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Xenofobia policiaca amenaza a los emigrados dominicanos en Puerto Rico

La brutal paliza que recibió en diciembre el petromacorisano Francisco Navarro motivó una demanda de US$100 millones contra el Estado Libre Asociado

[b]Historia DL.[/b]

San Juan, Puerto Rico. La presunta detención ilegal, tortura y amenaza de muerte al petromacorisano Francisco Navarro por parte de ocho agentes de la división de tránsito de Bayamón Norte ha destapado la olla de la discriminación racial en Puerto Rico.

Los dominicanos son la minoría étnica más numerosa en esa isla. Entre los legales y los ilegales superan los 250,000; más del 6% de la población total.

Los abogados de Navarro, Alexis Irizarry y Félix Bravo, interpusieron el 7 de febrero una demanda de US$100 millones contra el Estado Libre Asociado de Puerto Rico. Por primera vez en la historia judicial de esa isla se demanda al Estado bajo derecho internacional.

Irizarry reveló a DL que, tras esa denuncia, al menos cuatro dominicanos más se han querellado por supuestos abusos de la policía de tránsito de ese distrito. "Las reiteradas denuncias de abusos evidencian que en Bayamón opera una especie de ganga que se dedica a actividades xenófobas", expresó Irizarry.

En los ochenta, el Gobierno de la isla abría expedientes a ciudadanos de a pie que estaban identificados con la lucha por la independencia o con ideas que no eran las preestablecidas. "La policía de Puerto Rico tiene un patrón de historial represivo y esto es un capítulo más", comenta el abogado.

[b]Represión racista[/b]

En la medianoche del 22 de diciembre, Francisco transitaba en su vehículo por la carretera 167 destino a Río Hondo. Un reventón de la goma delantera izquierda le obligó a saltarse la luz roja del semáforo.

El carro se detuvo a unos 30 pies de la señal e inmediatamente fue interceptado por el agente Eduardo Román, asignado en la Comandancia de policía de Bayamón Norte con la placa 25358. "Después de que me esposó, me preguntó que había pasado", narra Francisco.

El refuerzo llegó en menos de cinco minutos. Una mujer rubia se desmontó de una de las tres patrullas que habían llegado y le preguntó si era boricua o extranjero. "Al decirle que era dominicano me bajó un macanazo en el párpado izquierdo", prosigue.

Fue el comienzo de una brutal paliza que duró casi tres horas. Siete policías se enseñaron a patadas, puños, bofetadas, gritos y epítetos racistas contra el cuerpo menudo y enjuto de Francisco que apenas resistió el segundo embate. No supera los cinco pies de altura. Desde aquella noche, se expresa con dificultad. La agresión le provocó severos traumas en todo el cuerpo. Sufre mareos, convulsiones, cojera, insomnio y movimiento muscular y nervioso involuntario.

[b]Delito: ser dominicano[/b]

A Francisco podían haberlo multado por conducir sin autorización. No tiene licencia. Pero nadie le pidió sus documentos. Los agentes ni siquiera comprobaron que tenía residencia legal. Cometió el delito de decir que era dominicano. La alegada infracción de tránsito se debió haber conocido el 21 de enero. Pero ninguno de los oficiales acudió a la cita.

[b]Francisco Navarro[/b]

No podemos vender esta isla como un paraíso cuando aquí se están vulnerando los derechos humanos",

[b]Alexis Irizarry[/b]

[b]De yolero a chef[/b]

El 12 de julio de 1998 Francisco Navarro se embarcó en una yola rumbo a Puerto Rico. Buscaba mejorar su calidad de vida. Arribó a la isla por Cabo Rojo y dos días después ya estaba trabajando como ayudante de chef. En 2001, consiguió el estatus de residente legal. Tras la agresión, no ha podido volver a trabajar.

[b]Demanda novel[/b]

Es la primera vez que al Estado de Puerto Rico se le demanda bajo derecho internacional. "Por su condición especial, a veces nos olvidamos que estamos sujetos a los tratados internacionales que ha firmado Estados Unidos", explica Irizarry.

[b]Traba migratoria[/b]

Juristas consultados tildan de política xenófoba la firma del acta patriótica que permite a un funcionario federal de inmigración violentar los derechos de cualquier residente. "Es un obstáculo que crea miedo a la comunidad", comentan.