Buck Showalter, Manager del Año de la Liga Nacional
El dirigente de los Mets ha mantenido al equipo en primer lugar todo el año
Los Mets de New York con registro de 93-55, al llegar al juego de ayer en Milwaukee, son los punteros de la División Este de la Liga Nacional y visados a la postemporada, han llegado a ese piso privilegiado, gracias a la sapiencia de Buck Showalter, en su rol de manager.
Ahora bien y esto que quede bien claro, como si le hiciéramos la prueba del fondito, fuera de las victorias y las derrotas, en realidad es que no hay estadísticas, ni de vieja, ni nueva generación, para medir qué tan bien le está yendo a un manager en una temporada determinada. Se trata más de sentimientos, orientación y el entorno que fomentan en el transcurso de 162 juegos, un período en el que los jugadores y el manager se ven mucho más de lo que ven a sus propias familias y amigos.
Quizás el mayor elogio para un manager es, simplemente, que lo entiendan. Buck Showalter, quien es nuestro principal candidato para ganar el premio de Manager del Año de la Liga Nacional, comulga y se deja entender con filosofía propia con sus jugadores y ahí está la zapata de sus èxitos.
Cuando se mira para el dugout, uno podría pensar que el rol de un manager es comer semillas de girasol y de patear el polvo cuando necesita argumentar un reclamo. Pero eso está muy lejos de la realidad.
Un buen mánager no puede ser un esclavo de las estadísticas, debe seguir su instinto, sin importar el qué dirán. O sea, debe combinar ambas cosas. No hay forma de saber cuál será el resultado de una decisión antes de hacerla. Los managers necesitan tomar decisiones difíciles, aprender de sus errores y hacer ajustes para mejorar los próximos resultados.
Escuchar a un manager es como descifrar viejos dichos y aforismos, repasar lecciones de historia, una forma de conversar sobre béisbol que está en algún lugar entre las perspectivas de la vieja escuela y la charla de memes de la nueva escuela. Demostrar en el terreno que administrar un equipo de béisbol no siempre se trata de bolas y strikes, o incluso de victorias y derrotas.
Buck Showalter es un manager de la vieja escuela, que prioriza jugar un buen béisbol en equipo de una manera que no sea demasiado intensa o agotadora para los jugadores, sin olvidar la trágica realidad que cuando el equipo gana, los héroes son los jugadores y cuando se pierde el estiércol es para el mánager.
1964, Winston –El Chilote- Llenas es seleccionado Jugador Más Valioso de la Liga del Noroeste, clase A. Bateó .346, con 11 jonrones y 71 remolcadas.
1999, Pedro Martínez, Boston, ponchó 12 para llegar a 300, récord en Boston y se unió a Randy Johnson como los únicos lanzadores con temporadas de tres centenas de abanicados en cada liga.
1999, Alex Rodríguez se convirtió en el primer paracorto de la Liga Americana con dos temporadas seguidas de 40 jonrones. 2000, José Ortiz, Oakland, dispara su primer hit en las Grandes Ligas a Jamie Moyer de Seattle.
2000,en la victoria 10x3 de los Expos sobre los Marlins, el jardinero derecho de la Expos, Vladimir Guerrero, establece un récord de jonrones de franquicia en una sola temporada al conectar su jonrón 43 de la temporada.
2001, Alex Rodrìguez, Texas, fletó el jonrón 47, empatando el récord de las Grandes Ligas de jonrones en una temporada para un campocorto. La leyenda de los Cachorros, Ernie Banks, estableció el récord en 1958.
2001, Albert Pujols, Cardenales de San Luis, conecta el primer Grand Slam de su carrera, que le da un nuevo récord de novato en las Grandes Ligas de extrabases en una temporada con 83. La antigua marca de 82 fue establecida por Johnny Frederick de Brooklyn en 1929.