PL. - Pregunta Libre
La semana pasada usted se refirió a la mala suerte que se le atribuye al viernes 13, pero quisiera que abundara en cuanto al martes 13. También le solicito, por favor, si puede explicar algo más acerca de la historia de la Orden de los Caballeros Templarios. Carlos Manuel Rodríguez, Distrito Nacional.
Aunque es su segunda pregunta, comenzaré con la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo, más conocida como los Caballeros Templarios o la Orden del Temple, sobre la que se sabe que tras la primera cruzada, que culminó con la conquista de Jerusalén en 1099 y con la constitución de principados latinos en la zona, y del propio reinado de Jerusalén, donde, en 1100 fue coronado como rey Balduino I, luego de la muerte de su hermano Godofredo de Bouillon. Entonces, algunos de los caballeros que participaron en la Cruzada decidieron quedarse a defender los Santos Lugares y a los peregrinos cristianos que iban a ellos. Balduino I les concedió a esos caballeros, encabezados por Hugo de Payens, un lugar donde reposar y mantener sus equipos, otorgándoles derechos y privilegios, entre los que se contaba un alojamiento en su propio palacio, la Mezquita de Al-Aqsa, que se hallaba ubicada en lo que había sido el recinto del Templo de Salomón. De ahí el nombre que posteriormente adquirió la Orden del Temple, que fue aprobada de manera oficial por la Iglesia Católica en 1128, con el llamado Concilio de Troyes. Los Caballeros Templarios empleaban como distintivo un manto blanco con una cruz roja dibujada y se encontraban entre las unidades militares mejor entrenadas que participaron en las Cruzadas. Los miembros no combatientes de la orden gestionaron una compleja estructura económica a lo largo del mundo cristiano, creando nuevas técnicas financieras que constituyen una forma primitiva de los bancos modernos.
En 1291 tuvo lugar la Caída de Acre, con los últimos templarios luchando junto a su Maestre, Guillaume de Beaujeu, lo que constituyó el fin de la presencia cruzada en Tierra Santa, que tuvo que trasladar su Cuartel General a Chipre. El último Gran Maestre de la orden, fray Jacques de Molay, se negó a aceptar el proyecto de fusión de las órdenes, a pesar de las presiones papales, y se encontraba de visita en Francia, cuando Felipe IV de Francia, el Hermoso, ante las deudas que su país había adquirido, entre otras cosas, por el préstamo que su abuelo Luis IX solicitó para pagar su rescate tras ser capturado en la Séptima Cruzada, intimidó al Papa Clemente V para que iniciase un proceso contra los templarios acusándolos de sacrilegio a la cruz, herejía, sodomía y adoración a ídolos paganos. Para el ataque final a la orden, Felipe IV despachó correos a todos los lugares de su reino con órdenes estrictas de no ser abiertos hasta un día concreto: el anterior al viernes 13 de octubre de 1307, en lo que se podría decir que fue una operación conjunta simultánea en toda Francia. En esos pliegos se ordenaba la detención de todos los templarios y el requisamiento de sus bienes. Al final, luego de la detención y las acusaciones a los templarios, el Papa decretó la disolución, no la condenación de la orden, y no por sentencia penal, sino por un decreto apostólico: la bula Vox clamantis, del 22 de marzo de 1312.
Dirija sus preguntas a: acardenas@diariolibre.com
Aunque es su segunda pregunta, comenzaré con la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo, más conocida como los Caballeros Templarios o la Orden del Temple, sobre la que se sabe que tras la primera cruzada, que culminó con la conquista de Jerusalén en 1099 y con la constitución de principados latinos en la zona, y del propio reinado de Jerusalén, donde, en 1100 fue coronado como rey Balduino I, luego de la muerte de su hermano Godofredo de Bouillon. Entonces, algunos de los caballeros que participaron en la Cruzada decidieron quedarse a defender los Santos Lugares y a los peregrinos cristianos que iban a ellos. Balduino I les concedió a esos caballeros, encabezados por Hugo de Payens, un lugar donde reposar y mantener sus equipos, otorgándoles derechos y privilegios, entre los que se contaba un alojamiento en su propio palacio, la Mezquita de Al-Aqsa, que se hallaba ubicada en lo que había sido el recinto del Templo de Salomón. De ahí el nombre que posteriormente adquirió la Orden del Temple, que fue aprobada de manera oficial por la Iglesia Católica en 1128, con el llamado Concilio de Troyes. Los Caballeros Templarios empleaban como distintivo un manto blanco con una cruz roja dibujada y se encontraban entre las unidades militares mejor entrenadas que participaron en las Cruzadas. Los miembros no combatientes de la orden gestionaron una compleja estructura económica a lo largo del mundo cristiano, creando nuevas técnicas financieras que constituyen una forma primitiva de los bancos modernos.
En 1291 tuvo lugar la Caída de Acre, con los últimos templarios luchando junto a su Maestre, Guillaume de Beaujeu, lo que constituyó el fin de la presencia cruzada en Tierra Santa, que tuvo que trasladar su Cuartel General a Chipre. El último Gran Maestre de la orden, fray Jacques de Molay, se negó a aceptar el proyecto de fusión de las órdenes, a pesar de las presiones papales, y se encontraba de visita en Francia, cuando Felipe IV de Francia, el Hermoso, ante las deudas que su país había adquirido, entre otras cosas, por el préstamo que su abuelo Luis IX solicitó para pagar su rescate tras ser capturado en la Séptima Cruzada, intimidó al Papa Clemente V para que iniciase un proceso contra los templarios acusándolos de sacrilegio a la cruz, herejía, sodomía y adoración a ídolos paganos. Para el ataque final a la orden, Felipe IV despachó correos a todos los lugares de su reino con órdenes estrictas de no ser abiertos hasta un día concreto: el anterior al viernes 13 de octubre de 1307, en lo que se podría decir que fue una operación conjunta simultánea en toda Francia. En esos pliegos se ordenaba la detención de todos los templarios y el requisamiento de sus bienes. Al final, luego de la detención y las acusaciones a los templarios, el Papa decretó la disolución, no la condenación de la orden, y no por sentencia penal, sino por un decreto apostólico: la bula Vox clamantis, del 22 de marzo de 1312.
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Annet Cárdenas
Annet Cárdenas