?Actitudes solidarias
Muchas personas, aquí y en otros lugares, han declarado haber visto un rasgo esperanzador
En las duras circunstancias que la pandemia ha impuesto sobre todo el mundo, muchas personas, aquí y en otros lugares, han declarado haber visto un rasgo esperanzador. Han percibido un mayor grado de solidaridad entre las personas. Relatan episodios de sacrificio personal, como ha sucedido con médicos y enfermeras, y también evidentes muestras de apoyo a vecinos, relacionados y hasta desconocidos, siendo notorias las consideraciones especiales ofrecidas a los envejecientes. Interpretan esas manifestaciones como el resultado de una mejor ponderación acerca de las cosas que son realmente importantes, separándolas de las meramente superfluas, y confían que eso persista después de pasado el peligro. En términos económicos, ese cambio supondría una substancial variación en las funciones de utilidad que guían las actuaciones personales.
Es todavía demasiado pronto para determinar si esa percepción respecto del comportamiento individual termina siendo cierta o no. Pero donde no luce ser verdadera es en cuanto a las actitudes de un país con respecto a los demás. Han sido reportados casos flagrantes de despojo entre naciones. Un ejemplo de ello fue la confiscación por parte de Turquía de ventiladores y equipos médicos adquiridos por España, decisión desmentida o anulada posteriormente. Y también la suspensión del suministro a Alemania de 200,000 mascarillas producidas por un fabricante chino para la compañía 3M, la cual no admitió el hecho pero dijo que el gobierno estadounidense le requirió no exportar mascarillas a Canadá y Latinoamérica.
Es improbable que actitudes como ésas sean rápidamente olvidadas por los países perjudicados. Su recuerdo, acompañado por las numerosas críticas vertidas en cuanto a la eficacia de los programas puestos en marcha para contener la propagación del virus, no propiciará el ambiente de cooperación internacional necesario para mantener la infección bajo control luego de concluidas sus fases más agudas.

Gustavo Volmar