La otra tasa de cambio
El resurgimiento, cada cierto tiempo, de lo que en efecto es un mercado de divisas “paralelo” y el racionamiento del dólar para ciertos montos, es un retroceso a la década de los ochenta que no debemos tolerar.
Hablemos claro. Existen, aunque no debería ser, dos tasas de cambio de referencia en el mercado de divisas. Esta dualidad cambiaria genera confusión, preocupación en la población y, en mi opinión, no debería darse en una plaza transparente, competitiva y libre.
¿Cuáles son las dos tasas? La primera, sobre la que construimos nuestra columna regularmente, es la promedio ponderada del mercado, según publica el Banco Central de la República Dominicana. A esa tasa típicamente se puede acceder para adquirir montos relativamente bajos de la divisa yanqui.
La segunda tasa, todo un secreto a voces, es la que, según el último comunicado del Banco Central, surge para “operaciones marginales para montos altos u operaciones puntuales entre un banco y su cliente”, agregando que esa referencia de la divisa “no representa la totalidad del mercado”.
Hablamos de una tasa de cambio que en principio solo aplicaría para grandes operaciones corporativas o “mayoristas” y que, en semanas recientes, según admitiera el mismo Banco Central, llegó a colocarse en niveles “superiores al RD$52 por US$1”, en días en qje la tasa promedio estaba por debajo de los RD$51.50.
No queda claro bajo cuál criterio se establece qué son “operaciones marginales” o “puntuales”. En cualquier caso, la queja es típica, por lo menos en nuestras redes sociales, de la dificultad que cada cierto tiempo se da para acceder a las divisas a la tasa oficial, salvo que uno esté dispuesto a pagar la prima superior de las transacciones “para montos altos”.
En la gráfica principal, publicamos por primera vez la evolución de estas dos tasas de cambio, la oficial (obtenida de la web del Banco Central) y la “mayorista” (que obtuvimos de un jugador del mercado cambiario bajo promesa de confidencialidad para la fuente).
El diferencial, entre una tasa y la otra, como se verá en la misma gráfica, llegó a niveles altos en los días previos a la inyección de las reservas del Banco Central, y se colocó en torno a los 117 puntos básicos.
En otras palabras, mientras en el oficial en teoría el dólar se podría adquirir, el 11 de septiembre, por ejemplo, a RD$51.38 por US$, uno se encontraría con que para adquirirlo para montos “altos” tendría que pagar RD$52.55 según nuestra fuente del mercado.
Dada esta bipolaridad, las mediciones que hacemos de la devaluación cambian. Por ejemplo, si nos llevamos de la tasa oficial la devaluación al 17 de septiembre fue de 3.6%. Pero si nos vamos con la tasa “mayorista”, estamos frente a un ritmo devaluación mayor del 5.7%.
El problema se magnifica, sobre todo en los ojos de la población, cuando el Banco Central advierte que “inyectará” divisas al mercado, como en efecto inyectó (los días 16, 17, 18 y 20 de septiembre según se ve en la gráfica y según nuestra fuente) pero no se refleja una reducción importante en la tasa de cambio.
De hecho, el ritmo de pérdida de valor del RD$ paradójicamente se aceleró en el mercado “oficial” precisamente en los días que se realizaron las famosas ventas de divisas por parte del Banco Central, que estimamos sumaron US$105 millones la semana pasada.
¿Que sí se logró con inyectar las divisas provenientes de las reservas? Disminuir el diferencial entre ambas tasas a solo 76 puntos básicos, en vez de los 117 puntos básicos que llegó a alcanzar en nuestra lectura, disminuyendo el ritmo al que aumentaba la tasa “mayorista” y acelerando el ritmo de depreciación de la tasa “oficial”.
Ojalá que la nueva plataforma para el intercambio de divisas, que debe entrar en operación próximamente, normalice esta situación, pues de lo contrario me temo que estamos engañándonos colectivamente basándonos en tasas que no reflejan la realidad del mercado.
El resurgimiento, cada cierto tiempo, de lo que en efecto es un mercado de divisas “paralelo” y el racionamiento del dólar para ciertos montos, es un retroceso a la década de los ochenta que no debemos tolerar.