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Con David Ortiz se va un pelotero imposible de olvidar

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Con David Ortiz se va un pelotero imposible de olvidar
David Ortiz llegó a Boston a finales de 2002 tras ser dejado libre por Minnesota. (AP)

SANTO DOMINGO. Los diamantes del Big Show extrañarán a partir de 2017 a una de las figuras más trascendentes de los últimos tres lustros. Después de la próxima campaña, David Ortiz colgará los spikes, dejará las Grandes Ligas, ese escenario que soñó una vez su padre lo convenció de que en su gran pasión de adolescente, el baloncesto, tendría menos oportunidades que en el béisbol.

Lo hace a pesar de que Boston tiene una opción de US$10 millones para 2017 que podía llegar hasta US$16 millones si el próximo año agotaba 600 apariciones.

El próximo año podrá llegar a 1,400 carreras anotadas, a 600 dobles, a 1,700 impulsadas y superar los 2,400 imparables. En diciembre de 2021 aparecería por primera vez en la boleta para Cooperstown.

“La vida tiene varios capítulos, y creo que estoy listo para experimentar el próximo en mi vida”, dijo en el video dirigido a sus fanáticos. “Desearía poder jugar otros 40 años, para contar con su respaldo, pero las cosas no son así. Todo termina después de este año. Así que disfrutemos de la temporada”.

Con Ortiz se va un pelotero especial, uno que con el sonido de su bate espantó fantasmas casi centenarios en un museo del béisbol como el Fenway Park, coleccionó una carrera de inmortal que compensó limitaciones con el guante y destrozó todo esquema defensivos que crearon los sabermétricos, así se pusiera todo el infield hacia el lado derecho del cuadro.

Pero ese mismo monstruo que intimida en el home con sus 6’3 y 230 libras de poca grasa que realiza swing a105 millas por hora se humaniza cuando deja las líneas de cal, lo que ha agigantado su legado con acciones solidarias sin precedentes entre sus compatriotas deportistas,.

Su fundación ha costeado operaciones de corazón abierto a cerca de 500 niños, de ahí que mañana el CEDIMAT bautizará la unidad Cardiovascular Pediátrica con su nombre. A su torneo de golf con fines caritativo vienen celebridades de todos niveles.

Su figura es tan popular que en 2014, tras ganar su tercera Serie Mundial y ser escogido Jugador Más Valioso, su barba fue subastada por casi US$11 mil para una causa benéfica.

Firmado con 16 años por apenas US$7,500 para los Marineros en 1992, Ortiz escogió el día en que aterrizó en la tercera edad para anunciar la fecha de caducidad a una carrera que tiene grabado decenas de escenas en las retinas de millones de fanáticos del béisbol en el planeta.

Acostumbrado a los flashes de celebridad desde que tuvo la oportunidad de convertirse en estrella, en 2003 con los Medias Rojas, el Big Papi no quiere dejar el terreno “dando lástima” en un béisbol que confiesa es muy diferente al que conoció cuando debutó en 1997. Ser irá como los grandes, con despedidas en cada estadio que juegue por última vez el próximo año.

Si bien estuvo consciente de la exigencia del juego desde que en 1992 sacrificó el tercero de bachillerato para someterse a entrenamientos que terminarían con su firma, las exigencias de producción, en ocasiones acompañadas de sospechas por su rendimiento, no pararon de subir en la medida en que los años pasaban y los últimos cinco fueron un calvario.

Arribar a los 500 jonrones en septiembre pasado fue para él como cruzar la meta en el kilómetro 42,1 de la maratón. Este obrero del béisbol terminará con ingresos de salarios de US$159 millones, pero nunca tuvo un pacto mayor de cuatro años.

Esa falta de garantía laboral le obligó a esforzarse en cada invierno pensando que el próximo verano podía ser su último. Los US$52 millones por cuatro años que firmó con Boston en 2006 fue su mayor contrato.

Si bien tiene un portafolio de inversiones que incluye restaurantes, bienes raíces y acciones en Wall Street que prometen ocuparle tiempo, David Américo Ortiz Arias seguirá conectado al béisbol. En una reunión que sostuvo hace unas semanas con el comisionado Rob Manfred en las oficinas de Nueva York quedó encantado con trabajar como comentarista en el canal de la liga, además de trabajar en programas de asesoría de jóvenes latinos que la MLB tiene en agenda.

Pero Ortiz es una máquina de producir dinero. Según dijo ayer al programa Grandes en los Deportes, los más de tres millones de seguidores que tiene entre Facebook, Twitter e Instagram lo han convertido en un instrumento para promocionar productos, otra rama para asociar su energizante sonrisa con marcas como Reebok, Gillette o Samsung, una relación que le reporta millones a sus cuentas cada año.

Su espontaneidad frente al micrófono le ocasionó más de un “mal entendido”, su sinceridad de expresar lo que sentía le costó dinero, el más reciente de US$87 mil en mayo pasado por hacer contacto en una discusión con un árbitro.

Su selfie con Barak Obama en 2014 ocasionó un revuelo de índole comercial por su relación con Samsung que se movió a la creación de un protocolo que prohíbe la práctica de autoretratos con el jefe de estado norteamericano en la Casa Blanca.

NPerez@diariolibre.com

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