Urgen crear un muro en la presa de Hatillo
Un experto identifica los problemas que ponen en riesgola vida en las cuencas bajas

Santo Domingo. El paso de la tormenta Noel no sólo dejó pérdidas de vidas humanas y cuantiosos daños materiales. También puso al descubierto la urgente necesidad de construir un muro de hormigón que aumente en dos o más metros la altura de la presa de Hatillo y de utilizar de manera efectiva los vertederos de cada una de las presas del país a fin de que puedan desaguar grandes caudales sin producir daños.
Así lo considera el ingeniero Ramón Isidro Rodríguez, un experto en construcción de proyectos hidráulicos, que lamenta que pese al importante papel que las presas de embalses desempeñan en el riego de la agricultura, la producción eléctrica, el consumo humano y el control de las avenidas, operarlas se haga cada vez más difícil por la gran población que vive en sus cuencas bajas.
Cita como ejemplo el caso de la presa de Tavera, ubicada al suroeste del municipio de Cotuí, con vertederos que tienen capacidad para desaguar caudales mayores de 10,000 metros por segundo, pero que provoca estragos significativos que comienzan a sentirse desde Santiago cuando el desagüe apenas sobrepasa los 500 metros por segundo.
Lo mismo ocurre con los vertederos de las presas de Sabana Yegua, de 7,000 metros por segundo y de Sabaneta, de 4,980 metros por segundo, que no pueden desaguar siquiera el 20% de sus capacidades por los daños que producirían en sus zonas bajas, asegura el ingeniero Rodríguez.
Límite de áreas
Ante esa realidad, propone al Estado que limite las áreas de influencia de los desagües tanto en la zona urbana como en el campo, calculando en cada presa el caudal adecuado que cumpla con los beneficios máximos de la instalación hidroeléctrica sin afectar de manera considerable las zonas de debajo de los diques.
También sugiere la creación de un órgano que se ocupe de la operación y el mantenimiento de las presas con la vigilancia permanente del sector privado representado por las universidades, iglesias, productores agrícolas y asociaciones de desarrollo.
Actualmente, una parte de las presas (las que se dedican a la producción de energía) son operadas por la Empresa de Generación Hidroélectrica Dominicana; mientras que el resto (las que dan servicio de riego) son manejadas por el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos.
Para el experto, que lleva más de 15 años haciendo estudios para el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos y la antigua Corporación Dominicana de Electricidad, no es desdeñable nada de lo ocurrido con las presas durante y después de la tormenta Noel, especialmente con la de Hatillo, donde la entrada de agua al embalse, mayor de 4,000 metros por segundo y de salida, menor de 600 metros por segundo provocó una subida rápida que pudo haber alcanzado su nivel de coronación.
"El hecho de que el embalse de la presa de Hatillo evitara que las inundaciones en su cuenca baja fueran sustancialmente mayores no quita que pensemos que esta presa requiere un estudio minucioso para su operación durante temporadas como la que se presentó en la tormenta Noel", planteó Rodríguez.
Así lo considera el ingeniero Ramón Isidro Rodríguez, un experto en construcción de proyectos hidráulicos, que lamenta que pese al importante papel que las presas de embalses desempeñan en el riego de la agricultura, la producción eléctrica, el consumo humano y el control de las avenidas, operarlas se haga cada vez más difícil por la gran población que vive en sus cuencas bajas.
Cita como ejemplo el caso de la presa de Tavera, ubicada al suroeste del municipio de Cotuí, con vertederos que tienen capacidad para desaguar caudales mayores de 10,000 metros por segundo, pero que provoca estragos significativos que comienzan a sentirse desde Santiago cuando el desagüe apenas sobrepasa los 500 metros por segundo.
Lo mismo ocurre con los vertederos de las presas de Sabana Yegua, de 7,000 metros por segundo y de Sabaneta, de 4,980 metros por segundo, que no pueden desaguar siquiera el 20% de sus capacidades por los daños que producirían en sus zonas bajas, asegura el ingeniero Rodríguez.
Límite de áreas
Ante esa realidad, propone al Estado que limite las áreas de influencia de los desagües tanto en la zona urbana como en el campo, calculando en cada presa el caudal adecuado que cumpla con los beneficios máximos de la instalación hidroeléctrica sin afectar de manera considerable las zonas de debajo de los diques.
También sugiere la creación de un órgano que se ocupe de la operación y el mantenimiento de las presas con la vigilancia permanente del sector privado representado por las universidades, iglesias, productores agrícolas y asociaciones de desarrollo.
Actualmente, una parte de las presas (las que se dedican a la producción de energía) son operadas por la Empresa de Generación Hidroélectrica Dominicana; mientras que el resto (las que dan servicio de riego) son manejadas por el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos.
Para el experto, que lleva más de 15 años haciendo estudios para el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos y la antigua Corporación Dominicana de Electricidad, no es desdeñable nada de lo ocurrido con las presas durante y después de la tormenta Noel, especialmente con la de Hatillo, donde la entrada de agua al embalse, mayor de 4,000 metros por segundo y de salida, menor de 600 metros por segundo provocó una subida rápida que pudo haber alcanzado su nivel de coronación.
"El hecho de que el embalse de la presa de Hatillo evitara que las inundaciones en su cuenca baja fueran sustancialmente mayores no quita que pensemos que esta presa requiere un estudio minucioso para su operación durante temporadas como la que se presentó en la tormenta Noel", planteó Rodríguez.