Earl Weaver, bateó .246 con las Águilas y fue despedido en 1955

Earl Weaver militó con las Aguilas Cibaeñas, en la temporada 1955-56, defendiendo la segunda base.

El colectivo cibaeño recibió en la apertura de la Epoca de las Luces, los mejores prospectos de los Piratas de Pittsburgh. Esa pléyade de cotizados prospectos la encabezó el paracorto Bill Mazeroski, de apenas 19 años, que ayudaron a las Aguilas a tener una magnífica combinación alrededor del segundo cojin con Mazeroski en las paradas cortas y el intermedista Earl Weaver, pero este fue despedido por bajo rendimiento, ocupó el puesto el veterano criollo Julito Martínez. Weaver, en 130 turnos, 20 anotadas, 32 hits, 10 impulsadas y promedio de .246.

Éxitos: Earl Weaver, el temperamental mánager que condujo a los Orioles de Baltimore a cuatro Series Mundiales, durante 17 temporadas fue el piloto de los Orioles de Baltimore, logrando 1,480 victorias, 1060 derrotas para un porcentaje de .583 es el quinto mejor entre los dirigentes del siglo 20 que han trabajado al menos 10 temporadas. El “Duque de Earl”, como era conocido, llegó a la Serie Mundial cuatro veces aunque sólo ganó en 1970.

Weaver fue quien sentenció que "las claves para ganar juegos de béisbol son: el pitcheo, ejecutar los fundamentos y conectar jonrones de tres carreras".

Murió el 19 de enero del 2013, a los 82 años, mientras viajaba en un crucero asociado con los Orioles por el Caribe.

Su vida: El camino del conde Weaver al Salón de la Fama comenzó en un camión de lavandería. Su padre era dueño de una tintorería y se encargaba de los uniformes de los Carmelitas de San Luis y los Cardenales. Weaver mostró su astucia cuando firmó su primer contrato profesional a la edad de 17 años. Ambos equipos de la ciudad querían firmarlo, pero los Browns le ofrecieron un bono de $2,000 solo si se quedaba en los Menores. Los Cardenales ofrecieron $1,500, sin condiciones. Weaver se convirtió en un cardenal.

Posición: Como segunda base de 5 pies y 7 pulgadas, llegó una vez al campo de entrenamiento de primavera de los Cardenales, pero nunca estuvo cerca de un bate de Grandes Ligas. Tenía un brazo débil y poco poder, además de un temperamento beligerante que enfurecía a los árbitros y oponentes. “Lo único que siempre quise en mi vida fue ser un jugador de Grandes Ligas, pero tuve que admitir que no era lo suficientemente bueno”.

Bienvenido Rojas

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Cronista deportivo. Amante del béisbol y sus vivencias.