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Equidad de género
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¿Será posible el uso de un lenguaje sin género en República Dominicana?

Cuestionan la inclusión de términos como “todes” o “todxs”

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¿Será posible el uso de un lenguaje sin género en República Dominicana?
El lenguaje inclusivo continúa generando polémicas entre los especialistas. (FUENTE EXTERNA)

Entre los sectores que por años han librado la lucha a favor de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, hay quienes advierten sobre la carga sexista que existe en el lenguaje, debido a la preponderancia del masculino como genérico universal, y de cómo éste condiciona las actitudes y conductas de las personas.

Usar términos que resultan más inclusivos, como el “todos y todas” para dirigirse a colectividades integradas por personas de uno u otro sexo es una práctica casi común en algunos escenarios. Pero más recientemente, han surgido movimientos en favor de una terminación gramatical que emplearía letras neutras como las grafías “x” y “e” para referirse a ambos sexos en lugar de usar dos palabras. Ya en países de la región como Argentina y Chile esas letras se han empleado en actos públicos y oficiales. El año pasado, la Universidad Diego Portales decidió incorporar el lenguaje inclusivo en sus actividades académicas de pre y post grado, incluidas la “e” y la “x”.

Entre los dominicanos todavía el uso de esas letras no va más allá de las conversaciones coloquiales por mensajería de WhatsApp, donde es más común la arroba“@” en sustitución de vocales que denotan el género.

Sin embargo, desde varios sectores se hacen críticas y cuestionamientos a esos usos que, a consideración de lingüistas, violan las reglas gramaticales y que, desde un punto de vista de la neurociencia, pueden resultar confusos para el proceso de aprendizaje natural de los individuos.

“Esa iniciativa va contra la esencia misma de la lengua y contra la aspiración esencial de la mujer”, sentencia Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua que rechaza todas las formas de inclusión de género en el lenguaje.

Uno de los argumentos que se usan para justificar la iniciativa es la igualdad, una lucha que el lingüista ve justa y válida y que apoya, pero advierte que igualar eso en el lenguaje no es posible, “porque la lengua tiene unos estatutos, tiene una normativa, unos criterios y el lenguaje de doble género, casi siempre enfrenta, violenta la esencia misma de la lengua”.

La educadora y especialista en neurociencia Salul Ordehi plantea lo confuso que puede ser el uso de un lenguaje inclusivo, cuando no va acompañado de una práctica social real.

Explica que sin bien es cierto que se trata de un tema de derechos, su uso no necesariamente producirá efecto en la conciencia, porque las personas, desde la niñez, crecen repitiendo determinados términos y patrones de lenguaje.

Advierte que podría constituirse en un arma de doble filo (sobre todo en la niñez) poner en uso un sistema de pensamiento y regulación que la persona no es capaz de comprender en la práctica.

“Si el cambio se hace utilizando el recurso de también aprender, enseñar y educar a que el niño o la niña, todos y todas somos iguales, tenemos los mismos derechos y podemos tener las mismas oportunidades, sería adecuado. El riesgo está cuando eso no lleva ese proceso que educa la conciencia y el uso racional y adecuado de esos conceptos”.

Ordehi se enfoca en los aspectos culturales y sociales para plantear que, aunque haya un discurso y una implementación de la inclusión de género en el aspecto verbal, estos procesos no suelen ser coherentes con lo que está sucediendo a nivel práctico.

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Es periodista en Diario Libre.