José R. Morel Castro, quien aduce que la población ya existía para 1760 (p.29-30); Monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito, quien refiere su existencia ya en la segunda mitad del siglo XVIII, específicamente para 1773, año para el que consta la existencia de una ermita bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario (p.30); Carlos Carezzano Sturla, quien propone su surgimiento "allá por el tercer cuatro del siglo 18" (p.34); Vicente Tolentino Rojas, quien la ubica hacia 1780 (p.30), y Vetilio Alfau Durán, quien "la supone en la última década del siglo 18" (p.30). Marino Tejada no ofrece una fecha precisa, pero sitúa su génesis "probablemente" a principios de 1700 (p.33-34). Si la refundación de Moca se produjo en la segunda mitad del siglo XVIII, como proponen estos autores, la constatación en actos notariales de la venta de terrenos de Lorenzo García y María Antonia Ferreiras en la primera década del siglo XIX, resultaría la evidencia, no de la fundación para ese entonces como planteara Rubén Lulo Gitte, sino de un proceso que en dicho momento contaba décadas.
El autor canario Manuel Hernández González, en su obra "Expansión fundacional y desarrollo en el norte dominicano (1680-1795) - El Cibao y la Bahía de Samaná", coeditada por el Archivo General de la Nación y la Academia Dominicana de la Historia en 2007, citando un informe del cura de La Vega sobre su parroquia del 24 de marzo de 1783, localizado en el Archivo General de Indias (Santo Domingo, Legajo 988), indica que "el cura de La Vega en 1713 precisó la existencia en Moca de una capilla erigida por sus fundadores" (op. cit., p.151). Este dato, de no tratarse de un error de copia o confusión de caligrafía (1773 por 1713), resultaría en la actualidad la más remota información hasta ahora conocida sobre Moca, desplazando la ya mencionada de 1773.
Si nos atenemos a la consideración del sacerdote Santiago Godbout, de que "una ermita dura por lo menos de 40 a 50 años" (Godbout, Santiago "Xanique: su historia parroquial", p.170), la existencia de la referida por González -que correspondería a la de Estancia Nueva o La Ermita - y salvo lo ya dicho, se remontaría al período 1663-1673. F. Holguín Bonó, citado por Julio Jaime Julia, dice que Juan López estableció una capellanía en el lugar que hoy lleva ese nombre en 1678, esto es, la misma época.
Bajo reservas de la aprehensión indicada, situar el origen de Moca en el siglo XVII parecería atendible si aplicamos también la constante genealógica que marca aproximadamente en 25 años el desarrollo de una generación, si partimos de que en el Libro Primero de Entierros de la parroquia de Nuestra Señora del Rosario -una pieza clave para rastrear los orígenes mocanos, pero obviada por los investigadores- aparece asentada la partida de defunción de una persona apellido Goñi, que por la edad que tenía al momento de su fallecimiento nacería hacia 1722; sus padres vendrían al mundo hacia 1697, esto es, cuando ya existía la ermita de Estancia Nueva o La Ermita.
Las osamentas halladas en el parque Duarte de Moca, vale decir en el lugar de su segunda fundación en el siglo XVIII, podrían dar pie a pensar que esas tierras estuvieron habitadas desde el siglo anterior, conjuntamente con el núcleo humano asentado en Estancia Nueva o La Ermita. Pero todo es elucubración: una investigación exhaustiva en archivos parroquiales y protocolos notariales mocanos podría determinar la certeza de estas hipótesis.
En el interés de ilustrar este aserto, Julia refiere las distintas versiones que sobre el nacimiento de esa población han suscrito diversos autores. De estos, Elías Jiménez diferencia dos emplazamientos: uno primigenio, en Estancia Nueva, "donde existía un caserío y una ermita" (Marino Tejada precisa que se localizaba en Los Derramaderos, Estancia Nueva, (p.33), y un segundo, "desde la mitad del año 1700" en el "Alto de la Ferrera", capellanía de terreno en el sitio de San Luis que tomó ese nombre a partir del establecimiento en el lugar del matrimonio de Mariquita Ferreras y Lorenzo García (El Musú) (p.33). Partiendo de esta tesis, puede colegirse que el resto de los autores que sitúan el origen de Moca en la segunda mitad del siglo XVIII atienden a su segundo fundo y no al primero. En este grupo cabría encasillar a Gumersindo Belliard, para quien la refundación ocurriría "en la segunda mitad del siglo 18, quizás hacia 1780", cuando operó el traslado desde la sección La Ermita, en la margen derecha del arroyo Moca, a consecuencia de una plaga de hormigas (p.34); José R. Morel Castro, quien aduce que la población ya existía para 1760 (p.29-30); Monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito, quien refiere su existencia ya en la segunda mitad del siglo XVIII, específicamente para 1773, año para el que consta la existencia de una ermita bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario (p.30); Carlos Carezzano Sturla, quien propone su surgimiento "allá por el tercer cuatro del siglo 18" (p.34); Vicente Tolentino Rojas, quien la ubica hacia 1780 (p.30), y Vetilio Alfau Durán, quien "la supone en la última década del siglo 18" (p.30). Marino Tejada no ofrece una fecha precisa, pero sitúa su génesis "probablemente" a principios de 1700 (p.33-34). Si la refundación de Moca se produjo en la segunda mitad del siglo XVIII, como proponen estos autores, la constatación en actos notariales de la venta de terrenos de Lorenzo García y María Antonia Ferreiras en la primera década del siglo XIX, resultaría la evidencia, no de la fundación para ese entonces como planteara Rubén Lulo Gitte, sino de un proceso que en dicho momento contaba décadas.
El autor canario Manuel Hernández González, en su obra "Expansión fundacional y desarrollo en el norte dominicano (1680-1795) - El Cibao y la Bahía de Samaná", coeditada por el Archivo General de la Nación y la Academia Dominicana de la Historia en 2007, citando un informe del cura de La Vega sobre su parroquia del 24 de marzo de 1783, localizado en el Archivo General de Indias (Santo Domingo, Legajo 988), indica que "el cura de La Vega en 1713 precisó la existencia en Moca de una capilla erigida por sus fundadores" (op. cit., p.151). Este dato, de no tratarse de un error de copia o confusión de caligrafía (1773 por 1713), resultaría en la actualidad la más remota información hasta ahora conocida sobre Moca, desplazando la ya mencionada de 1773.
Si nos atenemos a la consideración del sacerdote Santiago Godbout, de que "una ermita dura por lo menos de 40 a 50 años" (Godbout, Santiago "Xanique: su historia parroquial", p.170), la existencia de la referida por González -que correspondería a la de Estancia Nueva o La Ermita - y salvo lo ya dicho, se remontaría al período 1663-1673. F. Holguín Bonó, citado por Julio Jaime Julia, dice que Juan López estableció una capellanía en el lugar que hoy lleva ese nombre en 1678, esto es, la misma época.
Bajo reservas de la aprehensión indicada, situar el origen de Moca en el siglo XVII parecería atendible si aplicamos también la constante genealógica que marca aproximadamente en 25 años el desarrollo de una generación, si partimos de que en el Libro Primero de Entierros de la parroquia de Nuestra Señora del Rosario -una pieza clave para rastrear los orígenes mocanos, pero obviada por los investigadores- aparece asentada la partida de defunción de una persona apellido Goñi, que por la edad que tenía al momento de su fallecimiento nacería hacia 1722; sus padres vendrían al mundo hacia 1697, esto es, cuando ya existía la ermita de Estancia Nueva o La Ermita.
Las osamentas halladas en el parque Duarte de Moca, vale decir en el lugar de su segunda fundación en el siglo XVIII, podrían dar pie a pensar que esas tierras estuvieron habitadas desde el siglo anterior, conjuntamente con el núcleo humano asentado en Estancia Nueva o La Ermita. Pero todo es elucubración: una investigación exhaustiva en archivos parroquiales y protocolos notariales mocanos podría determinar la certeza de estas hipótesis.
Diario Libre
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