Afuera sin salir

En el béisbol se suele hablar de equipos de ensueño. Los llamados “dream teams” se construyen integrando en ellos a los jugadores más destacados de la liga para cada una de las posiciones en el terreno de juego, los mejores lanzadores, receptores, jugadores del cuadro, jardineros y bateadores designados. Son formaciones ideales, que en la realidad bien podrían no resultar tan fabulosas como se piensa, pues la dinámica del equipo involucra más que la agregación de componentes individuales, existiendo una mecánica operativa que depende del modo como los jugadores interactúan y se complementan unos a los otros.

La votación en el parlamento británico sobre el propuesto plan de salida de la Unión Europea (UE) ha estado plagado de controversias. Defendido por la primera ministra Theresa May como la mejor opción posible, no fue del agrado de la oposición laborista y liberal, ni tampoco de muchos de los conservadores en el poder, siendo sus dificultades una consecuencia de la propia negociación.

El primer problema fundamental fue que los mismos propulsores de la salida (o Brexit como se le conoce) no esperaban ganar el referéndum que la aprobó. No estaban, por lo tanto, preparados para lo que vendría después, lo que condujo a un proceso lleno de errores, imprecisiones e improvisaciones El segundo problema fue que la UE necesitaba menos al Reino Unido que lo que éste la necesitaba a ella, lo que hizo que el poder negociador estuviese desbalanceado. Y el tercero lo causó la expectativa del “dream team”, por la cual los británicos aspiraban a liberarse de todas las reglamentaciones políticas y sociales que los molestaban, pero manteniendo las ventajas comerciales y financieras de ser parte de la Unión. Dada esa expectativa, era difícil que cualquier otro equipo de cláusulas de menor ensueño pudiera ser satisfactorio para los parlamentarios de todas las regiones.

El Brexit y sus resultados serán objeto de estudio durante mucho tiempo.

Gustavo Volmar