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El último gran tabú

SANTO DOMINGO. Esta entrevista nace de la inquietud de la psicóloga Miguelina Justo. Autora de un estudio realizado en 2015 sobre cómo trata la prensa dominicana las informaciones sobre suicidios, se dirigió a Diario Libre para explicar cómo y por qué se debe hablar del suicidio y cómo debe hacerlo, muy concretamente, la prensa. Se agradece la iniciativa, se reconocen los errores, se aceptan las recomendaciones y se comparte la idea de que el suicidio, ese gran tabú, debería ser discutido de manera muy diferente a como se hace actualmente.

¿Por qué debemos hablar del suicidio?

Primero desestigmatizarlo para que podamos prevenirlo. Porque si no hablamos de eso estamos negando su existencia, y al negar su existencia, permitimos que crezca sin control. Tenemos que hablar del tema pero tenemos que cuidar la forma en que hablamos.

¿La tasa de suicidios en el país es alta?

En comparación con otros países de ingresos medios nuestra tasa es aceptable, pero para una madre que acaba de perder a su hijo esas cifras no consuelan. La meta de la OMS (Organización Mundial de la Salud) cuando traza un plan para la prevención del suicidio es que cada país se ponga objetivos de disminuir por lo menos un 10 % la tasa. Nosotros hemos ido disminuyéndola pero llevar las cuentas en República Dominicana es un reto. Yo creo que la ONE (Oficina Nacional de Estadísticas) hace un buen trabajo con lo que tiene, porque todavía es un tabú. Se puede suponer que esos números no son exactos quizás, están subreportados. De alguna forma la familia que pierde a un ser querido de esta manera es señalada y si tiene los recursos o las relaciones para evitar que digan que su hijo/a, esposo, mujer, etc. se ha suicidado y fue un envenenamiento accidental, por ejemplo, lo va a hacer.

¿Por qué es todavía un tabú?

Primero... no se comprende, produce demasiadas preguntas. Es algo que desconcierta. ¿Por qué una persona acabaría con su vida cuando todo el mundo trata de conservarla, protegerla? Creo también que tiene que ver mucho con nuestras tradiciones religiosas. En el pasado, según nuestras religiones judeo cristianas el que se arranca la vida, que es un don de Dios, debía ser excluido y no podía ser enterrado en el camposanto, no se le ofrecían misas. Ahora la religión católica tiene una visión más coherente por lo que se conoce sobre el suicidio.

¿Y qué se conoce sobre el suicidio?

Es una conducta que no se comprende completamente y en la que intervienen demasiados factores. Las personas que tienen trastornos mentales pueden ser más proclives: depresión específicamente, la esquizofrenia, trastorno maniaco depresivo, abusadores de sustancias como el alcohol, las drogas, etc. Sabemos que las experiencias potencialmente traumatizantes pueden empujar a estas acciones: las violaciones, los desplazamientos, los abusos. Pero también sabemos que hay un elemento de impulsividad. No todo el que se suicida lo ha planificado. Por eso es importante que cada país determine cuál es el medio más utilizado para que de alguna forma evite o prevenga el acceso a estos medios.

¿Y aquí, cuál ese método?

Según las estadísticas de la ONE, la mayoría de las personas se suicidan ahorcándose pero hay otros que lo hacen por envenenamiento. Debemos saber qué controles hay en el país para procurar que una persona no tenga acceso a sustancias letales. También el acceso a las armas de fuego, que sabemos que es un factor de riesgo. En una situación extrema de pérdida, de profunda desesperanza, saber que en la otra habitación hay un arma de alguna forma facilita una decisión.

¿Cómo cubre la prensa estos sucesos?

Mal, muy mal. Hay que reconocer que no se glorifica el suicidio, que no se exalta, pero también eso es algo cultural. En otros países el suicidio tiene otros tintes, hasta de honor, como el hara kiri japonés. Pero hay un primer grave error: se reporta el suicidio con los crímenes. No es un crimen, no está vetado por la ley que tú acabes o intentes acabar con tu vida, por lo menos no en este país. Es un problema de salud, no debe aparecer entre los robos y los asesinatos.

¿Cómo se debe reportar?

¿Por qué reportarlo, qué perseguimos? Si el objetivo es informar a la gente para que tomen una decisión al respecto, por ejemplo sobre su salud mental o la de otra persona... hagámoslo. Pero si tu intención es vender aprovechándose del sensacionalismo, te estás sumando al equipo contrario, estás metiendo un auto gol porque realmente no estás construyendo una mejor sociedad, que es lo que queremos. Mucho se ha debatido respecto al efecto de contagio que puede o tiene la prensa e incluso hay muchas investigaciones que confirman que se verifica un efecto contagio o Werther. Hace alusión a la ópera Desventuras del joven Werther de Goethe. Yo creo que realmente no existe contagio en el sentido de que “este se suicidó, yo quede contagiado”. Pero sí se presenta como una salida; “si este no encontró una mejor salida es que no la hay.”

Se interioriza como una opción...

Exacto. De alguna forma se trivializa: “yo tengo una deuda entonces esto puede ser una salida para mí”. No queremos eso. En otros países si se reporta un suicidio, en la noticia se pone la línea de ayuda, por ejemplo.

Hablemos de las imágenes...

Recuerdo una persona que participaba en un grupo de apoyo a familiares que han perdido a alguien por suicidio, que me dijo cuando murió su papá que era un personaje público, cómo los periodistas entraban, irrumpían en su casa, todos detrás de la foto. Eso también habría que considerarlo; como hablas impactará y hará más difícil su proceso de duelo y es como si les pusieran un amplificador de dolor. Todas las muertes son difíciles, pero el suicidio es extremadamente doloroso.

¿Ha aumentado el número de suicidios en adolescentes?

Es un excelente tema, pero hace falta un trabajo a nivel estadístico más complejo porque la ONE maneja números directos pero habría que analizarlos con cruces estadísticos más complejos que los que disponemos.

¿Cuál es la fuente de los datos de la ONE?

La policía. Los datos de Observación de Seguridad Ciudadana y del Ministerio de Salud Pública de Santo Domingo estaban en el momento del estudio atrasados y desorganizados.

¿Se debe hablar a los adolescentes sobre el suicidio?

Absolutamente. En la casa, en la escuela... En todos los lugares porque si sucede es que es parte de la vida. Yo prefiero hablarlo, porque lo sabemos en lo que está pensando el joven. Por ejemplo, recuerdo una mamá que me decía que su hija se había autolesionado y ella la llevó al sacerdote para que se confesara. No es así, si el joven tiene la idea de que no vale para nada, que no sirve para que seguir adelante, ¡que él te lo diga! Si tú no hablas de eso ¿cómo él va a saber que te lo puede decir?

¿Qué dice un suicida arrepentido?

Que en ese momento no veía salida pero que ahora ve que hay razones para seguir adelante. Regularmente describen una gran sensación de desesperanza de que...no hay salida. Es una convicción profunda, por eso es una cosa tan terrible. Me frustra, me enoja, cuando la gente habla con tal ligereza...”que si tuviera fe, que si las personas tienen que ser resilientes”. Es una postura filosófica muy arraigada, esta es la época de “tú lo puedes todo, lo imaginas, te esfuerzas y lo puedes lograr.”

¿Es una moda? ¿El optimismo obligatorio?

Sí, está muy extendido. Creo que el ser humano está endiosado y él es responsable y por tanto culpable de todo lo que pase en tu vida. Ya hemos dejado el determinismo social y hasta psicológico. “Si tuviste una infancia difícil, eso no te puede marcar, tú lo puedes superar”. Pero solo somos seres humanos, o sea, frágiles, afectados por nuestra historia, por nuestra familia...

Por nuestra genética

Exacto, ¿qué culpa tiene una persona de tender a la depresión?

Culpa... ¿las familias tienen sentimiento de culpa?

Absolutamente, absolutamente. Esa es una tarea pendiente, reconocer que eso es un fenómeno complejo que no puede abordarse de una forma sencilla. Porque entonces tampoco estamos ayudando, porque si hay un suicida en la familia puede que haya otro después. Como sociedad debemos dar una respuesta que permita que quien ha perdido un ser querido por suicidio no piense que el suicidio es una salida porque se siente también señalado, estigmatizado. Esto es muy difícil para ellos.

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