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Con M. Pichardo, murió un roble del béisbol dominicano

Fue presidente del equipo de los Tigres del Licey, inmortal del deporte nacional y del béisbol del Caribe

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Con M. Pichardo, murió un roble del béisbol dominicano
Monchín Pichardo hizo del béisbol su mayor pasión.
SANTO DOMINGO. Murió ayer en la madrugada en Miami un roble del béisbol dominicano: Domingo Ernesto Pichardo (Monchín) a la edad de 81 años. El cádaver llegará hoy a las 5:00 pm en American Airlines.

En las páginas del béisbol dominicano, los éxitos de Monchín al frente del Licey ocuparían muchas páginas y no es para menos. La entrega y desvelo que enseñó este titán de El Glorioso Licey son dignas para argumentos de películas de suspenso y acción. Monchín es parte del Licey. Monchín es historia viva del béisbol dominicano. Monchín no ha muerto, Monchín vivirá por siempre en el corazón de sus amigos.

Miembro del Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano como jugador de tenis de mesa, y de la Confederación del Caribe en calidad de propulsor, Pichardo fue en su época uno de los ejecutivos del béisbol dominicano con mayor proyección internacional. Sus relaciones con Peter O´Malley, Al Campanis, Tom Lasorda y Rafael Avila lograron que los Dodgers de Los Angeles fueran la organización que suministrara al Licey los mejores jugadores.

Pichardo Vicioso se integró como socio al Club Atlético Licey en el año 1954 y en la campaña 1963-64 asumió por primera vez la presidencia y gerencia general del conjunto más exitoso de la historia del béisbol criollo.

A las 6 de la mañana de ayer cuando le comuniqué a Pepe Busto el fallecimiento expresó: "Para el Licey, para toda la familia de este equipo es una pérdida irreparable como lo es para el deporte dominicano".

Pichardo falleció a las 4:15 de la madrugada de este martes en un centro médico de Miami, Florida, donde llevaba 12 días recibiendo tratamiento.

"Fue un gran presidente para los Tigres del Licey y una figura emblemática para el béisbol profesional dominicano, del Caribe y el béisbol organizado en sentido general", dijo Pepe, al tiempo de calificarlo como "un gran ser humano".

Sus éxitos al frente del Licey se debieron a su dedicación y entrega, ya que estaba convencido de que lo único que que la afición no entendía era cuando el club añil perdía.

Desde que tomó el mando en el Licey su única meta fue la de ganar y ganar. En una ocasión dijo: "Los fanáticos del Licey están acostumbrados a ganar".

A Pichardo le sobreviven su esposa doña Mirtha Peña, sus hijos Domingo Ernesto, José Andrés y Ricardo, y su hermano Horacio.