Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Herramientas
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Banco Central
Banco Central

Apuesta a Duarte

El niño, si mal no recuerdo de unos diez años, sacó de sus bolsillos un puñado de billetes estrujados y se lo mostró a su padre que estaba sentado en la cabecera de la mesa, orgulloso del pequeño capital acumulado. “Mira, papá, ya tengo ahorrados nueve pesos...”

Nueve pesos, cuando cada peso todavía era una papeleta y rendía para varios paseos al colmado de refrescos, platanitos y paquitos Archie, Memín o Kalimán, era en aquella época toda una fortuna, pues estamos hablando del año 1982.

¡Pobre del niño! En vez de recibir palabras de estímulo del padre, se ganó su boche. “El papel moneda no debe tenerse así, todo estrujado y embollado. Representa los símbolos patrios, así es que cuídalos mejor y nunca lo maltrates.”

Recuento la historia pues el niño era yo y mi padre en ese momento el recién renunciante gobernador del Banco Central, que me enseñó ese aspecto del papel moneda a muy temprana edad.

Recuerdo la anécdota pues, en estos momentos, el actual gobernador del Banco Central está enfrentando uno de los momentos más delicados en la historia de la moneda dominicana, bajo amenazas de magnitud extraordinaria, con el riesgo de verse tan maltratado por la pandemia del 2020 como yo embollé y estrujé mis pesitos del 1982.

La Regla HVA bajo ataque

El peso está bajo ataque. Por segunda vez en una década, la devaluación interanual tradicional que establece la “Regla HVA” (es decir, un piso de 2% y un techo de 6%) se ha roto.

Como vemos en la primera gráfica, la depreciación en los meses de marzo y abril se disparó más allá del “techo invisible” de variación interanual de 6%, superando la depreciación de abril el 7.3%.

“Poco me lo jayo”, dirían en el Cibao, tomando en consideración el desplome de la economía global y las embestidas que han sufrido sectores críticos para la generación de divisas del país, como el turismo, las remesas y las propias zonas francas.

Un ejemplo quizás baste: Ya en marzo, las remesas recibidas cayeron un 21.8% al compararlas con igual periodo del 2019, su mayor desplome de la última década.

Lamentablemente, en la medida que la ciudad de mayor impacto del COVID-19 es donde mejor representados están nuestros dominicanos del exterior, la pérdida de US$1,400 millones en divisas (o RD$72,000 millones de ingresos para el hogar dominicano) por una caída proyectada del 20% de remesas en este año nos impactará duramente.

Ni hablar del sector hotelero, que se encuentra paralizado y conectado a un respirador, con la esperanza de que en los próximos 6, 12 o 18 meses, se logre identificar algún tipo de tratamiento o vacuna para la desgracia que nos arropa.

Una posición ingrata

Frente a una situación como la actual, de pérdida de tan importantes fuentes de divisas, para evitar o controlar una posible fuga de capitales, un banco central en tiempos ordinarios aumentaría las tasas de interés, para resguardar el valor de la moneda criolla.

Sin embargo, las autoridades del Banco Central están, literalmente, entre la espada y la pared, puesto que precisamente para mantener a flote la economía, y tal cual como está haciendo el mundo entero, han tenido que abrir la llave de liquidez para asegurar la estabilidad del sistema financiero y de pagos.

Un aumento de las tasas a nivel local sería impensable en el corto plazo, salvo que se aspirara a definitivamente decapitar cualquier posibilidad de supervivencia de nuestros hogares y tejido empresarial.

¿Qué hacer?

A diferencia del pasado, cuando era común escuchar críticas sobre el actuar de las autoridades en el manejo de su política cambiaria, en esta ocasión mis conversaciones con banqueros y banqueras concluyen en lo mismo: “El hombre está haciendo lo que tiene que hacer... No hay de otra... Yo sí que no quisiera verme en la posición donde él está ahora.”

El deslizamiento gradual, aunque todavía controlado y de gota a gota, de la tasa de cambio, combinado con un uso paulatino de las reservas internacionales, resulta odioso, pero desgraciadamente necesario en estos momentos.

La apuesta, me imagino yo, es que se podrá mantener en una franja de devaluación controlada, probablemente del doble del techo anterior (10%-12%), hasta tanto se logre un necesario paso para afianzar de manera más sustentada el valor del peso.

Lamentablemente, ese paso solo vendrá después del 5 de julio, cuando ya electo un nuevo presidente, se pueda conformar un equipo económico que logre reafirmar la confianza de los inversionistas y reencaminar el país a una reactivación económica sostenible.

Señaladas esas autoridades, las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, los demás organismos internacionales y otros actores, serán las llaves para abrir las puertas de la estabilidad y la reactivación.

Hasta entonces, solo nos queda apostar a la supervivencia. Mantengamos la confianza en nuestras autoridades actuales, en nuestra moneda y sistema financiero, pues apostar a la desconfianza, la inestabilidad o el pánico, es atentar en contra de toda la nación de Duarte.

Expandir imagen
Infografía
Expandir imagen
Infografía
Expandir imagen
Infografía
Expandir imagen
Infografía
Expandir imagen
Infografía
"“La profundidad y duración de esta contracción económica es incierta, por lo que estamos comprometidos a utilizar todas las herramientas para apoyar la economía estadounidense en estos difíciles tiempos.” "Jerome PowellPresidente de la Reserva Federal de los EEUU (Abril 29, 2020)
TEMAS -