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El baloncesto de los años 70-80 tuvo “enfrentamientos de clases sociales”

SANTO DOMINGO. Los años 70 y los 80 fue una etapa difícil para los árbitros. El Palacio de los Deportes Virgilio Travieso Soto vivió diversos momentos que hoy son parte de la historia del baloncesto dominicano.

El exárbitro, Luis Martí, el primero con categoría FIBA (distinción obtenida en México), que tuvo República Dominicana, recrea algunos momentos, de un baloncesto “romántico”, pero no libre de dificultades.

Claro, eso llegó al Travieso Soto, después de experiencias similares en su escenario anterior, la cancha abierta del Parque Eugenio María de Hostos, donde, asegura, hubo árbitros que pitaban protegidos “con un arma”.

Ese baloncesto era el de los “enfrentamientos de las clases sociales”, señala Martí, en su visita a Diario Libre. Entonces existían los clubes Naco y Arroyo Hondo, los primeros clubes de piscina y jugar contra equipos de zonas populares, convertía el Palacio en un escenario que reflejaba la diferencia social. “Eran juegos tan difíciles, que se enfrentaban clases sociales”, señala Martí. “Era una competencia de interesas y marcas”.

Y detalla: “Pitar un juego Naco-Mauricio Báez; Naco o Arroyo Hondo-Los Mina, eso no era fácil, eran 10 mil personas, cinco por un lado recordándote el último domingo de mayo (la madre) y la presión de los periodistas. Había algunos que tenían intereses en los equipos o comerciales. No voy a mencionar nombres”.

El torneo de 1977

“El árbitro desde que empieza el partido tiene que comenzar con el primer pitazo fuerte, duro”, recomienda Martí. Eso es una manera de comenzar a marcar respeto a ambos rivales.

Recuerda lo ocurrido en la final de 1977, en la que Cucho Abreu terminó golpeando a Winston Royal en el rostro. “Si yo estuviera pitando esa final, muy difícil (que eso ocurriera), porque a mí nunca se me fue un juego de la mano. El juego se controla desde el principio”, advierte el árbitro que inicialmente se formó en México, país donde pitó, así como en Puerto Rico. “Cucho, que hoy es general, defendía fuerte, era un jugador físico. Esos jugadores físicos tienes que controlarlos para que no te dañen el juego”, señala.

Los más caballerosos

Al mencionar a los jugadores más caballerosos señala al fenecido Ismael Tapia, Víctor Hansen, Maíta Mercedes, Iván Mieses “muy caballeroso”, Vinicio Muñoz “ni hablar”; Hugo Cabrera y Chicho Sibilio, Eduardo Gómez; Royal “ese era una dama, ni hablaba” y por eso se sorprende por el hecho en que se vio involucrado con Abreu, que llevó a suspender la final de ese año. “Lógico, fue provocada por mi amigo (Cucho). No sé si fue expresamente, porque Winston era un lío”. ¿Los más difíciles? “los hermanos Monegro”, aunque casi no tenía problemas.

Ironía

“Me indujo a arbitrar Leandro de la Cruz y después fue uno de los mánagers que yo más boté del juego. A él y a Fernando Teruel”, señala.

El propio De la Cruz le ayudó con su primera visa estadounidense, “pero aun así cuando se ponía de necio lo botaba del juego. Cosas de la vida”.

Rechaza la revisión

Décadas después de su retiro, se aprobó la revisión de jugada por videos en el baloncesto. “Yo no estoy de acuerdo, es una de las cosas que más me ha molestado”, señala Martí.

“Si hoy en día yo estuviera... yo no pitara un juego, por moral”, señala Martí. ¿Cómo yo pito una jugada y llego a la casa en la noche y me dicen los hijos míos ‘papi, te equivocaste’, es un ser humano que está ahí. No me gusta ver los juegos de béisbol por eso”.

Martí refiere que también es improcedente cuando el árbitro se equivoca con el equipo A y luego quiere compensar con el B. “Se equivocó dos veces”, ahora bien, “el mejor árbitro del mundo es Dios, sólo Dios es perfecto”.

“El batazo de Iván”

El 28 de julio se produjo un incidente que marcó el baloncesto. Después de un partido, el 28 de julio de 1985, Iván Mieses, de Arroyo Hondo golpeó con un bate, alegadamente, a Ralph MacPherson. Martí arbitraba en esa ocasión.

Según refiere el estadounidense lo “estaba hostigando”, a Mieses, con palabras inadecuadas. “Si no es por Frank Kranwinkel, que lo agarra, le rompe más de una costilla”.

Aun así, “si lo hubiera sacado del juego, se hubiera evitado eso desde el principio. Esa fue una de las fallas mías que tuve. Le canté un técnico le llamé la atención y no lo saqué del juego”.

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