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Un accidente le cambió la vida dos veces

Kendall Hernández sufrió una caída que le dejó inválido

La vida le cambió por primera vez en el año 2013 al joven de 27 años, Kendall Hernández, cuando trabajaba como herrero en una construcción y cayó desde un tercer piso. La caída le provocó una lesión medular y perdió la movilidad en sus dos piernas.

A pesar de haber sufrido un daño físico prácticamente irremediable, cuenta que tanto la empresa para la cual laboraba, como la contratante para la que hacían el trabajo se desvincularon de su infortunio.

“Ambas instituciones lo que se desligaron fue, ocultaron el accidente mío a la Sisalril (Superintendencia de Salud y Riesgos Laborales)”, expresó Hernández. “Fue un proceso duro poder adaptarme”, recuerda. Las calles de su comunidad en el barrio El Cristal, en Sábana Perdida, no están muy bien pavimentadas, especialmente la de su hogar. Y la entrada de su casa tuvo que ser modificada para que él pueda ingresar solo en su silla de ruedas. Todos estos son problemas a los que el joven encontró soluciones.

“La discapacidad es mental y no física”, explica. Su creatividad y el deseo de no convertirse en una carga para su familia o el Estado, sumado a su realidad económica, lo llevó a ingeniárselas para encontrar la forma de transportarse con “poquita inversión”. De ahí surgió una idea que le volvió a cambiar la vida.

El oriundo de Los Mina en Santo Domingo Este, y segundo de tres hermanos por parte de padre, puso en práctica todos sus conocimientos técnicos de informática, diseño y electrónica para hacer realidad un sueño. Junto a su mejor amigo, Antonio Medina, quien es herrero, utilizaron dos motores y lo acomodaron para que Kendall pudiese montarse con su silla de ruedas y trasladarse a donde desee. Todo el proceso de modificación les tomó alrededor de dos meses.

Hernández explica que la idea intelectual y el diseño fue suya, pero quien realmente realizó todo el trabajo fue su amigo Medina. “Le enseñé el diseño y él me dijo ‘ok, se puede hacer’, me agregó algunas ideas que agradezco bastante y fue una lluvia de ideas; él es bastante creativo igual que yo”, expresa.

El motor CG 200 Tauro, tiene número de chasis, placa y seguro; le costó 15,000 pesos más las adaptaciones, al final pagó 37,000 pesos por todo. Pero Kendall dice que todavía de vez en cuando hay que cambiarle algunas cosas y que, luego de haberse vuelto viral, le han hecho algunas recomendaciones que considera pertinentes. Una de ellas es construirle una compuerta que asegure su silla por detrás.

Por el momento, Hernández sólo pide ayuda para patentizar su diseño, mejorarlo y ponerlo en producción para personas con su condición. “La meta final es que se pueda industrializar este prototipo y hacer más”, dice. Y es que la creación que logró junto a su amigo lo ayuda a trasladarse hacia su trabajo como auxiliar de informática en el Ayuntamiento de Santo Domingo Norte.

“Lo que yo gastaba en un taxi, 500-600 pesos, ahora simplemente echo 100-150 pesos de combustible y llego lejísimo”, dice sonriente. Una sonrisa que no es más que la muestra de la perseverancia de un ser que no se rindió ante los problemas que le trajo la vida, y que, por el contrario, les encontró soluciones.

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