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Crisis económica
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Después de la gracia, ¿qué? (2 de 2)

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Ahora que nos reintegramos a las actividades... “normales”, ¡no bajes la guardia! No lo hagas ni desde el punto de vista económico y financiero, ni desde el punto de vista del cuidado de tu salud y la de tus los tuyos al exponernos a nuestro quehacer empresarial o profesional.

Específicamente, en materia financiera, pienso que es importante que hasta que no tengamos una mejor definición de la eventual conclusión de la pandemia, es crítico que mantengas los planes de austeridad que espero hayas estado ejecutando durante los pasados meses.

Esa austeridad, llamémosla “dieta económica”, no implica el que te generes a ti mismo un alto nivel de ansiedad. Razones para preocuparnos ya tenemos demasiadas, de lo que se trata es que le asignes la prioridad debida al uso de tus ingresos y de tus ahorros. Todo extremo es negativo: No es que no gastes en diversión o lo discreción, pero, y se que me repito, insisto en que lo mantengas en su mínima expresión, por lo menos hasta nuevo aviso.

Sobre tus ingresos

Muchos hogares verán que algunos de sus generadores de ingresos perderán sus empleos o verán su nivel de ingreso disminuido de forma extrema. El hecho es tan innegable como lo es lamentable. Ante esta realidad, ¿qué hacer?

En primer lugar, es importante que sea cual fuere el ingreso que llegues a generar, asegúrate de que quede debidamente documentado. Me refiero a registrado, por ejemplo, en una cuenta de ahorro donde deposites todos los recursos que vayas generando.

¿Por qué? La idea es que esto te sirva como aval, posteriormente, frente a una entidad financiera, al momento de que ella te vaya a evaluar tu capacidad de pago. Si estás haciendo algunas ventas u ofreciendo servicios de forma informal, te ayudará mucho poder dar testimonio fiel de que así no seas empleado, sigues generando ingresos al hogar.

Sigo pensando que estos no son tiempos para inventar demasiado, mucho menos para asumir riesgos significativos nuevos. Hago el comentario para aquellos que están pensando entregarse a un nuevo emprendimiento, en un sector o en un tipo de actividad que, aunque quizás parezca inicialmente atractiva empresarialmente, no la dominan.

Piensen, por favor, en aquellos “emprendedores” que pensaron se harían millonarios vendiendo guantes o mascarillas para protegerse del COVID-19. Si vas a emprender, que sea algo de relativa baja inversión, en lo que tengas un buen dominio y buenas relaciones comerciales y, sobre todo, donde verdaderamente entiendas que le generas valor a alguien. Especular, recuerden, no es emprender y si emprender es riesgoso, especular lo es aun más.

Para quienes están considerando algún tipo de inversión más significativa, quizás en el mercado inmobiliario o en el empresarial, recomiendo posponer esta decisión por lo menos por un trimestre adicional, tiempo durante el cual puedas aprovechar para analizarla y planificar su ejecución con el mayor cuidado que puedas.

Ay, tu clavito

Guardaste pan para mayo y harina para abril... ¡y tremendo mes de abril y aún peor mes de mayo sobrevivimos! Al ser así, no es de sorprender que hayas recurrido a tu “clavito” o tu fondo de emergencia. Si lo gastaste en necesidades básicas, bien hecho. Para eso está. Reitero que el hacerlo no es algo que debe generarte preocupación indebida.

Evidentemente, el reto ahora es reconstruir tu fondo que ahora tienes bien claro lo valioso e importante que fue para asegurar alguna tranquilidad en tu hogar. Proponte hacerlo pues las emergencias volverán, quién sabe si una segunda ola del coronavirus, por lo cual en mi opinión tu mejor inversión en estos momentos es canalizar la mayor cantidad de tus ingresos al ahorro.

En el escenario actual, no lograrás esto de la noche a la mañana, pero hoy es el mejor momento para que des ese primer paso para retomar la real independencia financiera en tu vida.

Tu crédito

Revisa tu historial de crédito. Entiendo cuál es tu exposición real frente al sistema financiero y las condiciones en las que están tus créditos. Me ocupa que algunas personas, pensando que se habían acogido al periodo de gracia de los bancos, pueda ser que no lo están y vean su buró de deudas afectado.

Conversar con tu banquero debe ser una tarea obligada para todos los usuarios financieros en esta etapa de la pandemia. No hay una metodología única para la aplicación (y el pronto fin) de los “periodos de gracia”, por lo que urge que entiendas muy bien cuáles son las obligaciones que estarás enfrentando en el muy corto plazo.

Muchos lectores nos preguntan de si se generalizará una extensión del “periodo de gracia”, dado que muchas personas siguen con sus empleos suspendidos y que el estado de emergencia se mantiene en curso. No lo sé y si a apostar fuera, apostaría a que no, por lo menos para que te obligues a preparar distintos escenarios para enfrentar esos compromisos.

¿Y si no puedo pagar?

Nota que me referí a una “generalización” del periodo de gracia, es decir, que se brinde esa alternativa a todos los deudores de manera universal como se hizo en marzo y en abril. Ahora, si estás entre las personas que han perdido su empleo o que siguen suspendidas, y ya sin ahorros para hacerles frente a las deudas, tendrás que conversar con tu banco.

En mi libro, tener la voluntad de pago es tan importante como tener la capacidad de pago. Dado lo que todos estamos viviendo, aun teniendo esa voluntad, es posible que no tengas los medios para hacer el pago ordinario.

Da la cara. Documenta y expón tu situación actual, las medidas que has tomado y los sacrificios que has asumido. Conversa con tu banquero en cuanto a la posibilidad de negociar un periodo de gracia extendido, quizás no de principal e interés, pero sí de principal donde te mantengas al día pagando el interés solamente.

Otras alternativas para reestructurar tus deudas incluyen el extender el plazo de tu préstamo para hacer tu cuota más llevadera, proponerte hacer abonos de deuda extraordinarios con ingresos futuros o firmar un acuerdo de pago para llevar saldos de las costosas tarjetas de crédito a préstamos en cuotas a una tasa de interés más reducida.

¿Declaro la quiebra?

Para personas físicas, a quien dirijo estos apuntes, realmente no es posible declarar un estado de quiebra o insolvencia. Si aún luego de conversar con tu banquero sigues en una situación extraordinaria de incapacidad de pago, podrías considerar dos vías alternativas.

En primer lugar, la venta de activos si es que cuentas con ellos, sean estos vehículos, otros bienes muebles o propiedades inmobiliarias. La otra alternativa es buscar la solidaridad de familiares y amigos que quizás te puedan apoyar durante estos tiempos.

En un momento de crisis en mi vida, recurrí a un amigo, hoy compadre, a quien siempre le agradeceré el haberme extendido esa mano a la que hoy reconozco, con humildad y sin ninguna vergüenza, fue invaluable para mi relanzamiento personal y profesional.

De todas maneras, recuerda que nadie está obligado a lo imposible. Así como soy el primero en valorar la importancia del ser buena paga, de honrar nuestros compromisos de deuda y cumplir con quien confió en nosotros, también reconozco que la supervivencia del techo, la alimentación y salud de la familia viene antes que todo.

Ojalá tengas el discernimiento y la fortaleza para enfrentar esta situación. Ojalá que lo hagas con el apoyo de tu familia inmediata, comunicando de forma abierta y transparente lo que estás enfrentando en materia económica, para que en esa unidad encuentres el respaldo y la comprensión que tantas decenas de miles de hogares están y estarán necesitando.

Recuerda que esto pasará. No serás el primero que verás tus sueños rotos, que perderás lo material que tanto valoraste o aquel proyecto al que apostaste. También recuerda que, de enfocarte, priorizarte y organizarte de forma adecuada, serás capaz de por igual volver a retomar la construcción de lo que anhelas.

Ahora, enfócate en sobrevivir. Hazlo con dignidad, humildad y discernimiento. Hazlo revalorando lo que tienes y no quedándote estancado en lo que has perdido o lo que perderás. Vendrán tiempos mejores, te lo aseguro.

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"“No hay nada que aprender del éxito... Todo se aprende del fracaso.” "David Bowie (Cantante y compositor, 1947-2016)
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